- Mentiroso... - repetí lentamente. - ¿Por qué dices eso? ¿En qué me has mentido?
- Antes de nada, quiero que conozcas a una persona, me va a ayudar a entender unas cosas... - No quise ser cotilla, así que no pregunté. Seguro que me la presentaría pronto. El sol se iba escondiendo, ya comenzaba a hacer un poco de frío. Eché mi aliento a las manos, sentía la punta de los dedos congelados.
- ¿Tienes frío? Será mejor que entremos dentro, la noche llegará pronto. – Se irguió y me ofreció su mano para levantarme. Tan pronto como me agarró frotó mis dedos con delicadeza. Me quedé absorto mirando sus largos dedos. Me fijé en su dedo anular, algún día llevaría puesto ahí mismo un anillo de compromiso. - ¿Qué estás pensando?
- ¿Eh? Nada, es solo..., una tontería. – Se miró las manos con detenimiento.
- ¿No te gustan mis manos? – Apoyé mi cabeza en su pecho.
- Si algún día te casas... ¿Qué pasaría conmigo? ¿Dejarías de protegerme? – No levanté la mirada, tan solo me quedé allí quieto.
- No puedo tan solo irme y abandonarte, ahora tú eres mi deber.
- Pero ¡tienes que tener tu familia! Una mujer..., e incluso un hijo... - Acarició mi cabello, mi piel se erizó al instante.
- No puedo casarme con cualquier mujer, es la política de mi familia. Mi futura esposa debe de ser de clase alta y rica, de características similares a las mías. – Iba a preguntarle sobre esa política, pero yo estaba muy lejos de cumplir con aquellos requisitos. No pude evitar sentirme triste. – Tranquilo, me quedan muchos años por delante, ya sabes que no soy humano. Puedo hacer mi vida cuando..., ya no estés aquí.
- Es cierto, yo sí soy humano... Puedo morir en cualquier momento – murmuré.
- Oliver, hay una cosa que debes saber. Como portador de la Luna, debes de tener descendencia para que el poder no se extinga, es la primera obligación que tienes que cumplir, y es mi trabajo asegurarme de que se cumpla. Siento haber sido tan directo, pero tienes que saberlo. – Me abracé a él con fuerza, no quería seguir escuchando. – Eres joven, así que por ahora tenemos que centrarnos en derrocar a Tian y su ejército. Cuando eso se acabe, podrás salir de estos muros y rehacer tu vida.
- ¡No quiero! – grité. Apartó sus brazos de mí, le había sorprendido mi reacción. – Tan solo quiero estar así para siempre. – Acurruqué mi oreja cerca del corazón, lo supe porque podía escuchar el resonar de los latidos.
Nea dio un paso hacia atrás hasta apoyar su espalda en el tronco del gigante roble. Noté sus grandes manos paseando por mi espalda. Descansó su cabeza en la mía y dejé que su grave voz me envolviera.
- Como desees – murmuró suavemente en mi oído.
Me encontraba acostado en un verde campo cuando oí a alguien llamarme por mi nombre. Había un cielo despejado, las nubes se habían extinguido. Todos los pájaros volaban en la misma dirección. No parecía haber nadie a mi alrededor, pero la voz seguía resonando en mi cabeza. Cerré mis ojos y decidí quedarme allí, sentía una quietud inmensa. < ¿Dónde estoy? > me preguntaba, pero no parecía importarme mucho el sitio, me sentía bien allí. De pronto noté que alguien se acercaba corriendo, el suelo retumbaba con cada paso. Me levanté de allí y observé que una mujer de ojos verdes y larga melena castaña corría hacia mí. Me aparté de su camino y siguió corriendo hacia arriba. Se podía ver un pequeño pueblo a lo lejos, quizá se dirigía allí. Llevaba un bebé entre sus brazos, deduje que tendría unos pocos días por su tamaño. Aquella chica vestía un largo vestido azul cielo que arrastraba por encima de la hierba. Parecía batallar por no caer al suelo, aquellas vestiduras eran demasiado largas para correr con ellas puestas. Decidí seguir a la chica, me daba miedo que el bebé pudiera salir malherido por una imprudencia de ella.
- ¡Oye, no deberías de correr! – grité, pero ella no pareció escucharme.
Se detuvo delante de una casa, y conseguí alcanzarla. El pelo le llegaba casi a la cintura y tenía un brillo espectacular. Portaba una pequeña tiara de perlas en la cabeza, pero no parecía ser de una familia rica.
Iba directo a tocar el hombro de la muchacha cuando me di cuenta de que mi cuerpo era translúcido, mi mano se escurrió por el cuerpo de la muchacha, no podía tocarla. < ¿Qué es esto? ¿Por qué no puedo tocarla? > Sacudí mi mano delante de su cara, pero tampoco parecía poder verme. < ¿Acaso esto es un sueño? >
Una mujer mayor abrió la puerta, el interior era lúgubre, tan solo había una tenue luz en el centro de la sala que parpadeaba. Tenía varias estanterías con frascos de cristal de muchos tamaños diferentes. Parecía que ella era la única que vivía allí.- Señora, por favor, cuide de él – soltó la muchacha.
- Lo siento joven, soy una anciana que no tiene dinero para cuidar de esta criatura – dijo la octogenaria antes de cerrar la puerta.
- Pensaba que al menos ella se lo quedaría – murmuró la chica entre lágrimas. Aquella escena me partió el corazón. Ver cómo el niño jugaba y reía con el dedo de su madre mientras ella lloraba desconsolada.
¿Por qué estaba viendo yo aquella imagen? Aquel sueño parecía de lo más real, todo estaba ambientado en una época antigua, aunque no muy lejana. Me resultaba extraño, ahora todo era diferente.
Me asusté cuando alguien saltó del tejado del edificio de la mujer y aterrizó delante de mí, tan solo le veía la espalda, una constitución que conocía mejor que la mía.- No puedes andar por ahí sola, eres una presa fácil. ¿Por qué no me has pedido ayuda? – dijo el hombre de gran espalda.
- ¡Nea! – exclamó la mujer mientras se limpiaba las lágrimas. Él desvió la mirada hacia el bebé que lucía feliz.
Y allí había aparecido Nea, era exactamente igual a como yo le había conocido. Seguía vistiendo esas ropas de color negro como siempre, y su mirada conseguía ponerme nervioso con tan solo mirarme, pero él tampoco me veía. Solo podía espectarlos, y llorar en silencio.
- Usabas esos vestidos tan ostentosos para cubrir tu embarazo, ¿por qué no me dijiste nada en todo este tiempo? – Paseó sus dedos por la suave y blanca cara del niño, que se revolvía en su júbilo.
- Lo siento, no me sentía segura, tenía miedo... - musitó la joven de largo cabello, las lágrimas no dejaban de correr por sus mejillas. – Por mucho que me duela, ahora tengo que entregarlo, no puedo volver con él... - Él la abrazó dulcemente con el niño entre ambos, parecían una verdadera familia. Suavemente la besó y acarició su cabello.
- Tan solo tenías que pedirme ayuda, ¿tan difícil es eso? En este pueblo hay una mujer llamada Luz, hace unos días tuvo un bebé que desgraciadamente murió, estoy seguro de que es la candidata perfecta para cuidar a este niño. – Ella sonrió y mimó la cara de mi guardián. El niño soltó una carcajada y ambos se sorprendieron y terminaron riendo juntos.
- Se parece a ti, tiene tus ojos...
- Sé que en un futuro será tan bueno como tú – soltó la mujer besando la frente del niño. – Siempre te estaré agradecida, mi caballero de ojos brillantes.
- ¡Ver! ¡Oliver, despierta! – Allí estaba aquel hombre otra vez. - ¡Oliver!
- Mi caballero de ojos brillantes... - murmuré sin darme cuenta. El me miró con asombro, sus ojos estaban muy abiertos, como si hubiera visto un fantasma.
- ¿Qué has dicho? ¿Por qué estabas llorando mientras dormías?
- ¿He dicho? ¿Qué he dicho? He tenido un sueño muy triste Nea, tú también aparecías en él... - Le conté todo lo que había visto en ese sueño, con pelos y señales, no quería olvidarme de ningún detalle. – Y entonces ella dijo que siempre te estaría agradecida y te llamó caballero de los ojos brillantes...
- Oliver, ¿quién te ha contado eso?
- ¡Te acabo decir que lo he soñado! ¿Quién me contaría algo así? – Sus ojos también se habían llenado de lágrimas, pero ninguna llegó a salir.
- Esa historia que acabas de contar sucedió hace poco más de un siglo... Esa historia es cierta.
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Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...