Capítulo 16: vuelve a la cama

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Una extraña vibración me remueve el pensamiento, aprieto más los ojos para hacerla desaparecer pero no se detiene, al contrario, se hace más fuerte y molesta.

Alargo la mano hacia la mesita al lado de mi cama, desde donde parece venir la vibración, palpo torpemente la superficie, botando una que otra cosa a mi paso hasta que al fin mis dedos dan con su objetivo

Contesto sin siquiera mirar quien es.

− ¡Faltaste! no sabes lo horrible que es enfrentar una horrible clase de ese horrible ser, por dos interminables horas Paris – arremete Fernanda de mal humor

Me aprieto el puente de la nariz, intentando que todo deje de darme vueltas.

−No se Fernanda, no... no me siento muy bien –un escalofrío me recorre

− ¿Qué tienes?

Trato de incorporarme en la cama, pero lo logro a duras penas

−Fiebre quizás –murmuro

− ¿Estás sola en casa?

−Sí, Tania debió irse a su clase de...no recuerdo cual, pero salió muy temprano

−Si quieres voy para allá, no es bueno que estés sola en esas condiciones

¿La gótica preocupada por mí? Nunca creí que viviría para ver esto

−No, todo está bien, además tenemos taller de obra, anda para que me cuentes luego lo que hay que hacer – me aclaro la garganta, suena demasiado rasposa para ser mi voz

− ¿Segura?

−Segurísima, ahora déjame descansar, ya casi no puedo mantener el teléfono en mi oreja

−Adiós

−Adi... − y cuelga, típico

Cierro los ojos una vez más, pero los abro en cuanto otra llamada llega. Nota mental: apagar el maldito celular.

− ¿Hola? – intento reprimir un bostezo pero me es inútil

− ¿Paris? ¿Te desperté?

En cuanto reconozco su voz me incorporo de un salto, yo y mi maldita manía de contestar sin ver quien es

− ¿Pool? Hola, no yo... amanecí un poco enferma eso es todo

−Esa es una mala noticia, entonces lo dejamos para otro día, no importa, descansa

¿Qué hay que dejar para otro día?... oh mierda, teníamos que reunirnos a preparar los talleres de la próxima clase. Me golpeo en la cabeza con la palma de la mano por haberlo olvidado

− ¡No! – Grito un poco alto desde el otro lado, provocando la risa de Pool – iré, solo...− me detengo cuando una duda llega a mi mente − ¿Qué hora es?

−Son pasadas las ocho – señala como si no fuera la gran cosa

¡Pasada las ocho! ¡Acaso dormí seis horas y ni siquiera me di cuenta! Y yo que solo creí había cerrado los ojos y despertado de inmediato

−Paris, no importa, supuse que algo había pasado así que decidí llamarte para asegúrame

−Oh demonios, esto es muy malo, ¡qué clase de ayudante soy! – Pool ríe divertido desde el otro lado – oye no te rías, esto es muy serio

−Lo siento – dice pero puedo imaginármelo tratando de no carcajearse

− ¿Dónde estás? me arreglaré e iré para allá – quito las sabanas, bajando una de mis piernas

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora