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Sábado 27 de mayo por la mañana

Llego al edificio luego de obligarme a caminar seis kilómetros sin descanso. Mis piernas duelen, mis músculos arden y lamento con toda mi alma haber subido de peso. 

Retiro el correo de mi cubículo y subo al elevador; antes de que las puertas se cierren un hombre de pantalón caqui y camiseta verde para el ascensor. Es un empleado de Mudanzas Maldonado.

Un nuevo vecino.

—¿A qué piso? -pregunto luego de brindarle un asentimiento a modo de saludo.

—Cinco.

Un piso sobre el mí­o.



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