El océano sube y baja, lo arrastra todo a su paso y en su inmersión conduce a sitios insondables. Quiere sobreponerse y romper la paz de las aguas en fuertes oleajes, creando un circuito mortal que a la vez es un espectáculo para un buen espectador. Retrocede para avanzar con más potencia y golpear con más fuerza. Hurta y regala tesoros desde las orillas. Es impertérrito y salvaje, como la misma naturaleza en su expresión más pura. El océano se puede predecir, pero cuando menos te lo esperas, te sorprende. No es algo que se pueda entender, solo existe y hace lo que quiere, que es al mismo tiempo lo que debe, ya que cumple un papel en el universo. Actúa sin pensar y sin ambicionar, solo fluyendo y desatándose como tal. Algunos lo aman, otros lo odian y otros le temen. Es hogar y a la vez hostilidad. El océano responde al clamor del viento en el cielo, a la viveza del sol y al llanto silencioso de la luna. El océano es mortal y benéfico. El océano representa a la vida en bruto. Alguien contra quien puedes luchar o junto a quien puedes simplemente ser.
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Es curiosa la manera en que juegan los azares del destino. Dos personas peculiares entre los demás y afines entre sí pueden convivir en un mismo espacio por una hora cada semana y ser ignorantes de la existencia del otro. Hasta que existe una ruptur...