Capítulo 19 - Extraños

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Recuerdo que los capítulos pasan a ser los sábados 

Canción en multimedia: Complicated — Olivia O'brien

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Capítulo diecinueve Extraños ღ

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Duermo poco, al menos así lo considero al no contar las horas que he terminado K.O sobre esa piedra. Mi espalda duele más por la mañana, justo al estirarme para apagar la alarma. Como el resto de las mañanas, me doy esa ducha rápida que no me puedo dar al llegar de correr y aprovecho para quitarme los restos de barro del pelo, esos que no entiendo bien cómo han llegado hasta ahí.

Esta vez tanto Brigitte como el señor Daking están en la cocina cuando bajo, Brigitte se muestra algo alterada, quejándose por lo bajo de algo que no alcanzo a entender. Lo único que alcanzo a escuchar es un "tú tienes la culpa" que se ve interrumpido cuando el señor Daking la hace callar con un gesto al señalar hacia la puerta. Brigitte mira sobre su hombro, su moño está despeinado y destaca sobre su habitual y tan cuidada apariencia. Ella toma una profunda bocanada de aire y recoge una taza de café de la encimera.

—Tienes el desayuno en la mesa, te quiero en la puerta en cinco minutos, hoy te llevo en coche.

No me da tiempo a responder, sale de la cocina con rapidez. El señor Daking me dedica una de sus ya típicas y desagradables miradas y le veo desaparecer escaleras arriba. No pregunto, no cuestiono, me tomo las dos tostadas y el zumo de naranja que me ha preparado y recojo. Brigitte está en la puerta, avisándome de la hora cuando le pido un minuto para subir a lavarme los dientes. Cuando bajo de nuevo, mochila al hombro, no me dirige más que una rápida mirada. Y, sin explicaciones, me hace meterme con ella al coche. Claro está, en su horario, no el mío.

Me pongo el cinturón, notando esa diferencia tan notoria en ella cuando le cuesta poner la llave y golpea el volante una vez.

—Puedo ir andando más tarde —murmuro, sin terminar de entender la situación. Ella nunca antes me ha llevado en coche, tampoco la he visto con una faceta diferente a la seria y regia Brigitte—. No tienes por qué llevarme.

Omito decir también que me dejaría teniendo que esperar sola quince minutos más que de costumbre, veinte quizás.

Ella aparta un par de mechones que por primera vez se han salido de su cuidado peinado y arranca el coche. No menciona palabra alguna. Su conducción es lenta, bajo un silencio absoluto y donde las manos las cierra sobre el volante con más fuerza de la necesaria repetidas veces. Está algo pálida, lo que es mucho decir teniendo en cuenta su tono de piel ya muy claro de por sí. Su maquillaje está impoluto, pero ella, ella no se ve como siempre.

Para cuando llegamos a la puerta del instituto me he armado de suficiente valor como para atreverme a preguntar. Me quito el cinturón, todavía insegura cuando las palabras se escapan de mis labios.

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