30/04/2016, Audición.

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En el backstage, Will estaba que se comía las uñas de los nervios. Los gemelos parecían ligeramente más tranquilos, aunque su intenso y acelerado parloteo evidenciaba su inquietud.

Percatarse de aquello calmó a Will. Estar bien para los demás era más fácil cuando los demás no estaban bien; no podía darse el lujo de estar mal o nervioso en un grupo de donde todos estaban mal o nerviosos.

—¿Será la canción apropiada? Quizá debimos escoger otra —decía Dan.

—Quizá debimos escoger otra ropa —añadía Damien.

Will los rodeó a ambos con los brazos y les dio una palmada en la espalda.

—Eh, tranquilos, chicos. Todo saldrá bien.

Pero se sintió falso ni bien lo dijo. ¿Con qué derecho decía eso? Lo que Will menos estaba era preparado para hacer una audición bien. Con su agenda pública y Harold Pane y sus seguidores apabullándolo donde fuera que fuese no podía estar bien consigo mismo. Al contrario, Will empezaba a estar realmente mal. Tan mal que lo único que quería era dejar de fingir que no le afectaba lo mucho que la difusión de los escritos más íntimos de su vida había incrementado, rompiendo la barrera del colegio, y esconderse en su cuarto a llorar. Tan mal que sentía que haría cualquier cosa porque todo se detuviera. Algo que le permitiera tomarse un descanso de la pesadilla que tenía que vivir a diario. Los gemelos argüían que la audición significaba eso, pero Will sabía que no era así. Lo único que significaría un descanso sería deshacerse de todo, lo cual no era factible desde el punto de vista externo.

El busca-talentos los llamó al frente, abriendo el telón. Había escogido un lugar algo excesivo para la audición, el teatro de uno de los colegios más prestigiosos de Sweetwater y del mismo Wyoming, que por contado se beneficiaba de un escenario con su respectivo telón, proscenio, candilejas, una amplia platea y tres filas superpuestas de palcos. Los de la banda del colegio solían practicar allí, por lo que los instrumentos les estaban siendo facilitados. Le habían pedido al señor busca-talentos que les permitiera calentar un poco con ellos antes de entrar en acción y el tiempo se les había acabado.

—Okay chicos, vamos a hacer esto rápido. Quiero que me den lo mejor que tengan.

Dan y Damien soltaron una especie de gemido agudo desde detrás de sus instrumentos, la guitarra eléctrica y la batería respectivamente. Damien marcó el compás con los palillos para iniciar la canción. Mientras Will cantaba, sentía que no estaba allí. Estaba lejos, muy lejos en el tiempo y experimentando un sentimiento lejano, donde era un niño asustado y desamparado haciéndose las mismas preguntas que todavía se hacía: ¿Por qué? ¿Cómo fue que llegué a esto, si lo tenía todo? ¿Por qué tengo que sentir tanto? Sentía que su voz era hueca, al igual que esa audición. Que el vacío se abría paso desde adentro de su ser para tragarse todo lo existente afuera, dejando un legado de entumecimiento total. Y por más que se esforzó por deshacerse de ese sentimiento, de centrarse en el aquí y ahora, no lo consiguió. Cuando terminaron, el busca-talentos estaba con las piernas cruzadas y la mano en la barbilla, sujetando una cara de póquer. Aunque Will podía percibir su decepción, como si una nueva fragancia hubiese invadido el espacio vacío de la estancia. Se inclinó hacia adelante, les agradeció la presentación y los despidió con apretones amistosos de manos.

Tanto Will como Dan y Damien se fueron sabiendo que no llamaría ni los buscaría. Y Will se fue con la certeza extra de que fue su culpa.

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