“Ya es tiempo”
Me remuevo al escuchar esas palabras ¿Tiempo para qué?, intento abrir los ojos, pero todo a mi alrededor desprende un brillo tan potente que no puedo mantenerlos abiertos por mucho tiempo.“Te hemos estado observando”
Miro por entre mis pestañas, pero lo único que logro divisar son sombras− ¿Dónde estoy? – mi voz suena extraña, como si le perteneciera a otra persona.
“No estás haciendo las preguntas adecuadas”
¿A qué se refiere con eso? ¿Estoy en una especie de prueba o algo? Trato de incorporarme, pero es inútil, caigo de espaldas nuevamente.
“Dale tiempo” una nueva voz se hace presente “Aún no está acostumbrada a esto”
Intento hablar, pero las palabras se quedan atascadas en mi garganta. Apoyo mis manos en el suelo e intento levantarme, pero algo ha cambiado, siento mi cuerpo más liviano, casi como si estuviera flotando.
“¿La crees capaz?” las voces continúan hablando como si yo no estuviera presente.
“Tiene que serlo ¿No has escrito eso ya? –No hay respuesta – Y si no, lo hará por su madre”
¿Mamá? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? Es más, ¿Qué tengo que ver yo en esto?
Las luces comienzan parpadear tras mis párpados y pronto todo el lugar comienza a deshacerse, mientras gritos de dolor inundan mis oídos.(…)
Lo primero que percibo es un agradable olor a menta, abro lentamente los ojos, la chaqueta de Pool continúa sobre mis hombros, pero soy yo la que he cambiado de lugar. Entro en alerta de inmediato e intento reincorporarme, sin embargo unas manos me detienen.
−Despacio – susurra Pool, ayudándome, pero mis ojos están tan desorbitados que lo intenta nuevamente – Te desmayaste hace un rato, pero no pasó a mayores.
− ¿Dónde estoy? − me aclaro la garganta.
Se demora en responder, casi como si tuviera miedo de hacerlo.
− En mi departamento.
El aire abandona mis pulmones ¡¿Qué demonios hago en el apartamento de Daniel Pool?! Pero antes de que me levante y salga corriendo cual Usain Bolt se apresura en contestar.
−Tenías pequeños intervalos de lucidez, en donde me decías que por favor no te llevara a un hospital… – aclara.
Tiene sentido, no recuerdo habérselo dicho pero yo odio los hospitales, así que una parte de mí se lo agradece, aunque la otra aun desconfía. Si un chico que apenas conoces te lleva a su casa ten por seguro que nada bueno puede pasar.
−…Y no sabía dónde vivías y te estabas congelando, así que solo se me ocurrió traerte para acá – se pasa una mano por el cabello –Pero tranquila, evité el contacto al máximo, supuse que te molestaría, aunque claro, tuve que cargarte un buen trecho. –avisa, frotándose la nuca.
−Oh… gracias – evito mirarle a la cara− Creo que ya me siento mejor así que… me iré a casa.
Me levanto, casi pierdo el equilibrio en el proceso, pero logro disimularlo muy bien, así que apresuro el paso hacia lo que creo es la puerta de salida antes de que mi pobre actuación me haga estrellarme en el suelo.
−No quise molestarte– Murmura. Me detengo justo en frente de la puerta− No debí haber dicho esas cosas, no es mi asunto en lo absoluto −su mandíbula se tensa− Lo que estoy tratando de decir es…– se revuelve el pelo incómodo mientras maldice en inglés en voz baja, enojado consigo mismo –Básicamente lo que trato de hacer ahora es disculparme.
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Las puertas de Paris
Teen FictionParis Ruiz es una estudiante común, hasta que con la llegada de Daniel Pool como estudiante de intercambio a su Universidad, comienza a tener una serie de sueños que la llevan a un extraño desierto habitado por seres cósmicos tan misteriosos como su...