Me miró durante unos segundos. La pantera se acercó a mí, frotó su cabeza en mis mejillas y se sentó a mi lado, parecía querer calmarme.
- Ella es Sáhara, como ya has visto es una pantera negra y como ves por sus acciones, ella ya te conocía. Sáhara puede hacerse pasar por un simple gato callejero, ¿no te suena? - su pregunta me desconcertó por un momento pero no tardé en caer.
- ¡El gato del cubo de basura! - exclamé sorprendido.
- Correcto. Ella tenía la misión de seguirte y vigilarte, tuviste la mala suerte de caerte pero no podía decirle que te ayudara, te habrías asustado de ver un felino correr hacia ti - justificó. - En realidad ambos tenemos el deber de protegerte, Sáhara es mi acompañante.
- ¿Protegerme de qué? - curioseé. Él me tendió la mano, yo no sabía qué tenía que hacer. Decidí estrecharla con la mía pero volví a sentir los indeseados pinchazos en el pecho. -¿¡Por qué!?
- El dolor que sientes significa de alguna manera que estábamos conectados en tiempos pasados. Eso que te hace especial no ha despertado todavía por eso tu cuerpo me rechaza y te castiga con ese dolor. Sé que te lo estás preguntando así que te respondo que no, no lo sientes en cualquier parte del cuerpo solo en el brazo junto a tu luna.
- ¿Cómo sabes que...? - antes de que terminara de preguntar me enseñó la cara interna de su brazo, él también tenía la misma marca que yo, pero justo en la posición invertida a la mía.
- Aquellos que poseen poderes sobrenaturales tienen asignado un protector y para probar que se pertenecen nacen con una marca característica. La nuestra es la luna.
- ¿Hay más marcas como estas? - pregunté señalando mi muñeca.
- No, cada una es única. La más importante de todas es la señal del sol, si ves alguna así huye, créeme que no van a ser buenos contigo. La luna y el sol son contrarios y son a la vez muy importantes, por eso debes proteger tu distintivo. Hay más marcas como la estrella, un satélite, un planeta... Cada una maneja un poder diferente, y si una muere a manos de otra señal esta absorbe todo el poder de la primera y la marca desaparece de sus descendientes - detalló. - Hay muchas cosas que desconoces, te iré enseñando con el tiempo, por ahora dediquémonos a esperar que tu poder despierte.
- Esto es una locura - musité mirando al cielo nocturno. Se produjo un silencio denso, en mi cabeza todo estaba muy confuso, se suponía que debía de confiar en aquel hombre, pero no conocía nada de él.
- Nea - interfirió. - Llámame Nea.
- ¿Cómo sabías que estaba pensando... en eso? - curioseé.
- Ya te he dicho tenemos una conexión especial, puedo sentir cada pulso nervioso de tu cuerpo. No puedo leerte la mente pero de alguna manera siento cada cosa que piensas. - respondió con los ojos entrecerrados.
- ¿D-Dónde estoy? - preguntó una voz a mi espalda.
- ¡Aaron, te has despertado! ¿Te encuentras bien? Verás, ha ocurrido algo muy extraño en el bar - De repente Nea me puso su mano en la boca impidiéndome hablar.
- Simplemente te has desmayado y te hemos traído aquí para que descansaras - interfirió. Yo intentaba hablar y quitar la mano de mi boca, pero tenía más fuerza que yo.
- Gracias... ¿y quién eres tú?
- ¡No le prestes atención Aaron! Olvídale, ¿puedes levantarte? - Hizo un esfuerzo para poner sus piernas en el suelo e intentar mantener el equilibrio, fue en vano.
- No puedo, me flaquean las piernas - suspiró.
- Ven, súbete a mi espalda, te llevaré a casa. Oliver tú también vendrás con nosotros - ordenó mientras cargaba a Aaron con delicadeza. En mis pies ronroneaba el pequeño gatito que Sáhara volvía a ser.
Comenzamos la caminata, Nea iba delante de mí con paso firme y atento a los posibles ruidos. Sorprendentemente Aaron comenzó a preguntarle cosas sobre su vida privada y Nea no parecía tener reparo en inventarse cada una de las respuestas. Aligeré el paso y me puse a la par de ellos para poder escuchar mejor de qué hablaban. ¡No me estaban haciendo caso, me sentía excluido! Crucé los brazos en mi pecho y empecé a burlarme de ellos sin hablar demasiado alto, pero ellos seguían compartiendo opiniones en un mundo donde yo no existía. Nea seguía con semblante serio a pesar de que Aaron sí reía con alguna de las respuestas. Era impactante la forma en la que ambos habían compenetrado en quince minutos andando por la carretera.
- Nea, ¡eres muy gracioso! - exclamó Aaron entre risas.
- Si si, muy gracioso, mira como me rio - dije burlándome.
- Por cierto, me encantan tus ojos Nea, ¿son herencia de tu familia? - curioseó mi compañero mientras le rodeaba dl cuello con sus brazos.
- ¿Te gustan? Mi padre también los tenía igual que yo, he sacado sus ojos - respondió dedicándole una ligera mirada.
Vi perfectamente como la cara de Aaron se tornó de un color rojizo, ¿se había enamorado de Nea? ¡Imposible!
- Son una verdadera maravilla. Y hueles tan bien... - musito mientras apoyaba la cabeza en hombro de Nea.
¿¡Por qué Nea no le decía nada!? No me lo podía creer, Aaron estaba siendo tan cariñoso con él, ¡y tan solo se conocían por minutos! Estaba tan enfadado.
Enseguida llegamos a casa de mi amigo quien ya parecía poder andar.
- M-Muchas gracias Nea, he disfrutado mucho este camino, encantado de conocerte - dijo tendiéndole la mano, y no dudó en estrecharla.
- De nada - respondió el chico de ojos plateados.
- ¡Nos vemos mañana Oliver! No te olvides de traer a tu amigo - bromeó Aaron. Yo le despedí con una sonrisa.
Dimos la vuelta, ahora era mi turno de volver a casa. Emprendí el camino esta vez delante de él, ni siquiera me atrevía a mirarle a la cara. Tan solo unos minutos después Nea lo comprendió.
- ¿Estás molesto? - curioseó. Yo me giré y le miré directamente, mis ojos llameaban de furia.
ESTÁS LEYENDO
Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...