- Puedes negarlo las veces que quieras, la realidad seguirá siendo la realidad. – Aparté la vista de él, apoyé mi trasero el en frío suelo y una mueca de dolor apareció en mi cara. Tian soltó una pequeña risa. - ¿Quieres cenar?
- Prefiero morirme de hambre – respondí fríamente.
- Yo que tú no tentaría la muerte, o bueno... en tu caso, sí. – Esbozó una tenebrosa sonrisa que me produjo un escalofrío. Uno de sus sirvientes nos interrumpió y se arrodilló en frente de él, agachó la cabeza y puso su mano en el pecho.
- Señor, en tus manos descansa mi luz.
- Espero que traigas buenas noticias, Enziel – prosiguió Tian ajustándose las vestimentas. El nuevo vestía como un sargento, parecía ser de un nivel alto. Llevaba un traje blanco y azul marino, advertí que portaba condecoraciones, aunque poco podía ver, ya que llevaba una capa blanca que se cerraba en el pecho gracias a una cadena dorada.
- He de comunicarle que los Onwu están nerviosos. Al parecer el chico humano despide el mismo olor que el demonio y les altera.
- Tengo algo para eso, trae el frasco del dormitorio principal. – El chico enseguida volvió con un frasco redondo de cristal del tamaño de una manzana. Tian se acercó a mí con él entre sus manos, lo destapó y vertió el líquido en mi cabeza. Conocía el olor, era canela. – Demasiado dulce para ellos, así al menos no te matarán. Enziel asegúrate de que se quemen las ropas del chico, quiero que ese hedor desaparezca de aquí.
- Como ordenes – el joven se dio un golpe en el pecho y abandonó la sala. En la zona de la espalda de la capa llevaba un símbolo grabado, el dibujo de un sol con dos espadas cruzándose en el centro.
Tian volvió a sentarse en su trono. El líquido que bajaba de mi cabeza comenzaba a mojar mi camiseta, estaba helado.
- ¿Tienes frío? – preguntó de repente. Ni siquiera me inmuté. Las ganas de estornudar se apropiaron de mí y no pude reprimirlo. – Sí que lo tienes, por lo que veo...Bueno, piénsalo, solo lo tendrás hasta que se haya secado.
- <Le odio> pensé mientras se reía.
- Acércate. – Ignoré sus palabras, no moví ni un dedo. Él se encargó de hacerme llegar hasta él atrayéndome con el movimiento de sus manos. – Eres muy desobediente – susurró mientras me apretaba la garganta.
Cuando por fin decidió soltarme, caí directamente al suelo. Escuché cómo daba unas palmaditas, al girarme vi que lo hacía sobre su regazo, quería que me sentara allí. Al principio no le hice caso, pero clavó sus ojos en los míos, aquella mirada asesina me heló los huesos. Paso a paso me acerqué a él y cuando ya lo tuve frente a mí, él mismo me sentó. Estaba titiritando del frío que sentía, pero noté una fuente de calor proveniente principalmente de sus manos. Pronto noté que la temperatura de mi cuerpo aumentaba y comenzaba a encontrarme mejor. Cerré mis ojos para disfrutar aquel momento. Qué satisfacción..., qué paz sentía. Aquel estado era similar a..., ¿qué? ¿Qué situación me hacía sentir tan bien? Oh sí, era similar a estar cerca de Nea. Sí, era cierto. Esa paz que notaba solo era Nea capaz de hacerla aparecer. Cómo le echaba de menos...
Me sentía demasiado bien en el regazo de Tian, parecía proporcionarme todo lo que necesitaba. Tanta tranquilidad pronto acabó en darme sueño. Mis párpados comenzaban a pesar y sin querer ya estaba dando cabezadas. Una de ellas, le di en el hombro a Tian, quien sorprendentemente no dijo nada, pero el sueño ya era dueño de mí. Lo último que recuerdo fue dejar caer mi cabeza y acurrucarla en su cuello. Recuerdo haber pensado que aquel lugar era el mejor para morir, no me importaba no volver a despertar.
A la tarde siguiente volví a la vida, estaba encerrado en una celda mugrienta y unos grilletes me mantenían encadenado a uno de los barrotes. Qué manera tan penosa de cuidar a alguien. Estiré de las cadenas, pero sin una llave iba a ser imposible quitarlas. En aquel momento oí a alguien gritar al fondo, probablemente uno de los guardias.
- ¡Está despierto!
Tan solo diez minutos después de aquel grito, dos soldados se presentaron ante mí, me sacaron de aquella celda y volvieron a dejarme a los pies de Tian, quién no parecía nada contento.
- Espero que al menos durmieras bien, porque yo he estado toda la noche horrible. Al parecer nuestros poderes no son compatibles, con tan solo absorber un poco de tu poder, lo certifiqué. – Era cierto, sus ojeras eran tremendas. – Mientras mis científicos descubren una manera de hacerlo posible te necesito con vida. Tenemos una promesa, yo no toco a tu novio si tú me obedeces, ¿recuerdas? Procura no hacer estupideces, ni siquiera intentes escapar o usar tus poderes en contra de mí.
- Sí...
- No te voy a quitar los grilletes, tampoco los de los pies, así evitaremos que corras. En el tiempo que yo no esté aquí Enziel se hará cargo de ti, necesitas que te vigilen. Si me hacen venir por algo que has intentado en mi contra, no dudes que vendré y sufrirás las consecuencias. – Afirmé con la cabeza.
Parecía querer afirmarlo y dejarlo todo claro antes de que yo pudiera llegar a intentar algo.
Los grilletes eran pesados, y se hacía peor cuando llevaba algún tipo de peso.- Haré de mi propiedad cualquier cosa que pueda llegar a tener el demonio y ahora lo más preciado para él eres tú, y ya te tengo yo. Fue demasiado fácil, aún recuerdo.
- Tan solo te pido que no le hagas daño, me lo prometiste – aclaré.
- No le voy a hacer nada todavía, tenlo en cuenta. Primero tengo que averiguar este problema de tu poder que nos ha surgido primero.
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Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...