Capítulo 18 Crystal Palace

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Loana había desperdiciado demasiado tiempo con sus reflexiones acerca de lo escurridizo de los peces, por lo que ahora se encontraba al otro lado del lago con un extraño y con la noche comiéndole los talones.

Sabía que el hielo estaba delgado pero si rodeaban la gran masa de agua la noche los alcanzaría a mitad del camino, por lo que decidió arriesgarse y cruzarlo por la delgada capa de hielo. Paso a paso iban oyendo como el hielo crujía bajo ellos, pero no había tiempo para lamentarse de la situación, en medio del bosque se podía escuchar la risa de las hienas que comenzaban abandonar sus escondites.

Nieve la seguía con paso calmado por lo que ella iba tres metros por delante de él. Las masas de hielo se separaban bajo sus pies a medida que se iban agrietando y separando en curiosas formas geométricas. Aún quedaba mucho por recorrer cuando el peso de Loana no fue soportado por la capa de hielo que se rompió arrojándola a la fría agua del lago. No sabía nadar, nadie de la tribu sabía, iba a cumplir el mismo destino de Ahot. Unos brazos blancos la tomaron por las axilas y la retiraron del agua, inconsciente por el agua en sus pulmones y por la hipotermia, Nieve la arrastro hacia la orilla más cercana del lago.

***

Trazo unas cuantas líneas en mi cuaderno, ignorando completamente la clase, no puedo sacarme de la cabeza el día anterior.  Cuando hundí esa daga en la criatura fue como quitarle con ello un gran peso de encima a aquella familia, podía verlo en sus rostros y por un momento sentí que, quizás todo esto no era tan malo como yo pensaba.

Se sentía realmente bien ayudar a mitigar el dolor de otras personas.

Un codazo en mi brazo me saca de mi letargo, me giro encontrándome a Fernanda, quien entrecierra los ojos.

− ¿Qué es eso? – pregunta señalando mi cuaderno.

Bajo la vista, sorprendiéndome al ver a aquella horrible criatura con sus tentáculos amenazantes, ni siquiera me di cuenta cuando las líneas que trazaba sin sentido alguno de pronto comenzaron a tomar forma.

Parpadeo varias veces antes de arrancar la hoja.

−Hey, estaba lindo – alarga la mano para quitármela antes de que la arrugue aún más.

−Esa cosa era de todo menos lindo – murmuro.

−Pues no para mí – mira el dibujo un poco más – me gusta todo ese royo de los tentáculos que parecen garras.

El estómago se me revuelve nada mas escuchar aquello, pero intento guardar la compostura.

− Oye, estaba pensando en que deberíamos comenzar a trabajar en nuestro proyecto para el taller – dobla el papel en cuatro y lo guarda en su bolso – no puedo reprobar esta materia.

−Sí, claro, mañana podríamos ver que hacer – repongo con la vista perdida en el pizarrón.

− ¿Por qué no hoy? Tenemos toda la tarde libre, a no ser que tengas otros planes.

−De hecho, tengo algunas cosas que hacer – el profesor da por terminada la clase. Me levanto, recogiendo mis cosas pasando la tira del bolso por mi hombro.

− ¿Con Pool? – inquiere.

Su pregunta me toma por sorpresa.

−No, ¿Por qué tendría planes con él? – la interrogo de vuelta.

La gótica se encoje de hombros.

−Porque eres su ayudante...y también porque viene directo a nosotras− quita sus ojos de mí, y mira hacia el frente.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora