Capitulo 38.

41 7 3
                                    


No pude evitar quejarme en el momento que hundió sus pequeños colmillos. Notaba que esa zona del cuello me dolía más de lo normal, supuse que era debido a las dos mordidas que me había dado en un mismo día.

- Nea..., me haces..., daño. Ngh, sé más gentil... Nea... - tartamudeé. Levantó su rostro, corrían gotas de sangre por su barbilla que no dudó en limpiarse con su brazo.

- No me gusta que los demás toquen lo que me pertenece – soltó muy serio. Era la primera vez que le veía celoso y posesivo.

- ¿Por qué me has mordido dos veces hoy? ¿Te ocurre algo? – pregunté al fin.

- Me prometí que no probaría tu sangre sin una buena causa, pero no tengo ninguna. Esta mañana simplemente me he dejado llevar por la excitación y lo de ahora tan solo es un castigo.

- ¿Me muerdes para que los demás sepan que ya tengo 'dueño'?

- Los demonios tenemos una política muy estricta, no nos gustan los humanos que han sido el banco de sangre de alguno de nosotros. De alguna manera eso te protegerá, aunque el de ahora tan solo ha sido para divertirme. – Le miré con desprecio y comencé a subir las escaleras hacia la habitación.

- ¡Te odio! - grité cuando ya estaba arriba.

Me tiré de cabeza a la cama, tan solo quería dormir; los mareos, aunque no habían cesado, eran más leves.

El perfume de una mujer... Qué olor más agradable era aquel que me estaba embargando. No era la primera vez que olía aquella fragancia, pero podría pasar días disfrutándola.

- Oliver... - me llamaba una voz femenina que ya había escuchado antes. Abrí mis ojos asustado, y no me había equivocado, allí ante mis ojos estaba ella.

- ¡Valentina! – tartamudeé atemorizado.

- No te asustes, solo quiero decirte algo. – Otra vez estábamos en aquel verde prado, como en los sueños anteriores. – Pronto van a suceder cosas malas, no debes tener miedo, sé valiente y da lo mejor de ti.

- ¿Puedes oírme? ¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres decir con 'cosas malas'? – Se acercó a mí y guardó mi mano entre las suyas.

- Lo descubrirás pronto. He estado esperando por mucho tiempo y ha sido muy difícil poder contactar contigo, finalmente mi hora ha llegado, tengo que seguir mi camino. Ahora sé que él estará bien, has conseguido despegarme de su corazón.

- Yo..., ¿he conseguido eso? – Sabía que estaba hablando de mi guardián.

- Tenía el miedo de que se estancara para siempre, necesitaba salir de él, quería que él fuera feliz. Gracias, Oliver.

- ¡No tienes que agradecerme nada! Sinceramente creo que no es justo, él te ama...

- Cuídale, no dejes que recaiga otra vez. Ámale tanto como yo lo hice. – No podía evitar que mis lágrimas cayeran a pesar de que ella se veía tan feliz. – Dile que no le guardo rencor, que me siento afortunada de todo el tiempo que pasé con él, que me perdone...

- ¡No te puedes ir! – grité apretando su fría mano. Ella limpió el rastro de mis sollozos con sus dedos.

- Puedes sentir el amor que ha crecido entre vosotros, me siento tranquila de dejarle en tus manos. Protégele – murmuró mientras veía su cuerpo desvanecerse. Intenté agarrarla, pero, desapareció.

- ¡NO! – grité con toda la fuerza que tenía. - ¡No, no, no! Ella no puede...

- ¡Oliver! ¿Qué te ocurre? – la voz de Nea me golpeaba los oídos, mi cuerpo estaba siendo sacudido. Abrí los ojos de golpe, me erguí y tomé aire, como si me estuviera ahogando. - ¿Estás bien? ¿Qué ha sucedido?

- Ella..., se ha ido... - musité. Miré la almohada de mi cama, estaba mojada al igual que mis mejillas, todavía seguía llorando. Nea estaba sentado en el borde de la cama. – No he podido hacer nada... Yo...

- Tranquilízate, estás temblando. – Me acarició el pelo con suavidad. A pesar de que parecía tranquilo, sus ojos estaban inquietos y tristes. No podía esperar a contarle lo que había soñado, así que respiré y empecé a contarle.

- Ella me dijo que no te guarda rencor y que le perdonaras. Nea, ella sonreía cuando hablaba de ti. ¡No quiero que estés triste, ella no lo estaba! – exclamé agarrando su mano. Él sonrió.

- Percibo el vacío que ha dejado, pero tu aura no ha cambiado en absoluto. En el pasado quise quitarme la vida muchas veces, y lo intenté tanto que al final desistí. Ya no voy a pensar en ello, prometo que te protegeré incluso si tengo que dar mi vida por ti, tan solo no te vayas de mi lado.

- Jamás lo hare – murmuré posando mis labios en los suyos.

Quedamos en ir a llevarle flores. Nea había improvisado un especio espacio en honor a Valentina muchos años atrás. Estaba dispuesto en la única colina que había en el bosque que rodeaba mi ciudad. Le dedicamos unas oraciones en silencio, entre el aullido de los árboles y la armoniosa melodía de la naturaleza. Todo parecía muy tranquilo hasta que vi a Nea con la mirada clavada en una dirección. Puso su mano en mi estómago y me ocultó detrás de él, no entendía que es lo que estaba haciendo hasta que algo cruzó a mucha velocidad por mi lado y chocó con un árbol. Una flecha. No estábamos solos.
Los Onwu habían aparecido de la nada y se acercaban a nosotros. Nos estaban rodeando. Nea se puso los dedos en la boca y silbó con fuerza. A los pocos minutos se escuchó un rugido a nuestras espaldas, era Sáhara, el silbido había sido por ella. Saltó sobre nuestras cabezas y comenzó a despedazar a aquellos seres a la velocidad de la luz. Pensaba que todo había acabado, pero me equivocaba, no dejaban de aparecer y ni la pantera daba abasto ya. Nea quería luchar, pero no me quería dejar solo bajo ninguna circunstancia. Yo me sentía cobarde, con tan solo ver a aquellos seres mi cuerpo temblaba. Recordé las palabras de Valentina en aquel preciso momento, mi prioridad era Nea, tenía que ayudarle o al menos saber defenderme.
Agua, necesitaba agua, sin ella no era nadie. Para mi disgusto por allí no había ninguna especie de lago ni laguna cerca de donde sacarla. Miré en todas direcciones con prisa, ¿cómo era posible que hubiera un bosque sin agua? Reparé en el suelo, ¡eso era! Podía utilizar el agua filtrada de la tierra. Concentré el poder en mis manos, todo vibraba a mi alrededor, podía ver cómo el agua aparecía a mis pies y se amontonaba rodeándonos. Cuando creí que era el momento la liberé, y como si de la marea se tratara, limpió a todos los Onwu y los arrojó ladera abajo. Nea me felicitó, se había quedado sorprendido con lo que acababa de saber y ni yo sabía cómo había conseguido hacer eso. Tan solo tenía visualizada la idea de lo que quería conseguir en mi cabeza. No tardaron en levantarse y volver hacia nosotros, para nuestra suerte no andaban rápidos, por lo cual nos daba tiempo a pensar qué hacer.

- No estamos solos... - soltó Nea. Invocó a Yanya, lo que hizo que me pusiera más nervioso, ya que él jamás le llamaría si no se sintiera en peligro. Sáhara se puso delante de nosotros en una posición defensiva.

- Vaya, si nos hemos topado con oro – resonó la voz de una mujer.

Ante nuestros ojos apareció una mujer delgada con el cabello corto y negro. Sus ojos eran blancos y su boca esbozaba una sonrisa picarona. Vestía unos shorts y un top, sus piernas estaban rodeadas de tiras de cuero conectadas por hebillas. Noté como alguien me agarró de la muñeca y tiró de mí velozmente y en cuestión de segundos me vi rodeado de dos mujeres. La que me había transportado de lugar parecía más débil, era más baja que la anterior y llevaba las tiras de cuero rodeando sus brazos. Habían atado mis manos a mi espalda y habían sellado mi boca con una cinta. Vi como Nea arrugó su nariz y mostró los dientes, Sáhara también parecía furiosa. La chica del cabello corto me olfateó y rio.

- Así que vosotros..., ya habéis consumado... - habló una de ellas mientras tiraba del parche de mi cuello. Yo me quejé y con la cabeza le di la orden a Nea de que no se moviera.

.Rv:

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora