Capítulo 11 - Tarde de películas

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Canción en multimedia: O.D.D — Hey Violet

Capítulo once — Tarde de películas ღ

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Capítulo once — Tarde de películas

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—No vamos a volver a ver Thor, Ashley.

Ben deja bruscamente el bol de palomitas junto a la pizza barbacoa, seguido, se deja caer a mi lado en el cómodo sofá de su salón. Me acomodo para poder mirarle de frente. Su casa es acogedora, con muebles de madera en su mayoría o de una gama de marrones además de esos cojines de fundas hechas por su tía abuela. En uno está mi nombre y todo, todavía recuerdo la sonrisa de la mujer al enseñarme su obra acabada. La señora Reed, tía abuela de Ben, es la mujer más cariñosa a la que he tenido el placer de conocer, se ha vuelto como una abuela también para mí.

Como todos los viernes, la mujer ya ha llamado a los Daking para hacerles saber que he llegado bien a su casa y ahora sigue con los pastelitos que con tanta emoción ha empezado a preparar hace ya un buen rato.

—¿Y la segunda de Thor?

—Sigue siendo Thor.

Hago un mohín, dejándome caer sobre el sofá hasta que mi cabeza termina apoyada sobre el hombro de mi mejor amigo. Él sigue impasible.

—Por favor —Alargo la última sílaba de forma que casi parece parte de una canción. Ben repite ese "no" a lo largo de todo lo que puedo soportar hablar sin tomar aire—. ¿Y la segunda de Capitán América?

Le veo fruncir el ceño.

—¿Por qué la segunda y no la primera?

—Oh —me aparto, una sonrisa triunfal sobre mis labios—, ¿así que quieres ver la primera? Pues la primera entonces.

No le doy tiempo antes de acercarme a su ordenador, conectado al televisor y buscar en su cuenta de Netflix la película que "hemos" decidido. Escucho un bufido detrás de mí antes de sentir un par de palomitas alcanzarme. Llevo una mano a mi hombro, apartando esa que ha quedado sobre el jersey de punto granate que llevo puesto. Miro a mi amigo y meto la palomita en mi boca.

—Gracias por alimentarme.

Él toma uno de los cojines, estrujándolo contra su rostro al dejar caer la espalda contra el rapado del sofá. Ahoga una queja y yo sonrío para luego poder seguir a lo mío.

—Todavía no puedo creerme que siga cayendo cada vez —le escucho decir.

Pincho el enlace. Poner la película que yo quiero es tan fácil como vacilarle un poco con los títulos, él termina dejándose siempre. Aunque se queje, me permite escoger todas y cada una de las veces ya sea porque es mi turno o porque me he apropiado del suyo. Termino, tropezando al ponerme en pie, dispuesta a lanzarme al sofá para no perderme nada.

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