¿Quién es Sam?

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-Miren quién llegó-susurra Reing a sabiendas de que puedo escucharla.

Su rostro la delata, no está contenta con que la cabeza de uno de sus amigos esté debajo de mi pie y a su otro amigo lo haya dejado fuera de juego. No la culpo, si la vieja Kara Danvers me hubiera visto, estaría igual de asombrada que ella. No alardeo, lo siento, por todo mi cuerpo, soy más fuerte, puedo sentir cada movimiento a mi alrededor, incluso por anticipado, así fue como detuve a esos dos. Mi velocidad ahora no sólo está en mis piernas, está en todos mis sentidos, cada fibra de mi cuerpo, en mi vista.

-Y dime-exclama una vez más, llamando mi atención a ella-¿Te gusta mi nueva bandera?-sonríe ladeando la cabeza.

Frunzo el ceño y presiono los puños fuertemente. Esa es la ropa de mi hermana, su uniforme del DEO, y ella lo exhibe como un trofeo, una mofa hacia mi.

Suspiro. Si me dejo llevar por las emociones, por sus provocaciones, de nada habrá servido el entrenamiento, pese a lo mucho que quiera hacerle daño, trato de tranquilizarme, la miro y sonrío.

-No lo sé-contesto jovial-¿Te gusta mi nuevo tapete?-bromeo haciendo referencia a la cabeza de su amigo enterrada en la tierra.

Ella gruñe lanzando lejos el estandarte con las ropas de Alex.

-Veamos, ¿Cuánta sangre tuvo que correr para que vinieras a su rescate?-continúa regodeándose-Espero que al menos puedas mantenerte de pie más de cinco minutos-ríe

Curvo la comisura de mis labios en el mismo parpadeo en el que nos tenemos cara a cara, yo tomando sus puños, evitando que llegue hasta la empuñadura de su espada. Rápido me percato de cómo busca interceder el tercer y único amigo que le queda consciente, así que utilizo la mayor de mis fuerzas para alzar sin problemas el cuerpo de Reign y lanzarla contra el cuerpo volador del otro. Tomo su espada, clavada en el pavimento, la sostengo de la empuñadura y sonrío a sabiendas de que ella lo va a ver pese a la velocidad tan imperceptible con la que hago esto. En micro segundos su espada es destruida por mis dos manos.

-Sin tretas, sin terceras personas-recalco una vez que dejo correr el tiempo en un modo normal en el que todos los presentes puedan escucharme-Esto es entre tu y yo, desde el principio-afirmo-Y si te metes con mi ciudad, te metes conmigo-finalizo.

Vuelo contra de ella, golpeándola en el abdomen, costillas, quijada, nuca, nariz, cada parte, por más pequeña que sea, es atacada con mis puños sin que ella pueda hacer mucho para detenerla. Estar en perfecta sincronía con mi yo interno ha relajado y facilitado este tipo de cosas. Este momento en el que ya no temo luchar contra ella porque luché contra algo más fuerte y vencí. Yo luché contra mi.

Por último golpe, mi rodilla quiebra su nariz, o la falta de la misma, sacando borbotones de sangre de su rostro.. Ella cae de rodillas ante mi, yo la miro desde arriba, con mis brazos cruzados sobre mi pecho, satisfecha con mis impulsos de querer hacer algo más que golpearla.

-Date por vencida, no ganaras, ya perdiste desde antes de comenzar-ordeno, sintiendo lastima por ella.

Ella ríe, aún con el dolor sobre su cuerpo, aún con las entrañas chorreantes de sangre, huesos rotos y demás. ¿Por qué ríe?

-Esa humana-murmura pero logro escuchar-La pelirroja-continúa, mirándome justo a los ojos-Era tan valiente para ser sólo eso, una humana-sonríe-Yo recuerdo personas así, no son...-parecía confundida, feliz pero pensante, buscando, tal vez, la palabra que más se acerque a lo que quiere decir-tan comunes-completa en su débil intento por ponerse de pie, apoyada sobre una de sus rodillas-No lo entiendo-confiesa antes de escupir sangre cuando toma fuerza de su estomago para continuar apoyada sobre una rodilla-Admito que fue una baja innecesaria

Supergirl; Hija de KryptónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora