Capítulo 50 Legados

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El clack clack clack de sus pisadas resuena por los pasillos, pero nadie se detiene a verla ni cuando pasa por su lado, ni tampoco cuando y de manera casi fortuita los hombros de los residentes golpean los de la chica.

Sus ojos son dos grandes canicas que observan atentos cada cosa a su alrededor, puerta a puerta, numero a número, hasta que al fin su mirada se posa en su objetivo.

Nunca antes había sentido las manos tan frías.

...

Yo no quité esa alma, tú lo hiciste –comienza sin rodeos ni tacto alguno. La sangre me hierve y estoy a punto de gritarle unas cuantas verdades, ¿Pero qué le diría? ¿Qué se equivoca? Cuando fue mi mano la que clavó la daga en su corazón.

Me obligo a seguir escuchando aun cuando me gustaría salir corriendo y desaparecer por cualquiera de las puertas que tengo al frente.

Si hubo amor o como quieras que decidas llamarlo, ya carece de cualquier importancia. El amor es solo una noción, un mero instinto reproductivo, un concepto surgido hace miles de años en una civilización cuyo nombre ni siquiera comprenderías y cuya existencia quedó olvidada en el cosmos, pero que desde ese entonces he tenido que cobrar muchas vidas en su nombre. Amor...que sensación más vana.

Deja escapar un sonido gutural que no me agrada para nada, pero supongo que es así como la muerte se expresa. Me quedo de brazos cruzados, sabiendo que espera algún tipo de réplica de mi parte pero no estoy de humor para darle en el gusto.

Ilusos −bufa − Criaturas poseedoras de un conocimiento tan vago que deciden despojarse de la luz que albergan dentro de su forma humana por lo primero que les haga sentir algún tipo de agitación.

−No me sorprende – digo con la voz ronca de tanta rabia– después de todo nunca has sentido emoción alguna. Lo único que haces es acabar con ellas o... cambiarlas por sentimientos que solo traen consigo lágrimas

Puede que tengas razón Paris. –concuerda.

Escucho atentamente, sorprendida de que me haya dado la razón en esto.

Sin embargo has caído en un error.

El alma de aquel muchacho nunca estuvo perdida.

Y si te lo preguntas, la luz que estaba extraviada fue encontrada.

Mis ojos se agrandan en sorpresa, pero lo que viene después termina por aclarar algo que en mi interior siempre supe.

Que hasta la muerte puede llegar a extinguirse.

Pero que siempre debe existir, y su labor debe recaer en alguien...

No... es una locura.



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Solo queda un epilogo

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora