VEINTISIETE

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Entonces él estaba ahí, después de un mes, al lado opuesto de la calle, mirándome, asustado como si hubiera visto un fantasma, pero quizá lo era, pues me había tomado tan desprevenida el verle que apostaría que mi rostro estaba pálido.  Se veía guapo y odié bastante mi mente y corazón por traicionarme de esa manera.  

Quise seguir avanzando, pero ya me había detenido en el cruce frente a él. Tampoco no es como si pudiera moverme, estaba pegada al asfalto mojado y agarrando mi sombrilla con fuerza. Noviembre era tan húmedo que sorprendía. Mi garganta se secó cuando lo vi andar, así que me moví siguiendo a la multitud de mi lado.

Miré hacia abajo como si cuidara de cada paso que daba como si no quisiera caer por la lluvia que caía sobre nosotros, pero no, lo hacía porque no quería ver su rostro y destruirme más luego de tanto. Pude reconocer sus zapatos favoritos a mi lado. Se había detenido, pero yo no lo hice. Seguí caminando sintiendo el nudo en mi garganta. Entonces el pase peatonal desapareció, haciendo que miré hacia atrás al mismo tiempo que Taehyung gritaba mi nombre.

Le miré una vez más, parado en medio de la pista, con la gente al rededor cruzando rápidamente, pues faltaba solo unos segundos para que la luz verde para peatones cambiara a rojo. Observé su precioso rostro y fue inevitable que una lágrima no deslizara, pero giré rápido antes que lo notara. Seguí andando, deseando no haber salido aquella tarde. Si él seguía en Seúl, significaba que Yui también. Caminé rápidamente. Tenía que llegar al centro comercial rápido. Joongji me esperaba ahí pacientemente para ayudarlo a escoger un traje de etiqueta. Sin embargo, segundos más tarde sentí un tirón de mí.

Sabía quién era. Reconocería su tacto en cualquier parte de mí. Era Taehyung.

—Haera...

Giré aún con mis ojos bañados. ¿De qué servía limpiarlas si era tan obvio que me dolía verle? No respondí nada.

—¿Cómo has estado? No te veo desde...

Dijo. Sí, ni siquiera se acordaba cuando había sido la última vez que me había visto. Esto era tan patético.

—¿Qué quieres?

Le solté suavemente. ¿Qué quería de mí ahora? ¿Ver que estaba bien? Lo estaba antes de verle ¿Si soy feliz? Lo seré algún día. ¿Si podemos ser amigos? Nunca en la vida.

—Solo quería saber cómo estás. He intentado llamarte...

—Lo siento, perdí mi móvil en Japón. —Mentí. Era obvio que no me creería, pero apreté con fuerza aquel aparato dentro de mi saco.

—Oh... ¿Podríamos hablar, tienes tiempo, no? —dijo, nervioso. ¿En serio me estaba pidiendo eso? Quise decir que sí, pero negué.

—Joongji me está esperando, lo siento.
—Hubiera dejado de lado a Joongji si era posible, pero estaba hablando con el hombre que me había roto en todo los sentidos posible hacía solo un mes atrás. No iba a ceder tan rápido, quizá nunca. Su mano aún estaba atrapando la mía, así que la miré, retirándola lentamente. —Me debo ir.

Indiqué otra vez en voz baja. Me pareció verle tragar saliva y mirarme con pena. No debía mirarme así, me dolía más. Odiaba esa mirada que siempre me ponía, pero esta vez no era porque se sintiera empático conmigo, no, sino que me tenía pena, pena porque quizá sí sabía que me había destruido por completo, finalmente. ¿A caso buscaba solo enamorarme y vengarse por todos los años que le hice sufrir? Pues sí era así, lo había  logrado.

—¿Podrás luego? No sé, algún día...

Miré a otro lado, incrédula. Ahí estaba. Iba a rogar, y no quería, así que negué rápidamente.

Soulmate + Kth » Book 3  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora