CUARENTA

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¿A qué se refería? ¿Se refería a las cosas "crueles" que me había dicho antes de marcharme a Camboya? ¿Era eso? No respondí nada, solo seguí, pues no sabía que sucedería dentro de unos segundos. Un momento más tarde nos detuvimos en lo que era una cafetería bastante hogareña.      

—¿Este lugar está bien?

Preguntó, encogiéndome de hombros. Daba igual donde hablaramos si era honesta. Él lanzó una mirada de evaluación por unos segundos antes de verlo dirigirse hacia el interior. Volví a seguirlo, en silencio, hasta que se detuvo en una mesa circular ubicada en el medio de todo el local. Rápidamente tomamos asiento y pronto la ansiedad hizo que empezara a mover mis pies, balanceándose como si estuviese en un columpio puesto que el asiento era bastante alto.

—¿Caramel macchiato? —.  Taehyung preguntó al segundo siguiente de sentarnos. Quise decir que no, pero amaba aquello con todo mi ser al igual que el capuccino. Sin embargo, en rara ocasión lo tomaba, tal como en ese momento. Podría contar con mis dedos cuántas veces había tomado aquella delicia con Taehyung. Podían haber sido unas siete veces en todos los años que le había conocido. En todas ellas, uno de los dos estaba triste. Era como un helado de vainilla para mí, no había forma que lo negara. Sin embargo, está ocasión asentí, pues sabía que no saldría con una sonrisa de aquel sitio.

Apenas se dió la vuelta, suspiré. No tenía idea de lo que me diría. Pensé que nos habíamos dicho todo aquella tarde en el café (aunque no hubiese sido mucho), pero parecía haber más. Había dicho: lo que había pasado hace cinco años. ¿A caso esperaba que le dijera: Pues, sí, en pleno vuelo me arrepentí de irme, que lloré pocas veces? ¿Eso quería realmente saber? Podía asumirlo sin pensarlo mucho, de hecho.

Taehyung había sido una persona que me había dañado bastante en su tiempo. No, error. Había dejado que me dañara, pues porque si hablábamos de daño literal, Taehyung nunca clavó un cuchillo en mi pecho, aunque metafóricamente hablando lo hizo muchas veces, como cuando le veía sonriendo a Yui, besándola, cuando hizo su familia con ella, cuando me dijo que yo no era nada; pero había sido yo la que había permitido que todas esas cosas me afectaran, sin embargo ¿Qué podía hacer? Así de asqueroso era el amor que tenía por él en ese entonces. Asquerosamente doloroso, pero ¿Me arrepentía de lo que había vivido con él?

Eso ni mencionar.

Minutos más tarde regresó con aquellas dos tazas de caramel macchiato sobre una bandeja y colocó uno delante de mí, retirando luego el suyo. Me observó, con esos ojos cafés que tenían un brillo especial siempre, pero en esta ocasión se veían un poco opacos, sin embargo eso no le quitaba lo bella que era su mirada. Le observé bajar su mirada a su bebida y dar el primer trago.

En cambio, lo único que hice fue observarlo. Entonces, volvió a posar sus ojos en mí. —¿No vas a tomarlo?

Lo haría, pero aún no. Sin embargo, le di el gusto. Tomé mi taza y aquel líquido corrió por mi garganta con parsimonia, tal como los segundos transcurrían en aquel momento. No aparté su mirada en ningún momento, seguía mirando directamente. Entonces, suspiró una vez más desde que estábamos juntos.

Su flequillo cayó de repente en su frente, pero aún podía ver sus ojos. —Lo siento.

¿Por qué? Pero mi boca no pronunció ninguna palabra. Es más, le seguí mirando para que continuara. No entendía por qué se disculpaba. Sus dedos empezaron a moverse sobre la mesa de vidrio. Inquieto. Taehyung estaba inquieto y nervioso. Le estaba costando, lo sabía, lo que iba a decir no iba a ser difícil, así que debía prepararme. Antes, cuando nos habíamos reunido en aquel café, no había sido así. Taehyung sí había lucido nervioso, pero luego se había relajado. No habíamos hablado necesariamente de lo que habíamos tenido, pero a la vez sí, indirectamente lo habíamos hecho. Estábamos feliz estando separados. Había sido lo mejor, pero no teníamos que refregarnos aquello en la cara ¿No?  Taehyung era feliz con su trabajo, prometida y su hijo; yo, con donde vivía, trabajo, Sejun y Sera. Ambos éramos -somos- felices. Era bastante obvio. El dolor existía, por supuesto, entre nosotros por lo de "que tal si...", pero en este mundo ¿Qué no es si no se toma riesgos, sacrificios? Existen tantas cosas relativas en la vida de uno que no se puede tomar todas. No sé puede tomar todas las decisiones, no se puede tener todo, pero al menos tratamos de tener lo mejor, de ser felices. Y una decisión fue esa: ser feliz, aunque doliera.

Soulmate + Kth » Book 3  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora