Capítulo 5: Fotos inesperadas.

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Un chico, que reconozco inmediatamente como Daniel Pool se encuentra acostado en posición fetal dentro de la ducha, tiene los ojos cerrados, pero sus párpados se mueven y jadea inconscientemente, como si estuviera en medio de una pesadilla.

Trago saliva sonoramente, mientras me acerco para tocarle el hombro.

−Oye – carraspeo y lo sacudo.
Sus movimientos se detienen en seco, sé que ya no está dormido, sin embrago mantiene los ojos cerrados.
El silencio que se posa de pronto lo hace todo más incómodo así que ya estoy considerando salir de ahí cuando su voz rompe el hielo.

− ¿Sabías que el mejor lugar para encontrar inspiración es precisamente en el baño? –  dice con los ojos fuertemente apretados a la vez que intenta hacer lo que creo es una técnica de respiración.

Miro a todos lados sin saber qué hacer, solo quiero lavar mi polera e irme de aquí.

−No sé qué tengan− murmura , sin detenerse a comprobar si sigo ahí− pero creo que he encontrado unas cuantas ideas aquí – abre lentamente los ojos colocando ambas manos a cada lado de la tina, dándose el impulso para levantarse.

Me alejo, dejándole espacio suficiente para que pueda salir. Pasa a mi lado dándome una fugaz mirada, sin embargo se detiene junto a la puerta.

−Eres la chica de mi foto – asegura, mirándome por encima de su hombro.

−Eh… si− me llevo la mano al pelo, entreteniéndome con uno de los mechones, es algo que suelo hacer cuando me entran los nervios, no es que Pool me ponga nerviosa pero hay que admitir que es extraño habérmelo encontrado en el baño.

−Lo siento, pero…− sonríe  levemente− No recuerdo tu nombre.

−Nunca lo dije – respondo rápidamente, advirtiendo la corta risa que se le escapa.

Asiente, entrecerrando los ojos y abriendo la boca dispuesto a decir algo, pero dos golpes en la puerta nos distraen.

− ¡El que esté dentro, que se apure! – golpea nuevamente con un poco más de fuerza, me remuevo incómoda, la voz del otro lado no suena muy amigable.

Pool en cambio no se alarma, gira el pomo de la puerta con suma tranquilidad y murmura algo a la persona del otro lado, algo que no logro oír. Segundos después se vuelve y me mira una última vez  con esos ojos color… cierra la puerta de golpe haciéndome pegar un salto.

Al fin estoy sola.
Suelto una carcajada mientras pienso en lo absurdo de toda la situación, ¿Durmiendo en la ducha en plena fiesta? ¿Es en serio? de seguro Fernanda se moriría de la risa si se enterara ¡rayos! Dije su nombre.

Me saco la polera y comienzo a lavar la zona dañada con sumo cuidado, evitando que el agua se desparrame por toda la tela, tampoco quiero andar toda empapada y pescar un resfriado. Restriego un poco hasta que noto que la mancha comienza desaparecer.

Dos golpecitos en la puerta hacen que me apresure, no quiero tener que enfrentarme a un chico o chica enojado, posiblemente alcoholizado y con la vejiga llena. Estrujo un poco la tela y la paso rápidamente por la cabeza.

− ¡Ya salgo! – grito.
Abro la puerta y me encuentro con Tania, esperando apoyada en la pared.

−Tú – abro mis ojos en sorpresa − ¿Dónde estabas?

− No puedo hablar – me hace a un lado rápidamente − baño primero –  señala antes de cerrar la puerta enfrente mío.

Pff, Si cree que me quedaré esperándola aquí afuera está muy equivocada, doy media vuelta y vuelvo a la fiesta. Decidí que, si voy a estar aquí, al menos tengo que divertirme.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora