3ª Carta de Nico a Will

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N/A: Antes de leer este capítulo les recomiendo (mucho, e incluso insisto) que se relean la 2ª Carta de Will a Nico. No necesariamente todo el capítulo, aunque si gustan y para entender mejor, pueden hacerlo. Igual es un capítulo corto.

Lunes, 16 de mayo del 2016

Querido Will:

Si estás leyendo esto quiere decir que mi plan de forzar tu casillero para meter la carta ha funcionado para llamar tu atención. Antes que nada quiero decir que tu segunda carta llegó a mis manos. Y ahora fuiste tú quien me dejó anonadado, además de conmocionado. ¿Cómo fue que no me di cuenta antes, en clases de Biología, cuando arrugaste aquel papel y lo tiraste a la basura? Llama como quieras a la fuerza que hizo que llegara a mis manos. Si te lo preguntas, tu pequeño escrito ha hecho un gran viaje desde las manos de Harold Pane, pasando por las de Johnny hasta las de Charlie y las mías. Creo que pensaste, con alivio, que ese escrito no estaba en la página de Harold porque te deshiciste de él, pero la verdad es otra. Ese escrito fue salvado. No tenía que terminar con nadie más que conmigo. Así como este escrito no tiene que terminar con nadie más que contigo.

Habías dejado tus sentimientos expuestos en ese papel, a flor de piel. Y lo entiendo, sí lo entiendo, Will. Lo entiendo porque, qué estupidez de mi parte que no me haya dado cuenta hasta ahora, pero siento lo mismo por ti. Es amor, Will, es el maldito amor. Lo puedo afirmar ante el mismísimo Dios. Te amo, Will. No lo dudes, porque mi mano no ha temblado un ápice al escribirlo y sabes que mis dedos están conectados directamente con mi corazón.

Escribo esto por desesperación. Faltaste dos semanas a clases. No respondes mis mensajes, correos ni llamadas. Charlie no me quiere decir nada, cuando la busco a ella, o a los gemelos, me miran con impotencia y dicen que no pueden, para luego irse, dejándome plantado y con las mismas preguntas. Todas sobre ti. Supongo que eso es obra tuya. Charlie me advirtió que quieres protegerme. Pero no quiero y no necesito que me protejas, Will. Quiero estar contigo, apoyarte en lo que estás pasando y si existe alguna manera de ayudarte, la aprovecharé sin pensármelo un segundo.

Fueron dos semanas de infierno para mí hasta que llegó lunes y apareciste. Pero no quisiste hablarme. Ni si quiera verme. No dejaste que me acerque a ti. Y parecías más apagado, mirando siempre al suelo, con aspecto desaliñado y dejando pasar las clases de Biología sin hacer preguntas o acotaciones. Quisiera que me permitieras abrazarte al menos, darte una palmada en la espalda o un apretón de manos. Pero no dejas de huir de mí. Fui a tu casa y grité tu nombre hasta que se me acabó la voz, pero nadie me abrió. Supe que tenía que tomar otro tipo de medidas.

Fui un tonto, dejando siempre que velaras por mí sin darme el tiempo para revisar tus demonios. Sabía que siempre que nos electroescribíamos suavizabas o embellecías tus sentimientos, aun cuando de bellos no tenían un pelo, y ciertamente, ese es un rasgo tuyo que me preocupa. Sé que en el fondo te preocupa lo mucho que me importa Johnny. Sé que fue difícil para ti, aunque no lo hayas enfatizado en tus escritos. Me había propuesto inmiscuirme más en ti, en tu pasado y tus dolencias desde que fue tu cumpleaños y nos hicimos novios, pero no lo hice. Perdóname, Will. La falla fue mía. Te fallé, como te han fallado todos. No obstante, Will, me has visto de las formas más lamentables y te has quedado a mi lado, y necesito que entiendas que puedes hacer lo mismo conmigo, porque mis medidas serán las mismas. Necesito que se te grabe bien en la cabeza que no te dejaré solo.

No viene mucho al caso, pero he comprobado que sí está pasando algo raro en mi hogar. Arthur y Perséfone no han vuelto a casa desde el domingo, mientras que Aide la pisa muy poco, Clarissa me mira con cara de nervios y Ayalet carga con una inmutable frustración que la mantiene moviéndose de un lugar a otro sin parar. La cara de papá se ve más ajada por los años y su actitud para conmigo es más evasiva. Ninguno me quiere decir nada, desventajas de ser el menor después del bebé. No quiero sacar conclusiones aceleradas pero me parece por como actúan que algo va mal con Arthur.

Te voy a compartir un criterio muy íntimo que espero que te ayude en algo. Creo que, digan lo que digan, piensen lo que piensen, y a distintos niveles de profundidad, todos tienen un gran valor. Te parecerá extraño viniendo de mí y creerás que estoy ardiendo en fiebre, pero siempre he creído que todo ser humano viene con el paquete completo. Todos los valores y antivalores, virtudes y defectos, al alcance de la mano. Y de entre ese conjunto universo, cada quien elige a cuál de sus elementos recurrir, y también a cuál aferrarse, así como a cuál repeler, y cuánto utilizar. De esa manera se van formando subconjuntos y personalidades. Algunos se empeñarán en cubrir con mantas las virtudes hasta convencerse a sí mismos de que no están allí, mientras que otros lo harán con los defectos. Algunos consiguen sacar provecho y otros generar desperdicios, y no por ser alguien que ha conseguido sacar provecho significa que serás inmune a generar desperdicios, y viceversa. Todos estamos igual de expuestos y somos igual de susceptibles. A veces ganamos, otras perdemos. A veces nos equivocamos, otras hacemos lo correcto. A veces tenemos coraje, otras nos dejamos vencer por el miedo. Con el tiempo aprendemos a aceptar consecuencias y a identificar causas, a escuchar silencios e ignorar ruidos, a crecer más que solo por multiplicación celular. Las personas somos tan indefinibles porque nuestra naturaleza humana es fluctuante. A lo largo de nuestras vidas cambiamos en torno a los nuevos conocimientos y experiencias que adquirimos, aunque muchos ni perciban el cambio. Podemos creer que todos estamos enfermos o que nadie lo está y ambas son verdades por igual. Este vasto y pequeño mundo es tanta mierda como no lo es. Todo depende desde dónde elijas verlo. Desde una nave espacial o desde el ojo de una hormiga. Desde el odio por cómo las personas más influyentes ejercen sus papeles en esta película llamada vida o desde la alegría de los niños de extra que ríen en el parque. De esa manera en que te llegas a preguntar qué está realmente bien y mal. Pensar o ser feliz. Ignorancia o inconformidad. Esto es el verdadero libre albedrío. Es lo que nos hace humanos.

Creo que muchas de las cosas que buscamos afuera están adentro, que tenemos todas las herramientas a nuestro alcance y nosotros elegimos si aprovecharlas o no.

Estoy a tu completa disposición, Will Solace. Aprovéchame, por favor.

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