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  Castillo de Edimburgo

—¿Te importaría hacerte cargo hoy de mis deberes con la reina?
—Claro que no. Diré que estás indispuesta.

Las damas de honor más jóvenes de la reina eran como un par de muñecas a juego, diferentes pero complementarias. Ambas eran menudas, pero el pelo y los ojos oscuros de Sheena Menzies contrastaban duramente con los bucles dorados y los ojos azul claro de Dorothea Drummond. Eran como dos magníficas joyas, hermosas en solitario pero asombrosamente exquisitas cuando estaban juntas.

— Es tan romántico —dijo Dorothea, dejando volar su joven imaginación —. Lord MacArthur y tú compartiendo un amor prohibido... una cita secreta... ¡Ahhh! ¡Ojalá me pasara a mí!
— No es más que una comida campestre —rió Sheena —. Haces que suene indecente.
—Furtivos momentos de éxtasis prohibido —suspiró Dorothea.
—En eso tienes razón —asintió Sheena—. Si Murdac estuviese en la corte, no nos pasearíamos tan libremente por Edimburgo.
— Los montañeses son muy salvajes... sin ánimo de ofenderte, Sheena. Quizá lord MacArthur te lleve a su castillo.
—No me ofendes, Dorothea. — Los Oscuros ojos de Sheena brillaban con diversión —. Nick no tiene ningún castillo. Su hermano es el conde, y señor de Dunridge.
—¿Pero qué harías si te raptara y te llevara al castillo de su hermano? —preguntó Dorothea.
—Llamaría a un sacerdote — bromeó Sheena, provocando la risa en su amiga —. Volveré antes de la cena y te relevaré por la noche.

Sheena abandonó su habitación y avanzó por el largo corredor que conducía a las escaleras. Una vez fuera, se dirigió hacia los establos. Había avisado con antelación para que tuvieran su caballo ensillado y preparado.

La muchacha obsequió al pecoso mozo de cuadra con una sonrisa, y le puso una moneda en la mano. Nick la aguardaba en la explanada del castillo.

Como de costumbre, Sheena se estremeció al verlo. Sus sonrientes ojos azules y su sonrisa fácil eran totalmente distintos a la feroz intensidad del rostro de su hermano Murdac.

—¿Adónde vas a llevarme? —preguntó Sheena, mirándolo tímidamente por debajo de sus oscuras pestañas.
— Hace un día bastante bueno —comentó Nick mientras subían por High Street—. Pensé que podríamos salir de la ciudad. ¿Te atreves?
—Sólo si te has acordado de traer la comida.
—¿Cómo se te ha ocurrido que podría olvidar algo tan importante como la comida? —preguntó él con fingida consternación.

Aunque no brillaba el sol, la capa de nubes formaban un pálido velo gris, y el día era sorprendentemente agradable —para aquella época del año. Pronto dejaron atrás Edimburgo.

—Es estupendo salir a pasear y no tener que preocuparse por quién pueda vernos —dijo Sheena, disfrutando del inesperado placer de estar a solas con el hombre al que amaba—. Si al menos Murdac se quedara en Weem permanentemente, cada día podría ser como éste para nosotros.
—La vida está llena de «si al menos» —señaló Nick—. La gente con éxito no se abandona en manos del destino, sino que forja su propia suerte.  

Chained By Love *zayn y tu*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora