Capítulo 24

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- Louis..., ¿estás aquí? Soy Oliver... - dije tras traquear con los nudillos.

- ¡Adelante! – gritó él tras la puerta.

Al entrar, él estaba sentado en la silla de aquella mesa de despacho tan grande que había la última vez. Tenía un cigarro en la mano. No aparentaba estar cansado después de la fiesta. ¿Le habría dado tiempo a dormir?

- Y bien, ¿qué te trae por aquí a las 4 de la mañana? – preguntó mientras daba una calada.

- Quiero volver a mi casa, posiblemente necesite un descanso... - Su mirada ahora era atónita.

- ¿No estás a gusto aquí? ¿Qué te ha ocurrido? – cuestionó mientras expulsaba humo por la boca.

- ¡Nada! Es simplemente que echo de vida mi vida anterior, mi trabajo, mis amigos... - Esa no era la razón principal, pero me sirvió de excusa.

- Entiendo – respondió apagando el cigarro. – Decidido, mañana volverás a tu pueblo por un par de días. Con una condición... Por esta vez, tu acompañante voy a ser yo. He visto que no hay mucha información acerca de tu nacimiento, y no podemos contactar con tu orfanato, así que iré yo mismo a investigar.

- ¿Qué necesita saber? – curioseé.

- Cosas que probablemente no sepas ni tú. Estoy seguro de que las respuestas las tienen las personas que se ocuparon de ti cuando todavía estabas viviendo allí. Así que, mañana saldremos temprano.

- ¿Qué pasa con Nea?

- Se quedará aquí, necesito que ayude a Lian, sé que se agobia si le dejo todo el trabajo. – Hasta Louis se preocupaba por ella... - ¿Por qué pones esa cara? Sé que no te gusta salir sin Nea...

- ¡No pasa nada! Puedo lidiar con ello... - mentí, no quería verle todavía, no estaba preparado.

Quedamos en vernos a las siete de la mañana. No dejó de repetirme que me llevara una pequeña mochila con ropa y, sobre todo, una chaqueta. Estaba contento, por fin podría volver a Green Village, mi ciudad. Estaba deseoso de volver a ver a Aaron incluso de mi jefe Evans.
No pude pegar ojo esa noche, no pude dormir debido a lo nervioso que estaba por volver a mi verdadera casa. Nea tampoco regresó al cuarto. A las seis y media ya me encontraba en la puerta del despacho de Louis, con todo preparado para marcharnos. No quise despedirme de nadie, no quería que se supiera que me iba a ir. Cuando Louis abrió la puerta del despacho, no iba solo, estaba acompañado de aquella mujer otra vez. Me saludó con una brillante sonrisa en su boca, yo intenté imitarla pero mi expresión no salió. Y allí estaba ella, con el cuaderno que siempre llevaba en sus manos, vistiendo la bata blanca de médico. Nos siguió hasta el coche, el jefe le decía todo lo que tenía que hacer durante los días que él no iba a estar, aunque no escuché nada en concreto, solo quería salir corriendo de allí.

- Tardaremos unas horas, puedes dormir si quieres, te despertaré cuando lleguemos. – Me hablaba mientras me examinaba con la vista, yo me subí el cuello de la camiseta, no quería que viera las marcas rojas que Nea había dejado. En su muñeca izquierda llevaba un reloj que parecía muy caro, iba vestido con camisa y traje de chaqueta, como el dueño de un negocio.

- No se preocupe, no tengo sueño. – Unos minutos de silencio después comencé a preguntar. - ¿Todas las personas que hay metidas en el Star Guardian tienen la obligación de protegerme?

- Solo hay nueve que están obligados de nacimiento y se les conoce por los nombres del sistema solar, ya sabes, desde Mercurio hasta Plutón. En su cuerpo está grabado su destino, todos tienen un círculo con un color. Creo que ya conoces a Marte, su círculo es rojo como la sangre y el de Neptuno es azul como el agua.

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora