EPÍLOGO

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Su mente se enfoca en la tarea que tiene entre manos, tanto así que incluso ha ignorado la presencia de Mordad que no ha dejado de observarla desde que dio con ella hace un par de constelaciones atrás.

Se acerca hacia la camilla, en donde un cuerpo ausente reposa. Su mano se alza y anhela tocar la piel de aquel ser, sin embargo su voluntad flaquea, lo sabe y por eso baja la mano abruptamente. Un brillo inusual en sus ojos se aloja en los bordes amenazando con salir, los restriega con fuerza y camina hacia el manojo de cables que se unen y mantienen aquél cuerpo estable.

Un ligero temblor en sus dedos es suficiente para que decida terminar con esto rápido. Toma aquel cable con fuerza, aquel que emite ese insistente pitido artificial, con una fuerza casi dolorosa.

Y olvida la mirada atenta de Mordad.

Y olvida que otro ser la observa desde algún lugar, en alguna parte de aquel basto universo. Me detengo, observando la figura de aquella chica, su alma...si, sin duda es especial, Mordad y ella comparten la misma luz.

La tinta negra está deseosa de formar las palabras, sin embargo me permito esperar.

Su agarre no ha disminuido ni pretende hacerlo y lo que viene después me es conocido.

Doy vuelta a la página

...

Benjamín me observa paciente, notando que me he perdido por un instante en mis pensamientos.

−Oh, esto...−murmuro, llevando el libro hacia el pecho y sintiendo como la piel se me eriza de pronto. Me quedo quieta, mirando fijamente hacia el único atisbo de sol que aún no se ha escondido por completo

Acaricio el lomo del libro, sintiendo el relieve de aquellas letras gastadas y un suspiro se me escapa de entre los labios cuando abro sus páginas y veo aquella fotografía

Corrí, no sé por cuanto tiempo, solo recuerdo sentir el viento en mi cara, revolviéndome el cabello y llevándome lejos de todo, pero no lo suficientemente rápido.

Y de pronto ya estaba en casa, con el agua corriendo por mi cuerpo, intentando llevarse todo con ella, limpiar todo a su paso. Pero hay cosas que simplemente no se pueden borrar. No importa cuánta agua se use.

Me pongo el pijama, ni siquiera me doy el tiempo de secarme el cabello, mis manos y cuerpo parecieran moverse por inercia. Corro las sábanas, pero me detengo en seco. Aun lado de mi cama hay un pequeño cuadrado de papel, debió haber salido volando cuando quite los almohadones con fuerza.

Lo tomo, dándome cuenta de que es una fotografía del Big ben, pero en cuanto volteo la imagen, mi corazón se detiene y un sollozo se me escapa por la garganta al ver su caligrafía inundándolo todo.

Lo tomo, dándome cuenta de que es una fotografía del Big ben, pero en cuanto volteo la imagen, mi corazón se detiene y un sollozo se me escapa por la garganta al ver su caligrafía inundándolo todo

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Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora