Capítulo 33 La persecución

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Requiere práctica

Ruedo los ojos antes sus palabras, claro que la requiere no soy idiota, pero cuando ves que ya llevas toda las semana intentándolo y ni siquiera hay un mísero avance es inevitable no desanimarse

¡Momento! Miento, si hubo uno, pero estaba demasiado exaltada como para considerarlo como tal

Fue hace cuatro días atrás, luego de salir huyendo de Pool, entré a la primera puerta que encontré, por suerte ese día todo el mundo había decidido desaparecer ya que la Universidad estaba inusualmente vacía y en un intento desesperado por llegar lo más pronto a casa, no lograba distinguir la puerta de mi hogar de entre todas las demás hasta que justo ahí, en ese mismo momento un escalofrío me recorrió por completo, dejándome sin aliento, se sentía demasiado cerca, pero lo ignoré por completo hasta que encontré mi puerta y me fui.

Si lo sé, una decisión estúpida considerando que de mi depende la protección del mundo, pero hay días en que ni siquiera eso logra motivarme.

−¿Has visto mi bicicleta? – Fernanda inspecciona todo el patio intentando encontrarla

Pongo la llave en el cerrojo y abro la puerta

−¿No está donde la dejaste tirada noches atrás? – pregunto quitándome la mochila y tirándola al sillón.

A veces Fernanda llegaba de visita a casa y tiraba su bicicleta negra en el primer lugar que encontraba en el patio, pero cuando anochecía siempre decidía volver a casa caminando, diciendo que le gustaba el aire nocturno, que la ayudaba a pensar con claridad, cosa que no suele hacer durante el día y que no puede concentrarse en sus pensamientos si además debe estar concentrada en pedalear, así que la bicicleta podía pasar días allí tirada hasta que mi amiga decidía que ya era tiempo de volver por ella.

−No – da una última mirada antes de cerrar – me gustaba esa bici – encoje de hombros como si nada, aunque puedo ver que de verdad le tenía aprecio.

Se sienta en el sofá, acariciando a Salem que no pierde tiempo y comienza a ronronearle

−Tania está por llegar – digo mirando el mensaje que ella acaba de enviarme hace menos de un minuto - ¿nos vas a acompañar?

−¿Al aniversario? – Asiento – sí, puede que vaya... ¡Auch! – quita la mano y se lleva el pulgar a la boca. Veo como Salem sale disparado hacia la puerta trasera y se pierde en el patio - ¿Qué rayos pasa con él? – gruñe la gótica mirándose el dedo y la fina línea de sangre que brota de éste

Desde hace algunas noches tanto Salem como los demás animales de la cuadra han comenzado a actuar extraños, ladrando a mitad de la noche y corriendo a esconderse quién sabe dónde. Ruedo la tapa de la botella que tengo en las manos y me la llevo a la boca

−¡Paris! – grita sacándome de mis pensamientos – estas demasiado pensativa últimamente , no me molesta, me agrada que no hables y me dejes disfrutar de la calma y el silencio de la vida, pero quizás no sea bueno para ti debido a tu naturaleza comunicativa, así que dime, no es que me interese –aclara rápidamente− pero leí por ahí que para mantener tus relaciones humanas estables debes preocuparte por el otro, así que como eres una de mis pocas relaciones humanas debo preguntar – toma una largo aliento antes de hacerlo−¿Hay algo que quieras contarme?¿Algo que te tenga de esta manera? Juro que fingiré oír tus problemas mundanos

−No es nada – bebo un sorbo, sintiendo como el líquido helado se desplaza por mi garganta, refrescando todo a su paso.

Me examina con la mirada y se vuelve, tomando el control de la televisión y cambiando los canales, vaya, creí que sería más difícil de convencerla.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora