Capítulo 17 Capturar y regresar

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Una gota de agua se desplaza desde mi sien hacia abajo, frunzo el ceño y trato de quitármela, sin embargo mis manos se topan con una toalla mojada sobre mi frente. Abro los ojos, incorporándome lentamente a la realidad, miro hacia el velador en busca de mi teléfono pero me encuentro con una pila de remedios y vasos de agua y eso basta para que mi cerebro haga sinapsis recuerde todo lo sucedido.

−Toc -toc – Tania asoma la cabeza por el hueco de la puerta – ¿Cómo amaneció la enferma?

Quita la toalla y toca mi frente con su palma

−Ya no tienes fiebre, eso es bueno

−Me siento mejor – digo, apoyándome sobre mis codos a la vez que un bostezo amenaza por salir – tan fresca como una lechuga

Estiro mis brazos, sintiendo al instante como mi cuerpo se relaja, no sé qué fue lo que me dieron pero me siento extrañamente bien, mejor que bien de echo.

−Yo con gusto sería una lechuga si ese chico Inglés está ahí para cuidarme – guiña el ojo

Y ahí vamos, sabía que Tania no lo dejaría pasar

−Solo se preocupó− protesto, sabiendo perfectamente hacia dónde quiere ir con todo esto− solo estaba siendo amable

Levanta las manos – Oye, no te pongas así, solo me parece tierno que me llamara porque estaba preocupado por ti– acomoda la almohada bajo mi cabeza y ordena las cosas de mi velador – debiste verlo cuando llegué, él tuvo la idea de la toalla con agua fría ¿sabes?

−Ya sabía yo que esto no podía ser obra de Tania – bromeo para hacerla enojar, pero parece que nada de lo que diga o haga hoy la sacará de sus casillas − ¿pudiste estudiar algo? − pregunto para desviar su atención

− ¿Eh? – murmura entornando los ojos sin comprender, hasta que su cerebro al fin funciona – si – confiesa rápidamente – es increíble lo rápido que uno avanza cuando se estudia en grupo

Asiento, dándole una sonrisa para que vea que me lo creo, a veces Tania puede ser tan ingenua

El sonido del timbre nos hace voltear a ambas. Tania deja la toalla sobre la cómoda y baja a abrir la puerta.

Aprovecho ese momento para ponerme en pie y entrar al baño. Una vez frente al espejo me descubro parte del hombro hasta llegar a la zona de mi herida, quito la venda y frunzo el ceño con sorpresa, casi ya no quedan rastros de ella, solo una pequeña línea rojiza, que fácilmente podría confundirse con el color de la piel, paso un dedo sobre ella y no siento ardor alguno

− ¿Paris?

Boto la venda en el basurero y me acomodo la camiseta antes de salir. Fernanda está sentada al borde de la cama mordiéndose las uñas

−Hola – saludo, pero entorno los ojos inmediatamente − ¿no tenías una clase a esta hora?

Encoge los hombros jugando con las puntas de su pelo, ignorándome por completo

−Somos equipo en el próximo proyecto –informa

Asiento levemente y me recuesto, esperando a que diga algo más, pero al parecer mi amiga gótica ya lo dijo todo

− ¿En serio viniste hasta aquí solo para decirme eso?

−Si – frota uno de sus brazos −... y también porque hablé con mis padres – suelta de pronto.

Agrando los ojos y me incorporo para prestar mayor atención, las cosas se ponen interesantes.

− ¿Y...? − Le ánimo para que continúe.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora