Capítulo 43 No me digas que lo conoces.

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Mis pulmones se abren de golpe en busca de oxígeno, mi espalda se arquea ante el sacudón que me trae de vuelta y un picor comienza a hacer de las suyas en mi garganta, provocándome una tos que no se detiene en varios minutos.

Me levanto, sintiendo como una película oscura me empaña la visión, trayendo consigo los efectos propios de incorporarme demasiado pronto. Inhalo y exhalo con lentitud, hasta que al fin mis sentidos parecen aclararse.

Dos puertas solitarias se alzan a ambos lados de mi posición, se encuentran abiertas, naturalmente. Nunca había estado en estos lados del Desierto, pero por la escasez de puertas puedo percatarme de que se trata de las llamadas puertas profundas. Inmediatamente recuerdos de lo que pasó invaden mi cabeza; Paredes temblorosas y pisos que se desmoronan, me veo a mi cayendo por un túnel oscuro y el recuerdo de la quemazón que atacó mi pecho me pone la piel de gallina, luego de eso no hay nada más, no sé ni cómo llegué aquí ni que fue lo que pasó cuando caí, aunque si recuerdo que...Daniel, él estaba conmigo momentos antes de que todo se derrumbara, literalmente...oh no, ¡Daniel!

Comienzo a sudar frío.

−¡¡Daniel!! –Grito con fuerzas, mirando de lado a lado en su búsqueda.

No tengo idea de lo que pudo haber pasado o lo que hice para venir a caer aquí, pero si él estaba conmigo en ese momento hay una leve posibilidad de que también haya venido a parar acá...no, no, eso es casi imposible, niego con la cabeza fuertemente, como si al hacerlo eso se llevara consigo todo rastro de probabilidad.

Es imposible, solo quienes pertenecen a este mundo o tienen una llave como la mía pueden venir acá y ver las puertas y a todas las criaturas o al menos eso es lo que he aprendido durante todo este tiempo.

Basta... cálmate y respira Paris. Me levanto, dejando salir un suspiro y esperando con ello que la angustia desaparezca.

Pero entonces lo oigo.

− ¡Paris! – quedo inmóvil en mi posición, pero aun así lentamente miro por sobre mi hombro.

Lo veo, corriendo hacia mí y deteniéndose en cuanto se encuentra relativamente cerca, avanza con pausas, como si tuviera miedo de que salga huyendo.

−Paris...−hace una pausa, dudando en si continuar

Ay no, esto está pasando realmente. Agarro mi cabeza con fuerza, todo acabó, no hay manera de explicar esto. Traje a Daniel al Desierto, no sé cómo lo hice pero ya está, definitivamente la he JODIDO con mayúsculas.

−Puedo explicar esto...solo dame algo de tiempo por favor –comienzo, levantando las palmas de mis manos en su dirección para no alarmarlo, pero sus cejas se unen e inclina un poco la cabeza hacia un lado.

Solo le bastan dos zancadas para llegar hasta mí, me devano los sesos intentando buscar las palabras correctas para explicarle todo, o al menos intentarlo, pero atrapa mis alborotadas manos que no han parado de gesticular de un lado a otro. Me detengo, cerrando los ojos y tomando con ello una gran bocanada de aire antes de comenzar.

Pero es él quien habla.

−Tranquila –Su voz transmite un calma que me desencaja. Sube sus manos hasta que éstas descansan en mis hombros, lo miro confundida, notando una mirada culposa en su rostro – Perdóname...todo esto... –mira a su alrededor, pero pronto baja la mirada emitiendo un suspiro derrotado −...no debía pasar, tú no debías...

− ¿Qué? – me echo para atrás − ¿De qué estás hablando?

El corazón me late desbocado en antelación. Yo debería ser la que... ¿Pero qué...? Esto no tiene sentido, ¿Dónde está el pánico y el miedo? ¡La desesperación maldita sea! Porque actúa como si...

− ¿Conocías este lugar? –pregunto a regañadientes

Sus ojos se agrandan, frunce los labios antes de contestar.

− ¿Lo conocías? – insisto.

Revuelve su cabello, deteniéndose tras su nuca, en donde los músculos de sus brazos se flexionan, dejando ver la tinta marcada en su piel.

−El tatuaje...−suelto sin aliento, atando cabos en mi cabeza –...El Desierto de Tiempo... –susurro de manera entre cortada, sintiendo mi garganta apretarse.

No fue un error cuando creí haber visto una puerta dibujada, no fue un juego de luces y sombras... siempre fue el Desierto de Tiempo, entre tantos desiertos tenía que ser este. Froto mis ojos con desesperación ignorando el molesto ardor que esto me produce. Ahora la pregunta es ¿Cómo?... ¿Cómo es posible que Daniel lo conozca?

− ¿Cómo sabes su nombre? – es él quien pregunta, con los ojos agrandados por la sorpresa.

Mi mandíbula se aprieta.

Paris

Ambos nos congelamos ante la profunda voz que inunda todo el lugar, levantando un eco a su paso. Trago saliva notando como Daniel se sitúa un paso delante de mí, cubriéndome de manera protectora con su cuerpo.

El necro nauta está cerca, ha llegado el momento de que cumplas con tu responsabilidad

No paso por alto el hecho de que ni siquiera se ha pronunciado por la presencia de Daniel. Sin embargo lleva la razón, puedo percibir un hormigueo bastante potente en el pecho.

Esta demasiado cerca, puedo sentirlo, deberías poder verlo

Daniel voltea a verme, puedo notar la confusión marcada en su rostro, y también un deje de recelo, no puedo culparlo, yo me siento de la misma forma.

Me aclaro la garganta

−Hay alguien más...− inicio, preguntándome demasiado tarde si es o no una buena idea decirle sobre Daniel

¿Lograste verlo?, estate alerta, esta podría ser la última oportunidad para capturarlo

−No me refiero al Necro nauta – doy una rápida ojeada a Daniel, viéndole retroceder un tanto incrédulo y con el ceño fruncido. Se aleja unos pasos, como si el estar cerca de mí no fuera la mejor opción.

Imposible –corta de inmediato – lo habría visto no más al llegar

Mis cejas se tuercen ante su respuesta, me quedo callada un instante, un tanto incrédula ante su respuesta. Espero que vuelva hablar, que diga que si lo ha visto, que solo juega conmigo, como suele hacer cuando evade magistralmente mis preguntas, pero no, nada de eso pasa y el incómodo silencio comienza a volverse tortuoso hasta el punto de tornarse molesto.

Y entonces algo hace clic dentro de mí.

El recuerdo fugaz de nuestras conversaciones pasadas aparece ante mis ojos, abofeteándome el rostro. Dejo escapar todo el aire contenido en mis pulmones, teniéndome que recordar el cómo respirar.

"Pero no es cualquier alma, ésta en particular está...fuera de mi dominio"

No, no, es imposible, pienso, pero las palabras no se detienen ahí...

"− ¿Así que puedes sentirlo?"

"Lo siento hace una pequeña pausa, que por un momento me hace pensar que hay más escondido detrás de sus palabras pero solo tú puedes verlo, por eso es imperante que te adecúes a este mundo"

Las cosas parecen encajar, una a una frente a mis narices.

−No puedes verlo...−volteo, con el corazón doliéndome en cada latido.

¿Está ahí contigo?

Niego con todas las fuerzas

−No... Daniel está conmigo – respondo con fuerza, cargando la voz en su nombre y negándome a creerlo.

Los ojos de Daniel pareciesen brillar compungidos, pero no emite palabra alguna y aunque permanece quieto en su lugar, siento como si ya estuviera lejos de aquí.

Alejándose de todo, huyendo...de mí.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora