TREINTA Y TRES

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—Felicidades— Lim me dijo cuando nos volvimos a encontrar, en el mismo restaurante que la última vez. Me entregó un sobre y mi sonrisa fue inevitable que apareciera. Creo que fue la primera vez después de tanto que sentía alivio, que me sentía tan bien. Fue inevitable no darle un abrazo a aquel no-tan-desconocido joven.

—¡Te juro que es la mejor noticia que he tenido en mi vida!—. Podría hasta llorar por la felicidad, pero dudaba que pudiese, ya había llorado mucho últimamente que me sorprendía que no estuviese deshidratada. Debería haber una sequía dentro de mí, ya. Me alejé mirándole el rostro a Sejun. Su visual me deslumbró simplemente y mucho más cuando volví a ver sus dos hoyuelos marcadas, así que me alejé, aún sonriendo.

—Te lo merecías, tu proyecto era muy bueno.

Soltó mientras volvía a revisar el sobre. Efectivamente, había obtenido un cupo para ir Camboya en menos de dos meses. Diciembre ya había empezado por fin. Era lo que necesitaba. Aire nuevo, una nueva experiencia. Quería que febrero llegara inmediatamente.

—Gracias.

Los hoyuelos de Sejun se profundizaron al sonreírme. —Bueno me gustaría celebrarlo un poco más, pero tengo asuntos que resolver en la oficina. Sin embargo, te prometo que nos volveremos a reunirnos para celebrarlo ¡Definitivamente!

Me dijo. Me había llamado de improviso, así que también debía volver a la oficina.

Sejun se levantó, dejando su café en la mesa casi intacto, en mi caso, yo me mantuve sentada, no iba a dejar mi tiramisú ahí sin tocar. ¡Era una delicia! —Claro, solo dime cuando.

—Esa actitud me agrada.

Podía jurar que me estaba obsesionando con sus hoyuelos y ojos negros. Parecía como si entrara en una especie de hipnotización cada vez que los veía. Me despedí de él con la mano rápidamente y lo vi marcharse. Apenas aquella figura de color blanco con negro desapareció me metí la cuchara en la boca y degusté el sabor de mi postre. Lo comí lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo; pero lo merecía. Abrí el sobre y encontré el folleto y una carta de admisión. Me preguntaba como Sejun tenía los míos si él no era ningún patrocinador o encargado del programa, pero no quise darle más vueltas al asunto. Desdoblé el folleto y empecé a leerlo. Estaba en inglés, pues nadie entendería el idioma oficial de Camboya, al menos no yo. Comencé a leer el prospecto hasta el momento que mi celular sonó. Solo bastó alzar la mirada para ver quién era. Era Jungkook, sin embargo, deslicé el dedo hacia la zona roja de colgar y lo dejé ahí, finalizando la llamada. Luego decidí colocarlo en modo avión, pues conocía a Jungkook e insistiría en la llamada.

Revisé una vez más el folleto y encontré un papel amarillo junto con uno blanco. Era tan familiar. El proceso me era familiar también. Entonces, lo guardé con cuidado. Lo coloqué a un lado y terminé mi postre. Esos dos papeles eran mi nuevo destino…

Regresé a la oficina una hora más tarde, encontrándome a Jungkook moviéndose inquieto en su asiento mientras pasaba papeles de un lado a otro. Estaba concentradísimo, pues no había reparado en mi presencia hasta que me senté. El sonido de mi silla lo había alertado. —Disculpa por colgarte, estaba ocupada.

Le dije antes que soltara su discurso de por qué le había colgado. A veces era tan dramático, muchísimo más que yo. Él se levantó, dejando todo su papeleo ahí. — ¿Dónde fuiste?

Se acercó lentamente hasta me mi mesa. Me miraba como si estuviera acechándome. ¿A este que le pasaba? Colocó sus manos en mi mesa acercándose hasta mi rostro.

—Tuve que encontrarme con alguien. —le dije. Jungkook de repente se colocó muy serio.

— ¿Taehyung, otra vez?

Soulmate + Kth » Book 3  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora