Lo suficientemente fuerte

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Cuarto día de esta semana encerrada en lo que no podría llamar hogar, ¿y por qué? porque mi debilidad me mostró una vez más que no puedo, que a pesar de todo lo que haga, nunca podré con él, jamás seré lo suficientemente fuerte para confrontarlo de verdad, sólo me ve como siempre lo hizo, una niña indefensa en busca de afecto, y esa es mi más grande debilidad. Justo ahora que aparece una persona que se interesa por mi, que se preocupa y quiere ser mi amiga, es cuando más débil me estoy volviendo. No digo que Kara no sea buena persona, todo lo contrario, pero si dejo entrar a una sola persona se convertirá en mi debilidad, y ya de por sí soy bastante triste.

Mi intento por tomar venganza hace no más de cuatros semanas y media fue lo más patético que pude ver y para mi desgracia no sólo fuimos Alexander y yo, también se encontraba Kara intentando ayudarme, hacer que flote entre tanta porquería que mi propio hermano me había hundido hace ya tanto tiempo. Pero no puedo permitirlo, sé que no le doy lastima a ella, y tal vez es porque no me conoce completamente sin embargo soy un fiasco, un despojo que no puede hacer nada bien, tan débil como me lo he permitido, y yo no quiero que Kara se vuelva una debilidad. Los lazos que una vez se rompieron y me ataban a una familia que creí me duraría, esta vez, para siempre y todo sería ideal, fue pudriéndose junto con todo lo bueno que puede llegar a sentir más adelante. Querer establecer nuevos lazos me parece un juego de tontos, uno que no estoy dispuesta a jugar, por más que la reportera se esfuerce en ser mi amiga, no se puede reanimar lo que ya está más que muerto.

Me levanto de mi cama sosteniéndome con las muletas que están al lado mío, un daño que se está curando físicamente. Los golpes de Alexander no pudieron ser con toda su fuerza o de lo contrario me habría matado, lo sé. Sé que hace años comenzó a realizar experimentos con él mismo alterando su genética para ser más fuerte, más rápido y resistente, lo sé porque yo he intentado algo similar hace mucho tiempo. Pero esa idea fue tan fugaz como mi propia voluntad al querer seguir sus pasos para obtener poder. Yo no sería como él jamás.

Camino por los pasillos que dan a mi sala privada de ejercicios, o así es como la personas que han venido le conocen, algo que no es del todo falso. En ese lugar ejercito mi cuerpo pero de maneras más drásticas. Si bien dije que no obtendría la fuerza y poder de la misma manera que él, tampoco me voy a quedar de brazos cruzados. Durante tantos años, después de librarme del asilo mental donde me tenían, he dedicado mi vida completa al entrenamiento. Puede que no lo parezca ante los ojos del resto de la población, que sólo me vean como una pobre huérfana que heredó una fortuna después de la captura y condena de su hermano, pero no soy indefensa, y es hora de que lo muestre.

Dejo deslizar mi bata de dormir bajando desde mis hombros hasta caer por completo al suelo, lanzo las muletas de igual manera, una en cada costado, y miro al frente con decisión.

Pasé años adaptando este salón con lo mejor y más letal que pude crear para volverme más fuerte, desde sistema de láseres de alto alcance hasta combate virtual activado por el movimiento, programado con una simple regla, intentar aniquilarme de verdad.

El programa inicia saltando a la voz automática y computarizada que me pide un acceso de voz para comenzar, y yo sin tardar acepto. No es momento para descansar, debo fortalecer lo más que pueda mi cuerpo, y quizás también mis emociones.

Comienza con pequeñas muestras de un láser cada diez segundos, algo fácil para mi, que ya aprendí su ritmo sin esfuerzo, posteriormente el número aumenta haciéndome mover más rápido para esquivarlos uno a uno, después de dos en dos y así hasta que llega de cinco a cinco exigiéndole a mi cuerpo ser más ágil o de lo contrario me dolerá y no sólo eso, me cortará.

Odio cada segundo de mi vida que he dedicado en pensar en Alexander, en lo poco racional que pude ser pensando en él como una figura de admirar, la persona que más amaba y por la que haría de todo para ser como él. ¡Qué idiotez! Porque mientras yo alababa cada acto de mi hermano, él estaba planeado detalladamente no sólo mi ruina, la de mis padres y también, después de un tiempo, la de Superman. ¡¿Cómo pude ser devota a una persona que nunca me vio como su igual?! Era su hermana, y ellos sus padres, pero no le importó, nada puede importarle más que él mismo.

Supergirl; Hija de KryptónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora