TREINTA Y OCHO

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Me levanté sin ningún razón de por medio, simplemente  lo había hecho, pero recordaba claramente una escena dentro de mi cabeza que me dejaba algo perturbado, y con una amargura corriendo por mi garganta, como si quisiera que aquel sueño, muy iluso, se volviera real aunque eso fuese imposible. Mi respiración era inconstante, más se fue calmando al punto de volverse a una tranquila, como si fuera un muerto.

Los cabellos de Chanmi envolvían mi cuello ligeramente, así que giré a mirarla, retirando aquello que ocupaba mi cuello, para encontrarla durmiendo plácidamente muy cerca de mí. Se le podía ver sus ojeras por haberse estado acostando muy tarde últimamente, pero aun así se veía hermosísima a primera hora de la mañana. Eran cerca de las seis, podía apostar, pues escuchaba un poco el sonido del tránsito aumentar. Me senté pronto mirando a la nada. Era domingo y Haera se marchaba.

Había sido extraño todo este mes que ella ha estado en Seúl junto con Sejun, su esposo. Incluso podía recordar como si se tratase de ayer el día en que se habían acercado, en una cafetería, a conversar finalmente después de 5 años. Cuando la tuve en mi delante fue inevitable no mirar cada pedazo de su rostro, cada poro si era posible, pues me parecía mucho más hermosa que nunca. Incluso sentí que mi corazón se comprimía y se emocionaba a la vez que le veía sonreír y ver aquel brillo en sus ojos que hacía mucho no veía. Incluso cuando tomé su mano y sus dedos delicados se entrelanzaron con los míos, verle incluso hasta que sus ojos se ocultaran en una línea fina al carcajear, como se tocaba el cabello, o como pestañaba por los nervios, nervios que yo también sentía en la misma cantidad o quizá mucho más; pero eso ya había pasado hace mucho, había sido hace dos semanas, dos semanas en que también había tenido la oportunidad de robarle un beso, aunque fuese un error.

Pero ¿se considera error si es la persona que –aún- amas? Aún la amaba, pero no de la manera que lo hacía anteriormente. Era menos, era menos doloroso. Era solo nostalgia,  sin embargo cuando probé sus labios es como si ese pequeño dolor se fuera con ello. No significaba que me sentía aliviado, no, simplemente desapareció. Despareció mis sentimientos en aquel momento. Incluso todos esos nervios y emoción que había surgido antes. Esos labios no eran los de Chanmi, eran diferentes, sin sabor, sin sentimientos –aunque pensé que los había.- Y supuse que para ella fue lo mismo. Su mirada lo indicaba: No era una mirada de amor, sino también nostalgia.

No habían sentimientos y era como si en ese momento tanto como Haera como yo nos  hubiésemos dado cuenta. No hubo incomodidad, tampoco silencios largos, es más, empezamos a reírnos, comenzando a cambiar de temas, y no más de nosotros...

Me levanté de la cama, dejando atrás a Chanmi para dirigirme a la ducha. Apenas hube terminado me dirigí hacia la cocina donde encontré a Chanmi, envuelta en su bata terminando de servir una taza de café. Me acerqué para rodearla y cuando estuve a punto de besarle, ella apartó la cabeza.

—No me he lavado la boca, Taehyung.— Anunció con sus mejillas rojas. Eso la hacía demasiado adorable, aunque bueno, después de todo, ella era menor por cinco años.

—No me importa.— Le susurré inclinándome un poco más hacia ella, pero como si fuera arte de magia colocó la taza de café en mi delante.

—A mí sí, ten. —Miré hacia la taza roja en mi delante. Solo me quedó sonreír y tomar aquello con mis manos. ¿Por qué Chanmi era tan bella? Mientras aún me sonreía me acerqué a depositar un beso en la comisura de sus labios. Su rostro pareció volverse más rojo de lo que ya estaba, pero aún así parecía que eso le instó a volver a llamarme y tomar mis labios

¿De qué se preocupaba?¿De que si su boca oliera mal? Pues no lo hacía. Aunque solo llevásemos poco tiempo viviendo juntos, sentía que cada día era jodidamente especial. Nada de monotonía, aunque quizá estaba apresurando los resultados, dudaba que fuera malo o un error. Chanmi era un maldita caja de sorpresas, y eso me encantaba, era tan impredecible que me volvía loco. Tal como en ese momento que ella mismo me retiro la taza de las manos y se volvía a cercar a mí con más fiereza. Podía sentir su cuerpo desnudo debajo de la tela de terciopelo encima de ella, haciendo que mi control fuera desapareciendo  y que la frescura de la ducha recién tomada no existiera más.

Soulmate + Kth » Book 3  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora