Capítulo 55.

47 3 0
                                    

Sabía que el coche no llegaría a tiempo si el villano decidía atacar en aquellos segundos. Con Nea lejos de mí me sentía indefenso. El pequeño Mercurio también parecía estar muy nervioso. Era cierto que yo había elegido traerle, pero en aquellos instantes no estaba tan seguro de si sus poderes estarían listos para combatir a Tian. Él era el menor de todos los planetas.
Lume enseguida telefoneó a Francis contándole lo ocurrido, y nos contestó algo que ya sabíamos. Tardaríamos horas para llegar a la base en coche, por lo tanto, iban a enviar a los gemelos lo antes posible para recogernos mediante un portal, hasta ese momento teníamos que mantenernos a salvo. El mejor sitio para resguardarnos era mi casa, pero estábamos lo suficientemente lejos de allí como para desechar la idea de ir. El conductor detuvo el coche mientras pensábamos qué hacer, estando en aquel sitio apartados de toda señal de vida éramos un blanco fácil para los Onwu. Teníamos que pensar rápido.

- Tengo una idea que podría funcionar hasta que Urano y Júpiter lleguen – comentó mientras salía del coche. Frotó sus manos y buscó encontrarse con su mirada.

- ¿En qué estás pensando? – preguntó Mercurio intrigado.

- Los Onwu son terrestres con lo cual... - El dedo índice de Plutón ahora señalaba al cielo. – Tan solo tenemos que mantenernos alejados del suelo.

- ¿Y cómo vamos a conseguir eso? ¡Nosotros no flotamos! – discrepé.

- ¿Estás seguro? – cuestionó con una sonrisa radiante. Cuando miré hacia mis pies me di cuenta de que estaba a dos pies del suelo.

- ¡Es cierto, tú controlas la gravedad! – Aquel era su poder.

- Pero no puedo mantenernos a los tres por mucho tiempo arriba, si lo hago voy a desgastar mi cuerpo. Quiero estar bien para cuando la pelea de verdad surja, estoy muy seguro de que será pronto. Pero estoy confundido..., ellos traman algo, deberían de habernos atacado ya...

- Yo también estaba pensando eso. – Sabía que Tian iba a aparecer pronto, tan solo estaba esperando al mejor momento. Fue en ese momento cuando noté que algo caía sobre mi hombro. Al tocarlo con mis manos era algo pringoso con un tacto suave como si fuera..., baba. Dirigí mi mirada al cielo, el árbol que había justo encima de nosotros estaba plagado de Onwus.

- ¡Max, continúe la ruta y no pare por nada del mundo, no te persiguen a ti! – gritó Lume al conductor antes de elevarnos hasta estar más altos que la copa de los pinos.

- Despeja la zona Mercurio, no quiero ni un árbol en un radio de un kilómetro – ordenó Lume. Había tomado la posición de líder.

Él asimiló con la cabeza, dio un fuerte pisotón y extendió sus brazos. Sus ojos comenzaron a brillar. En cuestión de segundos todos los árboles comenzaron a venirse abajo, como si de un dominó se tratara. Dibujó un círculo con sus dedos en una de las nubes, y lo árboles salieron volando. Unos pocos segundos después teníamos a nuestros pies una pista de tierra con forma de balón y ningún rastro de Onwus, tan solo una humareda de polvo.

- ¡Eso ha sido alucinante! – exclamé eufórico. Las mejillas del joven se tornaron rojas.

- El poder de Mercurio es la telequinesis. Puede modificarlo todo a su antojo, como por ejemplo lo que acaba de hacer – explicó Lume mientras daba unas palmaditas en la espalda de su protegido. – Buen trabajo.

- No sabía que tenías ese poder, ¡me encanta! – solté feliz. Me sentía un poco más aliviado sabiendo que él no era simplemente un inútil.

- He trabajado mucho para poder dominar este poder, es muy difícil hacer las cosas bien.

- Se aprende a base de errores, Mercurio.

- Sé que llegué aquí después de ti, Oliver, y no tenía ni siquiera una idea del poder que albergaba dentro hasta el día que Louis llamó a mi puerta y me lo mostró. Recuerdo que estaba muy asustado - clarificó mirando a Lume.

- Vaya, así que tu historia es muy similar a la mía, ¡por eso nos llevamos bien! – Los tres pudimos reírnos, aunque solo fuera por unos segundos.

- Entonces Louis me puso al frente y me ordenó ser su tutor y enseñarle todo lo que debía de saber puesto que yo era uno de los más veteranos.

- Entonces vosotros..., ¿estáis juntos? – solté.

- ¡Compañeros de trabajo! – aclaró Mercurio rápidamente. Parecía no querer aclarar nada más, tenía una tremenda facilidad para hacer que sus mejillas se tornaran coloradas.

Antes de que mi siguiente comentario escapara, una lanza pasó a gran velocidad por mi lado. Impactó en el cuello de Lume, quien salió despedido. A la misma vez Mercurio y yo empezamos a caer con rapidez. Antes de impactar contra la tierra, el joven tuvo los reflejos de levantar un árbol en el que poder agarrarnos para que el golpe no fuera tan duro.

- ¡¡Lume!! – chillo Mercurio mientras corría hacia un árbol.

Nuestro Plutón estaba enganchado al tronco, la lanza había acabado impactando allí. Al acercarnos pudimos comprobar que no era una lanza sino un tridente. Su cuello estaba entre dos de los tres dientes de la vara. Las puntas de los dientes estaban muy bien afiladas, le habían causado unos rasguños de los que ahora brotaba la sangre. Estaba un poco aturdido, pero parecía no correr peligro.

- ¡El cielo lo surcamos nosotros! – exclamó alguien a nuestras espaldas. Una mujer con el cabello largo y lacio flotaba ante nosotros. - ¡Ah, eso es mío!

Arrancó del árbol el tridente. Nosotros no lo hicimos por miedo de hacerle daño a Lume, pero estaba empezando a arrepentirme de no haberlo hecho antes. Nuestro compañero cayó al suelo mientras se tapaba su delicado cuello.

- ¡Tú te vienes conmigo! – dijo aquella chica mientras me señalaba con el dedo índice.

- ¿De parte de quién vienes? – pregunté con una mirada desafiante.

- Trabaja para mí – soltó Tian que descendía del cielo. - ¿Acaso piensas tenderme una emboscada? No puede ser que estés tan desprotegido...

- ¡Aléjate! – grité. Se acercaba con un paso muy lento.

- Me prometiste que no te ibas a escapar, sin embargo, lo hiciste... Las promesas son inquebrantables, y tú la rompiste, así que todo acto lleva su consecuencia. – Abrió un pequeño portal del cual sacó un cuerpo. Un trozo de carne sin vida que depositó a mis pies.

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora