Capítulo 48 Ojos Rojos

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El olor a hospital siempre le traía un malestar en el estómago, le dejaba la boca seca y unas ganas incontrolables de llorar.

Quizás por eso los evitaba.

Quizás por eso demoró tanto en venir.

Pero me estoy adelantando.

...

No me muevo, simplemente me quedo ahí, con las rodillas clavadas en la arena y las manos muertas a mi costado. Con la mirada fija en ninguna parte.

El tiempo parece haberse detenido pero ya no importa...ya no importa.

(...)

Camino por los pasillos del hospital, no me preocupo de no pisar los miles de vidrios que hay tirados por todo el suelo o de esquivar a las personas que pasan por mi lado chocando contra mi hombro. El bullicio que hacen al reencontrase con sus seres queridos luego de pasar minutos del terror escondidos en el hospital no llega a mis oídos, es como si ya no escuchara nada, o como si de plano no me interesara.

− ¡Paris! – Jalan de mi brazo, volteándome. No reconozco la voz de quien me habla sino hasta que la tengo en frente, con sus ojos enrojecidos abiertos como platos y parte de su delineador corrido.

Me abraza, no le correspondo al instante, me quedo un tanto atontada hasta que al fin mi cerebro manda información a mis músculos y subo mis brazos devolviéndole el abrazo a Tania.

−Gracias al cielo –solloza sobre mi hombro –Tienes que ir donde tu padre

− ¿Qué le pasó a papá? –la alarma en mi voz se hace notar y ya estoy caminando otra vez. Tania me detiene

−Nada, solo teníamos mucho miedo, porque... de que...tu...− Sus ojos se humedecen dando paso a un llanto que se come sus palabras. Al no poder continuar me tira del brazo, llevándome en dirección contraria hasta que doblamos por unos cuantos pasillos en donde las caras familiares de papá y Fernanda se acercan.

− ¡HIJA!

Mis ojos se humedecen por enésima vez y me lanzo hacia los brazos de papá. Su calor me inunda por completo pero no logra sanar las heridas que llevo en mi interior, así que me largo a llorar mientras siento sus suaves palmaditas en mi espalda y al cabo de un rato su pecho comienza a hipar, me separo un poco alarmada, solo para ver que también él se ha quebrado y las lágrimas cubren sus mejillas.

− ¿Le constaste? –Fernanda le pregunta a Tania, pero pese a sus intentos de hacerlo lo más bajo posible aun así he podido escucharlas

− ¿Contarme qué? – mi voz suena ronca. Me separo un poco de papá para verles las caras

Pero es papá quien habla

−Encontraron...− se detiene, pasándose las manos bruscamente pro la cara −... al chico Pool unas calles más abajo del hospital, estaba muy herido, las enfermeras creen que algunas de esas...cosas que llegaron se ensañaron con él –seca una lágrima con el dorso de su mano y aclara la garganta antes de continuar – Apenas las criaturas se fueron cuadrillas de hombres salieron a buscar heridos, ahí lo encontraron y lo trajeron para acá, pero sus heridas son muy graves y él... −A Tania se le escapa un sollozo y Fernanda suelta un suspiro desgarrador −...está en coma

−Ocurrió ayer por la noche –continúa Fernanda intentando mantener su voz firme y no quebrarse – Apenas supimos empezamos a buscarte como locos. Tú me dijiste que volverías Paris− exclama fijando su mirada en mí− Teníamos miedo pero creímos que Pool había ido contigo...y luego al encontrarlo ahí –Sus ojos se posan en algún lugar lejos de aquí −...creímos que también te habíamos perdido a ti.

Mis piernas comienzan a temblar, pero papá me sujeta, he llorado tanto que ya ni siquiera siento cuando las lágrimas comienzan a caer ¿Alguna vez han dejado de hacerlo?

Los miro a todos, uno por uno, deteniéndome en sus semblantes cansados y repletos de preocupación, pero sin embargo noto un dejo de esperanza en ellos, esperanza de que todo al fin pareciera haber acabado. Esperanza de que Daniel cure sus heridas y despierte. Dejando todo esto atrás.

Pero todo eso es una mentira.

Y lloro aún más, porque yo se la verdad.

Daniel no despertará. Ese coma en el que está es solo para su cuerpo mortal, cuerpo que se encuentra despojado de la cosa más valiosa que un ser humano puede poseer.

Su alma.

Alma que yo quité.

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ya no queda nada!!!!

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ya no queda nada!!!!

Las puertas de ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora