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El cielo negro, sin estrellas. Eso era lo que veía mientras sentía como el líquido rojo corría por su boca y parte de su cuerpo. Estaba tirado en la calle y no quería moverse, porque sentiría que se partiría por mitad.

Entonces escucho los pasos de unos tacones resonando por aquella calle abandonada de Whitechapel y miró como pudo a su lado cuando los pasos pararon. Encontrándose con tacones negros, bien pulidos y altos, entonces fue subiendo viendo aquella pierna de piel hermosa envuelta levemente por un vestido largo con abertura. Un abrigo de piel que llegaba hasta sus tobillos, perfectas curvas en un perfecto cuerpo, manos cubiertas por guantes de cuero y aquel cabello sedoso cayendo a los lados mientras el viento movía levemente aquellas hebras castañas.

Entonces se topo con su cara. Mandíbula marcada y fina, que podía cortar el aire, pómulos prominentes y todas sus facciones alineadas pero no mostraba emoción alguna. Pero aquellos ojos marrones mieles casi oro, grandes y perfectos fue lo que no le permitió apartar la mirada.

Aquellos ojos detonaban poder, maldad, odio pero sobre todo estaban vacíos.

La mujer era tan hermosa que aquel hombre pensó que le habían mandado un ángel a salvarlo.

— Pp-por fa-favor, busque una ayuda — Ella lo miraba desde arriba sin mover un solo músculo — Aa-ayudeme, pp-por favor — Rogó llorando, sus lagrimas mezclándose con su sangre al bajar.

Solo a el se le había ocurrido pasar por aquella calle, aquel lugar a esas horas y como consecuencia tres marcas de un cuchillo que atravesó su piel se encontraban en su abdomen.

La mujer sonrío de lado, al mirar sus ojos rogándole por que acabara con su dolor. Ella se agacho levemente quitando con delicadeza aquella mano sangrienta de su zapato de tacón.

— Mhm... — Dijo aquella castaña mientras sacaba una de sus manos de los guantes y sus largos, finos y delicados dedos apartaban unos cuantos mechones de cabello de la cara sudada y algo mojada del hombre, ya que había caído una ligera llovizna, para después acariciarla mandando corrientes por el cuerpo del pelinegro al sentir el frío que emanaba su mano — Mi querido — Y su voz calmada, paciente sensual pero madura y delicada al igual que potente con un fuerte pero hermoso acento británico le hizo mirarla a los ojos — Puedo darte mucho más que alivio — Mantuvo sus ojos mieles en aquellos azules casi sin vida — Puedo darte vida eterna y un poder que otros envidiaran. Puedo darte la inmortalidad y la oportunidad de vengarte de quienes te hicieron esto — Susurro mientras acariciaba suavemente su cara.

Abrió su boca para responder pero en vez de eso comenzó ahogarse en su propia sangre y solo asintió mientras tosía. El solo pensaba en no morir.

Fue cuando lo vio, como aquellos pequeños colmillos se convertían en largos y grandes. Sus ojos negros con un leve brillo pero su iris de un rojo sangre opaco y le sonrío de lado, victoriosa mientras agarraba con fuerza su cuello y lo supo.

Supo que no era ningún ángel que vino a salvarlo.

Sino algo mucho peor.

— ¿Señor? — La voz de aquella criada le hizo salir de sus recuerdos parpadeando levemente para mirarla — La señora solicita su presencia en la sala — El asintió y ella desapareció de su vista.

Soltando un suspiro antes de levantarse del mueble y abotonar su saco, se dirigió hacia la castaña.

Esta se encontraba de espaldas a el recostada levemente del marco de la gran ventana que daba al jardín mientras veía la lluvia golpear todas y cada una de las flores, específicamente las rosas. Iba vestida con un abrigo largo que pegaba levemente al suelo, de color negro, un poco de su cabello castaño se veía cayendo hasta un poco más de la mitad de su espalda mientras el resto se perdía frente a su cuerpo.

World Of Monsters || CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora