Miré con asombro a Nea, aquellas palabras parecían haberle sorprendido.
- ¿Qué estás diciendo? – pregunté exaltado.
- ¿De qué te sonrojas, pequeño humano? ¿Qué es lo que estás pensando? – Dirigí la mirada al suelo, estaba sorprendido de que ella supiera que Nea y yo ya habíamos hecho el amor. – Mira esos cuatro agujeros en el cuello Bell...
- Te mordió con ganas, no me digas que ha sido obra de aquel hombre... - dijo entre risas señalando a Nea.
- ¡Soltadme, brujas! – grité mientras intentaba soltar mis manos.
- ¿¡A quién estás llamando bruja, humano!? – Aquella mujer llamada Bell me propinó una patada en la columna. Caí al suelo dolorido, Nea hizo amago de moverse, pero le volví a negar con la cabeza.
- No le hagas daño, tenemos que entregarlo vivo – siguió la chica de pelo corto.
- ¿No disfrutas viendo cómo se retuerce? Yo sí y me parece tan divertido, ¡que quiero hacerlo otra vez Anna! – Puso el pie en mi espalda y me aprisionó contra el suelo, no podía tomar aire, mis pulmones se habían bloqueado.
- ¿Cuánto aguantarás? Los hombres como tú son realmente unos débiles – Me dio un estirón de pelo, y volvió a dejar caer mi cabeza. No podía resistirme o quizá los golpes serían más fuertes. - ¿Quieres más?
Anna me alzó del suelo con una mano y Bell acercó su nariz a mí y suspiró.
- Hueles a ese demonio, qué asco – me dejó caer como si fuera basura, mis piernas me temblaban para poder ponerme en pie. Mi resistencia estaba derrumbándose.
En aquel momento sentí una ráfaga de aire muy fuerte, como si una bomba hubiera caído a unos metros de mí. Los Onwu que nos rodeaban, pero que desde que las chicas habían aparecido no se movían, se desintegraron. Alcé la vista, Nea estaba cabizbajo y su poder circulaba a su alrededor. Sáhara también le observaba con temor, su pelo estaba erizado. Yanya brillaba demasiado. Pude contemplar como ambos desaparecieron en cuestión de segundos de allí. Cuando me giré Nea le había arrancado parte de la nuca a una y a la otra estaba bebiéndose su sangre. Ambas acabaron muertas en segundos, sus cadáveres yacían en el suelo. Él se quedó allí quieto, sin tan siquiera dedicarme una mirada, su cuerpo rebosaba de energía, pero no parecía él. En el momento en el que pude ver sus ojos lo supe, estaba desorientado, su cordura se había disipado. Me miró como si fuera comida, no reflejaba ninguna emoción en su cara, estaba ido. Yanya en cambio parecía pletórico. Yo estaba asustado. Mi guardián comenzó a caminar hacia mí lentamente, como si sus pues le pesaran.
- Nea... ¿Por qué me miras así? ¿Qué te ocurre? – Pero él ni siquiera se inmutó ante mis preguntas. Me agarró del cuello y me levantó en peso, su mano parecía una piedra. – Nea... No soy el enemigo... Soy Oliver...
Mi voz titubeaba, su mano pareció aflojar la fuerza y pronto vi cómo sus ojos volvieron al color del siempre y su poder se relajó. La silueta de Yanya también desapareció. Nea apoyó su cuerpo en el tronco de un árbol y se colocó ambas manos en la cabeza, estaba muy mareado. Yo comencé a toser, intentando recobrar el aliento. No tenía fuerzas ni para levantarme, tan solo me quedé allí de rodillas. Sáhara se acercó y lamió mi mejilla, ella también estaba asustada, no podía atacar a su amo. La pantera se acercó a él y le dio unos pequeños golpes con la cabeza, él apartó sus manos y me miró con unos ojos llenos de angustia.
- Oliver... - se levantó rápido mientras su cuerpo se balanceaba y cayó de rodillas frente a mí. Levantó una mano dispuesta a acariciarme el pelo como siempre lo solía hacer y yo la esquivé sin pensarlo.
- Ibas dispuesto a matarme...
- ¡Jamás haría eso! – exclamó con la mirada triste.
- Me querías estrangular... - continué diciendo.
- Oliver no me malinterpretes. Sabes que daría mi vida por salvarte, es imposible que te quisiera matar, no tiene sentido. He perdido el control, lo reconozco. Yanya se alimenta sobre todo de la ira, me he dejado llevar...
- ¡Dijiste que lo tenías todo controlado!
- ¡Lo sé! – gritó lleno de rabia. – No sé qué es lo que ha pasado, creía que podía controlar todo lo que quería, pero tan solo me he dejado llevar por la ira. Tú me decías que no me moviera, y mientras, mi cabeza solo pensaba en maneras de matarlas, ¡en ese momento no era yo! – Un crujido de ramas llamó nuestra atención, al girarme me reconfortó ver a alguien más.
- ¿Llego en el peor momento? ¿Peleas de pareja? – preguntó Daria mientras cargaba con una pistola en la mano derecha. – Siento haber llegado tarde, parece ser que la fiesta ha acabado...
- Llévate a Oliver de aquí, no dejes que se acerque a mí al menos en un par de días – comentó antes de alejarse de allí.
- Nea..., no... - murmuré viendo su lejana silueta.
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Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...