Capítulo 8: La muerte es solo el comienzo

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No tengo ni la más mínima idea de lo que pasó ahí adelante, solo sé que llegué y me sorprendí al no escuchar solo cosas malas de mi creación, después de todo si le había gustado, la maldita maqueta le había gustado, "La manera desprolija con la que había sido construida, pero al mismo tiempo manteniendo la elegancia de la forma" algo así creo que dijo, pero ¡Qué diablos, lo había logrado! yo había creado una maldita maqueta con "Elegancia de forma"! lo que sea que eso fuera.

−Paris, de verdad me sorprendes y por eso tengo una propuesta que hacerte− el profesor Carlos me mira tras sus anteojos.

− ¿De qué se trata?

−Estamos preparando unos pequeños talleres sobre fotografía, un workshop y quiero que tú seas la ayudante, siento que tienes bastante potencial ¿Qué dices?

Su pregunta me pilla por sorpresa ¿Ayudante? ¿Yo? Nunca me vi a mi misma haciendo eso, aunque dicen que la paga es buena y cualquier dinero extra es bienvenido, además ¿No dicen que hay que aventurarse a probar cosas nuevas?

−Claro, pero... ¿Quién impartiría la clase?

−El estudiante de intercambio, creo que se los presenté un día – trago saliva sonoramente – El chico tiene un talento innato, así que aprovecharemos que está en nuestra Universidad para que guíe a un pequeño grupo de estudiantes de primer año, increíble ¿no? –me mira animado tras sus gafas demasiado gruesas.

−Sí, increíble – murmuro por lo bajo.

−Empieza la primera semana después de las vacaciones de fin de semestre – señala, llamando a otro estudiante para la corrección –Te mandaré el horario en cuanto lo tenga –sonríe demasiado animado y debo reunir toda mi fuerza para emular una sonrisa que no demuestre lo horrorizada que estoy por dentro.

Trabajar junto a Daniel Pool, de todas las cosas que se me hubieran podido ocurrir esta nunca, ni en mil millones de años habría pasado por mi cabeza. Por suerte es después del fin de semestre, así por lo menos tendré tiempo de hacerme a la idea.

− ¿Vas a ir conmigo o no? − pregunta Fernanda mientras caminamos fuera de la U.

−Si claro −respondo sin entusiasmo, perdida en las nubes. Creo que la noticia de mi nuevo trabajo me ha revuelto un poco el estómago.

−Bien −dice como si nada, aunque sé que en el fondo está dando saltos de felicidad.

(...)

Caminamos un buen rato por las calles de la ciudad, la verdad no tengo ni idea hacia dónde vamos y cada vez que me atrevo a preguntarle a Fernanda esta me dice que ya queda poco, pero empiezo a creer que tenemos distintas definiciones de "Poco" porque desde la última vez que lo dijo ya han pasado como veinte minutos.

Los edificios poco a poco comienzan a desaparecer, dando a paso a pequeños locales de no muy buen aspecto, los grafitis en las murallas comienzan a abundar y yo ya me estoy preguntando si sigo en Talca porque nunca en mi vida había estado en estas calles. Ya es bien entrada la tarde y la gente de pronto ha decidido desaparecer o quedarse en sus casas. Espero que sea la segunda opción.

Me tomo del brazo de mi amiga para buscar algo de protección.

−Fernanda, ¿No encontraste un lugar, no sé, un poco más "amigable"?

−Vengo aquí todo el tiempo – se encoge de hombros – Mira ya llegamos.

Frente a nosotras hay un local, que con letras de neón anuncia "BLACK WOLF TATTOO" Fernanda abre la puerta y el sonido de una campana anuncia nuestra llegada, mi amiga hace un movimiento de manos invitándome a entrar primero.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora