Supergirl; Hija de Kryptón

­Dolor

¿Cómo poder saber que algo malo puede llegar a pasar? Es decir, a un segundo estás feliz, ausente e ignorante de lo que puede estar pasando en ese preciso momento en otro lugar, donde tu corazón puede llegar a partirse de miles de pedazos cuando descubras que debiste dar algo más, hacer algo más. Porque tu debiste saberlo, porque tenías que saberlo, que sentirlo.

Y ahora, justo cuando mi alma está queriendo escapar por mi garganta, que mis ojos arden con la fuerza de miles de soles y me odio a mi misma y todo lo que me puedan decir, quien quisiera acercarse a mi. Porque nada va a repararlo, y porque tengo tanta rabia contenida.

Yo esperaba que lo que acababa de sentir, que lo que acababan de ver mis ojos en otro plano, muy lejos de ahí, fuesen simples temores, alusinaciones, pruebas más para mi entrenamiento. Pero no.

Frente a mi los rostros serios de todos me examinan, no quiero que me vean con lastima, que digan que lo sienten cuando la verdad no sienten nada de esto. No lo pueden comprender por más que quieran, y yo, no quisiera entenderlo a cómo lo hago ahora.

Miro a Lena, ella está a mi derecha, sin decir nada, sin voltear a verme, con el rostro inclinado y la mirada perdida en el suelo bajo sus pies. Tan consciente de mi dolor como si fuese propio, ahora comprendo que de entre todos ella sería la única que podría entenderme.

Muerdo mis labios y niego con la cabeza. No quiero que me vean llorar, tal vez suene y se vea cruel no mostrar expresiones de esto pero así es como me siento, envuelta en una mentira tan dolorosa como la vez n que creí no volver a ver persona alguna, perdida en el frío mar de estrellas.

-Kara...-me llama J'onn.

De inmediato giro mi rostro hacie él, rechinando mis dientes en un punzante enojo y rencor incrustados en lo profundo de mi pecho. Él, a forma de solidaridad, intenta tomarme del hombro a muestra de su más sentido pésame, pero antes de que aquello pueda ocurrir yo me corro de su alcance, reprochandole lo más que puedo.

-Todo esto ha sido tu culpa-señalo enfrascada en mi dolor-Tu debiste hacer algo, debiste ser tu el que estuviera ahí-reprocho.

-¡Kara!-interviene Diana en reproche hacia mi, debido a mi actitud tan cerrada y acusatoria.

-No, ella tiene razón-admite J'onn-Debí estar ahí, yo fallé-se lamenta acompañado por sus brillantes ojos cristalinos y rojizos-Y no tienes idea de cuánto lo siento, yo...

-De nada sirve que tu lo sientas-gruño fastidiada, exasperada, decepcionada y herida-Eso no va a reparlo, nada de lo que hagas o digas va a repararlo...-me callo cuando siento que mi garganta va a traicionarme, que mis sollozos fuertes quebraran la jaula de mis labios.

Giro sobre mis talones y salgo a lo más lejano y oscuro de la isla, donde mi llanto no pueda ser escuchado y pretenda que nada de esto está sucediendo en realidad. No quisiera creerlo, no debo ni puedo creerlo, si me dejo admitir que esto es real me voy a desmoronar, voy a romperme y nunca volveré a ser yo.

Caigo sobre mis rodillas justo frente al borde de un acantilado, mirando mis manos frente a mi rostro descompuesto y nuevamente la fuerte punzada atravieza mi pecho sin misericordia. Una mano, el suave toque sobre mi hombro, me anuncia de su presencia reconfortante en un momento tan devastador. Levanto el rostro hacia el tactocálido, con los ojos acuosos y mi nariz irritada, ella sólo me mira fijamente, sin decir nada se sienta a mi lado entre tierra y pasto, mirada al frente y en su otra mano lleva un pequeño sobre corrugado.

-Lex solía decirme que si concentraba mi mirada en el centro de un cielo estrellado, podría ver a los que quiero y ya no están conmigo, sólo para darme cuenta de que ellos realmente nunca me dejarán, porque estaban ahí-comenta inexpresiva, aturdida con el brillar de millones de estrellas y la luna sobre su piel lechosa.