Soulmate + Kth » Book 3 ✔️

ESPECIAL TRES

Cuando había visto aquella invitación semanas atrás había abierto la boca de sorpresa. ¿Ellos habían vuelto? ¿Desde cuándo? No sabía de aquella mujer desde que se había marchado para solo volver unos meses y volverse a ir. Kim Haera nunca más había vuelto a mi vida.  

Le había visto en una ocasión durante una reunión por la bienvenida de Namjoon tras haber vuelto de Australia, ella había estado ahí, pero se había marchado pronto pues tenía que tomar un tren a Gwangju, donde trabajaba y vivía. No había podido hablar siquiera con ella, y no porque no podía, simplemente no tuve la oportunidad. Había estado presentando a mi novia de ese entonces a mis amigos, estaba presentando a Jiyeon, mi actual esposa.

Sin embargo, aunque yo amara a Jiyeon desde que ella había decidido ser mi novia, e incluso desde antes, ver a Haera era como una herida que nunca sanaba. Una herida que se abría cada vez que la veía y estuve notablemente preocupado cuando la vi en esa ocasión, tan apagada. La relación con Taehyung le había destruido y siempre se lo quise advertir. Pero ¿cómo advertirle sobre que se está haciendo daño cuando yo era el causante también de todos sus miedos y dolores?

Aún podía recordar como si fuera ayer el día que le dije Terminemos, no me siento feliz contigo. Fui de lo más estúpido y no lo supe hasta que fue tarde, unos meses después volví por ella, a Seúl luego de haber estado viviendo en Tokio, lejos de ella,  luego de que me entregaba al placer, pero me sentía vacío. Había sido un idiota. Había dejado al amor de mi vida y cuando le vi aquella vez, cuando había ido a buscarla, le vi en una cafetería, tomando el capuccino que tanto amaba, y sonriendo amablemente a un chico que no sabía quién era. Sin embargo, en esa sonrisa vi su expresión triste. Vi sus temores, vi el daño que había generado en ella así que me marché. Si había hecho la estupidez de dañarla, al menos la dejaría tranquila para que se sane en lugar de volver a aparecer en su vida y abrir su herida. 

Sin embargo, todo el tiempo le mentí.

Podía verla sonreír gracias a otro hombre, y por eso le mentí. Le mentí mil veces. Le mentí cuando dije que quería superar a alguien, le mentí cuando dije que éramos iguales para que regresara a mis brazos, le mentí cuando dije que solo le tenía aprecio por ser mi ex, le mentí cuando le dije que no la quería.  Le mentí ciento de veces solo para no herirla más de lo que ya estaba. Quise luchar por ella, pero sus rechazos eran demasiados y dolorosos. Recordaba aquella cachetada en Tokio cuando le rogué una vez más, la quería de vuelta, pero ella estaba amando a otro hombre. Y eso dolía como la mierda.

Le había perdido finalmente.

Y era un maldito mentiroso, experto en hacerle daño. Y la quería de vuelta, así que fui feliz con ella cuando estuvo a mi lado en esas semanas antes de que se marchara, dejándome, dejando a la persona con la que se estaba casando ahora. Fui tan jodidamente feliz, pero era una utopía, una que se rompería con facilidad cuando ella dijera: Hasta acá nuestra farsa. Lo hizo y se marchó. Se marchó lejos de mí, de todos, dejando una enorme amargura.

Una que duraba hasta ahora.

Mis errores habían matado todo el amor que ella había sentido por mí, aquellos sentimientos puros que tenía de niña. Aquellos que fueron creciendo conforme crecíamos y nos hacíamos adultos.

Una sonrisa amarga nació cuando le vi entrar en aquella iglesia, con un vestido largo de color blanco y los pequeños Hyunmin y Jungwoo entraban a su lado. Se veía jodidamente perfecta y sus ojos brillaban de felicidad hacia el hombre parado en el altar. Su padre que sostenía su brazo, echó un vistazo hacia mi, sabiendo que no me sentía bien.

Yo en el fondo quería que mi hija se casará contigo ¿Qué les pasó?

Eso me dijo cuando me encontré en un bar luego de haber recibido la invitación, él había estado de paso allí antes de regresar a casa. Yo también quería saber que nos pasó, pero sabía exactamente lo que había pasado: Yo la había jodido, en sus seis letras. La había matado.