Capítulo 24 Cuernos de oro

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Cuando Mordad regresó por ella solo encontró destrucción. En la caverna solo encontró cadáveres putrefactos e indicios de lo que fue una masacre sin cuartel. En la orilla del lago encontró algunas hachas de piedra y pieles ensangrentadas, entre ellas pudo reconocer la cabeza cercenada de Tumak. En cuclillas tomó en sus manos la cabeza del líder sin el menor reparo, la puso a la altura de sus ojos y mirándola fijamente durante un lapso de tiempo los ojos del malogrado cavernario centellaron y pudo ver el pálido Mordad lo que vió el muerto Tumak.

Vió como contra su voluntad Loana fue llevada al punto donde sería el intercambio. Observó también la desesperación de la tribu cuando era masacrada por las lanzas y hachas de la tribu de roca mientras Sakana descontrolado cercenaba con una roca carente de filo el cuello de Tumak. Observó cómo Sakana discutía con el difunto Tumak la peor ofensa que se le pudo haber hecho a un líder de su calaña: haber sido engañado. Pero sobre todo observo el vientre inflamado de Loana, portador de una vida, portador de un alma... un alma que le pertenecía.

***

−No puede ser cierto – suelto en voz alta, levantándome y caminando  hacia el portal. Cuando estoy lo suficientemente cerca no  hace falta agudizar la mirada para poder ver lo que hay del otro lado. Es como mirar a través de una cortina de agua.

Levanto la palma de mi mano pero me detengo a centímetros del portal, un tanto insegura de continuar o no, pero luego recuerdo que hace menos de un minuto me caí atravesándolo por completo así que ya no hay nade que temer

Hundo mi mano en la fina capa que me separa del otro lado, viendo como esta desaparece y se forma un pequeño orificio a medida que muevo mi mano ahí dentro

Pero algo no anda bien, todo se ve demasiado claro desde donde estoy, me giro y caigo en cuenta de que ya no estoy en la Mina, sin embargo hay una pequeña porción de pared que pareciese cortarse abruptamente y a la que le sigue una cortina natural de vegetación y que al apartarla con la mano doy cuenta de que da paso a un extraño páramo repleto de ruinas de lo que puedo imaginar fue un enorme templo, la vegetación ha hecho lo suyo, envolviendo con su follaje los restos de pilares que aún quedan en pie, adueñándose de esta forma del espacio que hace algún tiempo les fue arrebatado

Giro sobre mi misma admirando todo el lugar y comenzando a explorarlo, es como estar en "El libro de la selva" me pregunto si Balú estará por ahí, eso sería divertido, aunque él sería un oso y los osos de verdad no son muy amigables y probablemente terminaría persiguiéndome para comerme, solo hay que ver como ese oso dejó a Leo DiCaprio, me estremezco de solo pensarlo

Intento seguir mi camino, cuando siento una extraña presión en mi pie, de pronto ya no estoy viendo hacia adelante si no que el piso me saluda de una manera para nada agradable, maldigo en el suelo, levantando mi pierna para sacar la maleza que se enredó en mi zapatilla y me hizo caer por segunda vez en este terrible día.

Ya sabía yo que madrugar solo trae problemas. Me toco la rodilla, y suelto un gruñido, mi blue jeans se rasgó y estoy más que segura que me quedará un moretón en la zona, aunque mirándole el lado positivo a todo esto al menos ahora estoy a la moda, ya saben con todo eso de los pantalones rotos

El movimiento de unos arbustos me llama la atención, me levanto de inmediato, ignorando el ardor en la herida recién expuesta. Los arbustos se detienen de golpe, así que me aseguro de tomar mi distancia.

Unas pesuñas aparecen y un brillo de luz me da de lleno en la cara, me cubro los ojos con el brazo, pero en el momento en que siento que lo que sea que haya salido del arbusto comienza a acercarse a mí, abro los ojos, intentado acostumbrarme a ese resplandor, creo estar haciéndolo cuando un fuerte resoplido sale de las fauces de mi acompañante.

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora