Jueves 21/04/16, Recuerdos agridulces

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—Las normas estereotípicas son un alivio para nuestra comunidad —decía Johnny—. En los colegios prohíben que los chicos se acerquen a más de treinta centímetros de las chicas. ¿Pero entre solo chicos o solo chicas? Son libres. La chicas tienen prohibido dormir en casa ajenas donde hayan chicos. ¿Pero donde hayan solo chicas o en una pijamada de chicos? Son libres. En otras palabras, si somos lo suficientemente inteligentes como para aprovechar nuestra situación, nos irá de perlas.

Nico observaba a Johnny con interés mientras terminaba de masticar su sándwich de atún.

—¿Estás intentando darme una indirecta, verdad?

Johnny sonrió, esa sonrisa traviesa que le convenía al involucrado temer.

—Cierto, a ti hay que decirte todo explícitamente. —Se inclinó hacia el oído de su amigo y su voz se transformó en un susurro—. Estoy sugiriéndole que hagas una pijamada e invites como único y especial invitado a tu perfecto y luminoso rayito de sol.

—Esa afirmación es tediosamente redundante —Nico refunfuñó, Johnny dudaba que supiera que sus mejillas se habían arrebolado ligeramente—. Y bien, supongamos que hago una pijamada e invito a Will. ¿Qué se supone que haríamos? Se moriría del aburrimiento.

—¡Por Dios, Di Angelo! —Johnny separó sus manos—. Tú. —Levantó un poco la derecha—. Tu futuramente inmediato novio. —Levantó la izquierda—. Solos. —Las acercó hasta una pulgada de separación—. Una noche. —Juntó sus palmas con un golpe seco—. En una sola habitación. —Entrelazó sus dedos—. A oscuras. —Comenzó a hacer movimientos extraños con las manos entrelazadas mientras sus cejas se levantaban pervertidamente.

De repente, el rostro de Nico se encendió como un arbolito de Navidad de luces rojas.

—¡No le pediré a Will, quien aún no es mi novio, que se desvirgue conmigo, y que de paso me desvirgue a mí y a mi inocente cama!

Johnny se aguantaba la risa.

—Acabas de decir «aún» —apuntó—. Además, ¿tú cómo sabes que Will o tu cama son vírgenes?

Nico se puso tan rojo que Johnny creyó que iba a explotar como un globo sobreinflado.

—Pobre Angelito —Johnny le guiñó el ojo y le pellizcó la mejilla, antes de levantarse de la mesa junto con su bandeja vacía—. Deberías considerarlo. Tú y Will están hechos tal para cual.

Johnny se retiró, ejemplificando la perfecta Lenny Face en la vida real.

Nico volvió al tiempo presente mientras suspiraba en su banca, mirando por la ventana. Johnny siempre le traía recuerdos que le sacaban sonrisas o pequeñas risas. Pero ya ninguno de esos recuerdos era fresco y estaban roídos por la nostalgia y la preocupación.

Con este día ya se sumaba más de una semana en la que Johnny no aparecía en el colegio. Según su preescripción médica, se suponía que tendría que haber asistido ya el día de hoy. Nico lo estuvo esperando en la entrada hasta poco más que iniciara la primera clase y uno de los maestros prácticamente tirara de su oreja por encontrarlo todavía merodeando por los pasillos.

La noche anterior, Nico había encontrado un par de llamadas perdidas (que no pudo contestar porque estaba bañándose), pero cuando intentó devolvérselas y enviarle mensajes no recibió respuestas. De entre los estudiantes nadie quiso darle detalles, ni si quiera parecían preocupados o informados. Le pareció que Harold Pane ponía una expresión extraña, casi culpable, mientras se lo preguntaba a uno de sus amigos (al cual había visto congeniar con Johnny algunas veces), pero le atribuyó esa paranoia al hecho de que comenzaba a desesperarse.

Nico se tomó la molestia de preguntar por Emily en los grados menores, y le dijeron que tampoco había asistido esta semana. Una de las maestras incluso le dijo que se acercara para comunicarle por lo bajo que Emily y su hermano se habían cambiado de escuela.

Para Di Angelo fue suficiente. Sabía que, debido a los problemas con el Sr Collins, no podía aparecerse en esa casa así como así. Pero las circunstancias no le dejaban de otra.

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