Capítulo 47 Decisiones

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Londres.

Pool se escabulló hasta el último lugar que encontró en su mente.

Su hogar.

Me gustaría decir que tuve el privilegio de observar la ciudad desde las alturas, que vi la hermosura de su infraestructura bañada de noche, lo cual le daba un aire de misterio delicioso. Que aquí, desde el mítico Big Ben me sentí una de las personas más privilegiadas del mundo entero.

Pero no.

−Se acabó Daniel –me pongo de pie, intentado que mi voz no se quiebre – no hay escapatoria. Hemos llegado al final

Estamos a tanta altura que escapar sería una locura

Su mandíbula se tensa y pese a la oscuridad soy capaz de ver una fina línea húmeda en su mejilla.

−Basta Paris, si das un paso más tendré que detenerte –amenaza. Poniendo sus manos en frente a modo de barrera entre nosotros

Por el rabillo del ojo noto como las paredes comienzan a emitir un ligero zumbido y algunas de las luces que cuelgan en el techo chispean.

−Tienes que escucharme –comienzo, ignorando el dolor que llevo dentro – Tienes que creerme

Doy un paso hacia adelante. Me observa cauteloso desde el otro extremo. Una de las luces revienta, soltando unas cuantas chispas y dejándonos sumidos en más a oscuridad. Tengo miedo de lo que pueda hacer, Muerte dijo que no tenía control de su poder y que eso lo hacía peligroso. Trago saliva, arriesgándome a continuar.

−Hay otra manera –concluyo casi en un susurro doloroso

No dice nada. Por primera vez parece escucharme realmente, así que aprovecho para acercarme un poco más. Al ver que no se aleja continúo hablando.

−Creía que la única opción era matar al Necro nauta – matarte a ti. Pienso. Tomo aire– La muerte así lo cree. Pero yo no.

Su mirada rehúsa la mía.

−No tenemos que pasar por esto –una lagrima se escurre por mi mejilla – No tenemos que matarnos entre nosotros

− ¿Qué estás diciendo? – su voz ronca parece hacer eco por todo el lugar, causándome un ligero temblor.

Doy el último paso hasta quedar frente a él

−Te quiero – digo en un sollozo desbocado

Su boca se abre y puedo ver como sus ojos se vuelven brillosos, con lágrimas amenazando por salir. Pero aprieta sus labios en una mueca triste.

−No digas eso...

−Y porque te quiero... –continúo, como si él no hubiera hablado – Es que quiero morir junto a ti. De esa forma ninguno de los dos tendrá que matar al otro y vivir con eso en su conciencia.

Sus ojos encuentran los míos. Su mirada es tan fuerte que no puedo abandonar sus iris color miel.

Menea la cabeza, pero la decisión en mi mirada lo hace detenerse.

− ¿Hablas en serio?–susurra y veo el sufrimiento en sus ojos

Solo atino a asentir.

−No, no...−comienza, tirándose las puntas de su pelo con fuerza y a caminar de un lado a otro – Solo lo dices para que...

La rabia me toma por completo, ¿Qué acaso no comprende? Aprieto mis manos en un puño, siento mis nudillos blancos pero no me importa, voy hacia él y lo tomo con fuerza del cuello de su camiseta, jalándolo hacia mí con rudeza.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora