Primer escrito oficial en agenda 2.0 por Will Solace.

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1/05/2016

Voy a aclarar que el escrito anterior fue solo una introducción que se me pasó la mano de larga, de modo que este es el primer escrito oficial de esta agenda.

Bienvenida a mi mente una vez más. Hoy te voy a hablar sobre las cosas que he llevado siempre en el pecho y necesito descargar, más que nada porque estoy pasando días fatales y creo que lo mejor que puedo hacer es escribir. Lamento decirte esto, pues te había prácticamente prometido que los escritos en ti serían menos oscuros y no lo voy a poder consentir. Acepta mi humilde disculpa y prosigamos.

¿Dónde está el verdadero mal del mundo? solía preguntarle a mis padres cuando era un niño. Ellos evadían la pregunta, pero yo no dejé de insistir hasta que conseguí una respuesta de mi padre.

Dentro de cada uno de nosotros. Somos pecadores, hijo, el mal fue introducido en todos nosotros desde el inicio de los tiempos, cuando el demonio tentó a Eva en el paraíso y ella comió del fruto prohibido. Es nuestra herencia.

No era el tipo de respuesta que buscaba. ¿Cómo podía decir mi padre que el mal también formaba parte de los sacerdotes y de ellos mismos? Entonces mi madre continuó.

El mal está dentro de todos, al igual que el bien, pero cada quien elige a quién servir. El que desea obrar bien será una persona de honor y el que no, pues, ya sabes lo que sucede.

¿Y cómo saber qué está bien y qué está mal? Puede ser que alguien que obre mal piense que está haciendo el bien, ¿no?

Mis padres intercambiaron una mirada que en aquel entonces no comprendí. Ambos asintieron, se inclinaron hacia mí y cada uno asentó una mano sobre uno de mis hombros.

Ese tipo de respuestas solo pueden ser encontradas por la cuenta del interesado. La Biblia es una buena base y una buena guía, pero te diremos algo, un consejito paternal, búscala fuera del testimonio humano, porque ninguno de nosotros te la va a poder proporcionar.

Obedientemente, no volví a tocar el tema con nadie. Aunque tampoco dejé de buscar. Esa pregunta junto con su respuesta son mi expedición al Atlantis, la mayor frustración de mi vida. La que tengo mejor guardada.

Muchos creemos que hacemos lo correcto cuando no es así, ¿pero quién soy yo para juzgar? Mis conceptos del bien y el mal también están trastocados.

Esto me hace recordar a la historia del hombre al que se le ofreció una visita al cielo y el infierno que me contaron alguna vez mis padres a manera de cuento para dormir. Se supone que este hombre, que fue primero al infierno, vio un gran caldero de sopa. Los únicos utensilios que habían eran una serie de enormes cucharas, cuyos mangos eran más largos que los brazos de las personas. De esta manera, debido a que no podían doblar el brazo, tampoco podían alimentarse, y todo el mundo estaba en diferentes etapas de muerte por inanición. Luego, en el cielo, el hombre vio una escena idéntica, pero en la que todo el mundo estaba sonriente y evidentemente bien alimentado. Cuando el hombre preguntó, su guía le dijo: «En el cielo la gente ha aprendido a alimentarse una a la otra».

El bien se inclina a la propagación de los valores morales y al servicio comunitario. La compasión, el compañerismo, son cosas de bien. El bien debe ser practicado sin distinción de especie. El bien debe sobrepasar a la soberbia y el egocentrismo.

Según la ética, lo moralmente bueno es aquello que pueda presentar más razones para sustentarse como bueno. No me fío mucho de eso. Una persona ingeniosa puede idear un sinnúmero de razones razonables para sustentar un mal, como lo hizo Hitler en su tiempo para persuadir al pueblo alemán de que los judíos merecían ser eliminados. La ética es polémica y la moral varía de pueblo en pueblo, de continente a continente, y de época a época.

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