Jack y Ashley son un desconocido el uno para el otro , pero, cuando terminan encerrados juntos durante más tiempo que el que a ambos les gustaría sus caminos se cruzaron y, para bien o para mal, no fue tan fácil para ninguno dejarlo pasar.
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Canción en multimedia: Broken — Bjonr ft. Tom Bailey
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Capítulo cincuenta — Origen :)
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—Sólo dos preguntas más.
Me aferro a las mantas, todavía con el recuerdo demasiado vívido en mi memoria. Si cierro los ojos puedo ver las luces de los coches de policía, sentir el balanceo de la ambulancia y escuchar de nuevo los ladridos del perro que se percató de mi presencia a tiempo.
¿Quién iba a decirme que el olfato de un perro salvaría mi vida?
Porque, cuando el coche estaba a punto de ser destrozado, los ladridos inundaron el lugar, después las voces y los rasponazos en la puerta. Luego mi mente ha querido crear un hueco para olvidar el resto. Tengo un hueco en blanco desde antes de que abrieran la puerta hasta estar en la ambulancia.
—¿Estás segura de que nunca antes ha visto a la mujer que te drogó?
Niego.
La policía anota algo con rapidez en su libreta antes de volver a mirarme. Le he dicho todo lo que sé, dónde trabajaba, cómo era, cada palabra que me dijo e incluso le he hablado de que mi "madre" es abogada y está llevando un caso complicado.
—¿Podrías facilitarme el nombre de tu madre para investigarlo?
Por muy mal que suene la unión con la palabra "madre" en mi cabeza, estoy demasiada cansada y lo dejo ir con facilidad.
—Brigitte Daking.
Clava el bolígrafo en la libreta, pero no apunta nada. Deja la libreta sobre mi cama y saca el móvil para llamar a alguien. No llega a salir de la habitación, sólo repite el nombre a la persona al otro lado de la línea, preguntando si tienen registro de ella, después le da el mío. Palidece. Cuelga, guarda el móvil y, dudosa, recoge su libreta.
—¿Qué pasa? —pregunto.
—Nada. —¡Miente! Si de algo me ha servido mentir por tantos años es para distinguir cuando otros lo hacen y ella es lo que está haciendo. ¿Por qué tendría que mentirme?—. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para encarcelarla de nuevo.
¿De nuevo? Antes de poder preguntar, ella sale de la habitación de hospital.
Me deja sola para permitir a los médicos pasarse a revisar. Han tenido que hacerme un lavado de estómago y pincharme algo cuyo nombre no recuerdo para conseguir traerme completamente de vuelta. Ahora estoy más atenta a cada pequeño detalle. Dejo que terminen con las rápidas pruebas y para cuando lo hacen otro policía vuelve a entrar, esta vez le reconozco, ya estuvo en mi casa.
—¿Te importa si paso? —pregunta.
—Ya estás dentro.
Mira sus pies como si necesitara corroborarlo, después saca un pequeño teléfono bastante magullado.
