Capítulo 9: Hogar, dulce hogar

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Guiado por su curiosidad, el incorpóreo Mordad replicó la forma de aquellos singulares seres que despertaban su curiosidad y deseaba comprender; es así como descendió de su sitial cósmico hacia los frondosos bosques nevados del orbe. Sintió por primera vez el frío punzante de la nieve en sus pies y las caricias del viento en su desnuda piel, pero no sintió la mirada de Maktub, que por primera vez pudo observar en detalle a un ser cósmico, y más impresionante aún, por primera vez comenzó a escribir el libro de uno...

***

Tania no deja de moverse de un lado a otro mientras carga la que espero sea la última de sus maletas. Porque ya lleva como tres y empiezo a sospechar que ahí solo va su ropa interior.

Salem y yo la miramos desde el sofá, ninguno de los dos tiene ánimos de hacer algo así que me entretengo cambiando la tele y yendo de canal en canal sin detenerme en ninguno interesante.

Mis maletas las dejé preparadas la noche anterior así que no tengo que preocuparme de nada, solo esperar a que Benjamín llegue para emprender camino a Iloca, nuestro pequeño pueblo costero, tal como habíamos acordado, solo que ahora Tania se sumó así que tendremos que hacer una breve parada en el terminal.

Lo bueno de todo esto es que al fin acabó el semestre, lo malo es que, cuando acaben estas mini vacaciones tendré que enfrentarme a Daniel Pool, a quien he estado evitando exitosamente durante todos los días que lo veía aparecer por los pasillos o presentía que se encontraba relativamente cerca, es algo así como un sexto sentido que desarrollé.

− ¡Ya está aquí! − grita Tania mientras carga una enorme maleta púrpura hacia la salida.

Me levanto y tomo mis maletas conmigo, preparándome mentalmente para no actuar rara frente a mí amigo, no quiero que las cosas se vuelvan incómodas entre nosotros ahora que creo saber lo que siente hacia mí.

−Hola− saluda Benjamín en cuanto salgo por la puerta.

−Hola – digo llegando hacia él y dándole un pequeño y torpe abrazo ya que las maletas me tienen con las manos ocupadas.

−Déjame yo las llevo – me quita las maletas y las lleva dentro de la cajuela del auto.

¿Ves? no fue tan difícil, solo tienes que seguir siendo tu misma, además él no te ha dicho nada al respecto así que no hay razón para actuar distinta.

Lo sigo con la mirada mientras las acomoda, solo son dos, pero teniendo en cuenta que viajamos tres y Tania tiene alrededor de cinco, debe ser como jugar tetris.

Lo bueno es que Benjamín conduce un auto "normal", no quiero ni imaginar en cuanto tiempo Pool haría el recorrido hacia casa con esa cosa que llama auto ¿Qué dijo que era?¿Un Ferrari...?

¡¿Pero qué hago pensando en Pool?!

Desecho el pensamiento de mi mente mientras voy en busca de Salem, no puedo dejarlo solo tantos días. Lo tomo entre mis brazos y lo pongo en el asiento trasero, lo siento por la alergia de mi amiga pero tendrá que compartir con el gato.

Abro el lado del copiloto y entro, mientras, me entretengo buscando el libro que la noche anterior Fernanda puso en mi bolso, dijo que era su favorito y que era mi deber como amiga leerlo, así que básicamente me amenazó para que lo hiciera.

− ¡Hey! ¿Y a mí nadie me va a ayudar? – Tania está de pie en frente a la entrada, con maletas en todas partes, tantas que apenas se le ve la cabeza – A Paris la ayudaron – protesta, haciendo un puchero con la boca.

Benjamín rueda los ojos a la vez que pone su cara de "Las mujeres y su ropa" y camina hacia ella, tomando unas cuantas maletas con una facilidad que me asombra.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora