Aquellas últimas palabras me produjeron un escalofrío que recorrió mi espalda en segundos.
- ¿Y cómo se hace ese pacto? ¿Tengo que firmar en algún sitio? – curioseé buscando con la mirada algún papel para sellar. Louis rio.
- No chico, firmar un papel no sirve de nada con los seres no vivos. En ese mundo todo es diferente, pero es mejor que te lo explique Nea, al parecer no es su primera vez haciendo esto – juzgó con una mirada desafiante.
- Oliver, un pacto entre guardián y protector se hace mediante sangre para que sea permanente. Necesito que no te alteres y te concentres, será breve.
- ¿Sangre? ¡Espera, espera! Has perdido mucha sangre, no estás en una posición ideal...
- Estoy bien – interfirió. – Confía en mí. Me miraba con ojos bondadosos que me relajaron al momento.
Louis le dio la pequeña navaja que había tenido antes en sus manos y me hizo un pequeño corte cerca de mi luna. Cerré mis ojos y suspiré con fuerza, notaba el cosquilleo de la sangre recorrer mi mano.
- No lucharé en vano, cumpliré el juramento que he prestado. Aunque tenga que tragar mil agujas, viviré con el fin de su protección hasta que el último de los dos suspire – pronunció con delicadeza.
Seguidamente noté la calidez de su boca y su lengua húmeda en mi brazo. Mi cara enrojecía con cada trago que daba. Al cuarto sorbo, levantó sus labios de mi piel y clavó su mirada en mí, parecía querer leer mi alma. Se mordió su muñeca y me hizo avanzar.
- Bebe hasta que te sacies, tu cuerpo te lo dirá – dijo cerca de mi oído con la voz baja.
- P-Pero Nea... yo...
- No tengas miedo, ven – me abrazó contra él y con la otra mano tapó mis ojos. Su muñeca estaba justo al frente de mi boca. – Pruébala.
Obedecí y di un pequeño lametón. Para mi asombro me gustó, al contrario de como yo pensaba su sangre era tan dulce como el chocolate, no sabía igual que la mía. <Porque no es humano> pensé. Con mis manos agarré su brazo, cada bocado me sabía a paraíso, no podía parar. Con el primer trago mi corazón retumbó con tanta fuerza que me produjo un espasmo. No sabía qué había pasado, pero no le di más importancia. Tragué y tragué sin control, era como si mi cuerpo me empujara a seguir. Una energía corría sin control en mi interior, me sentía muy eufórico, me notaba más fuerte; ya había obtenido todo lo que necesitaba.
Alejé mi boca poco a poco de aquella fuente de las delicias.
- Has bebido mucho chico -soltó Louis. - ¿Te encuentras más fuerte ahora?
- S-Sí señor... - tartamudeé. – Lo siento Nea, creo que he ingerido demasiada – me disculpé. Él sacudió la cabeza.
- No importa, te dije que tomaras hasta que quedaras satisfecho. A parte de darte fuerzas, te regenera y te cura, es lo que tiene el poder del pacto – añadió.
- Eso es, ahora compartís vínculo, no podéis traicionaros o el pacto os comerá. Nea, no tienes más oportunidades – advirtió Louis. – Ahora os podéis ir, os aconsejaría que descansarais, pero sois jóvenes, así que vosotros decidís. Oliver, ¿puedo hablar contigo?
- C-Claro... Puedes adelantarte – dije mirando aquellos ojos plateados. Enseguida salió de la sala.
- Verás, la ambrosía que le hemos dado a Nea es muy poderosa, puede tener efectos secundarios, como mareos y alucinaciones, o si tiene suerte no le pasará nada, solo quiero que le vigiles y no te asustes si notas algo extraño. Ah, y quiero que me lo comuniques, ¿entendido?
- Estaré atento de él, gracias por informarme – respondí. Él me sonrió y con un ademán me invitó a salir de allí. Como suponía, me estaba esperando en el pasillo.
- ¿Qué te ha dicho? – curioseó.
- Nada importante. Oye, ¿tú te encuentras bien? – pregunté mientras examinaba su brazo.
- ¿Eh? Pues sí, aunque me encuentro algo cansado – dijo tocándose la nuca.
- ¡Entonces vamos a dormir!
Y de un tirón le arrastré de vuelta a mi habitación. Yo me tumbé directamente en la cama, mientras tanto, él dejaba en la mesa unas muñequeras de cuero negras que siempre llevaba puestas, menos esa tarde. No podía dejar de mirar aquella espalda con forma de V tan bien definida, sus hombros más anchos que su cadera, sus largas y delgadas piernas...
Me fijé detenidamente en la posición que Nea había adoptado, apoyaba las manos en la mesa y estaba ligeramente inclinado hacia delante. Parecía que algo no iba bien. Llevaba en ese lugar más de diez minutos. Decidí sentarme en vez de estar acostado y me eché la manta encima, dejando asomar solo la cabeza. Él miró hacia atrás y se movió para acomodarse en el suelo frente a mí. Puso sus brazos en el borde de la cama y apoyó su cabeza en ellos.
- Has hecho un gran trabajo hoy – halagué mientras le acariciaba el cabello. Había trabajado muy duro. Él no se inmutó, ¿acaso se habría quedado dormido?
Yo seguí tocando cada mechón de su cabeza, admirando la suavidad de tal durante unos minutos más. Pensando en el poco tiempo que nos conocíamos y en aquella relación tan fuerte que teníamos. Seguía sumido en mis pensamientos, cuando de repente agarró mi mano con suavidad y se la llevó a la boca. Por un momento pensé que quería más sangre, pero me equivoqué, me plantó un dulce beso. Sus ojos se clavaron en mí como espinas, aunque era una mirada cargada de ternura. Se puso de rodillas y poco a poco se fue acercando a mí. ¿Qué me iba a decir? La curiosidad me atacaba. Decidí no perder mi compostura y no moverme de mi sitio, aunque mi cuerpo retrocedía hacia atrás muy lentamente sin querer. Nea cada vez estaba más cerca de mi cara, sus ojos me habían enmudecido, me sentía paralizado. Mientras mi mente daba vueltas sin parar, y mis latidos cada vez eran más acentuados, Nea posó sus labios en los míos. Tenía los ojos abiertos como platos, estaba demasiado sorprendido. Él había cerrado sus ojos, me había plantado un delicado y dulce beso que duró unos segundos. Alejó su cara de la mía, sus iris plateados me volvían a mirar. Paseó sus dedos por mis sonrosados pómulos y se volvió a lanzar, pero esta vez me dejé llevar. Noté su lengua dar toquecitos en mis labios, me estaba pidiendo paso. Deslizó su mano por mi cuello hasta que sus dedos tocaron mi nuca, su pulgar acariciaba mi mejilla con suavidad. Nuestras lenguas se acariciaban, nuestras almas se estaban aliando. Exploraba mi boca, yo seguía el ritmo de aquel compás del cual no llevaba el control. Se levantó del suelo, yo me tumbé en la cama, él se posicionó encima de mí. Solté la manta mientras nuestras almas volvían a bailar juntas.
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Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...