Capítulo 35.

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Después de aquella charla, todos se disiparon. Nadie parecía querer hablar de nada más. Yo seguí sentado en la silla, con la mirada y el pensamiento perdidos. Sentía mucho peso en los hombros después de la reunión.

- ¿Te encuentras bien, Oliver? – preguntó mi guardián arrodillándose frente a mí.

- Ah Nea..., estoy bien, tan solo siento que tengo más obligaciones y eso me asusta.

- Tranquilo, ya has visto todos los hombres que somos con el único fin que tu protección, no te ocurrirá nada, te lo aseguro – afirmó mientras acariciaba mi cabello. En ese momento Louis se aproximó a nosotros.

- Tú, ojos grises, llévate a Oliver a Gran Honda, quiero que practique con seres de verdad. Chico, pon en práctica todo lo que sabes.

- Sí, señor... - respondí. La tensión se podía palpar entre aquellos dos. Pero ¿por qué le había llamado 'ojos grises'? Era la primera vez que lo escuchaba.

Nea creyó conveniente salir de allí lo antes posible. La causa de su rapidez podía ser debido a su odio por Louis, no querría discutir otra vez. Él empacó algunas de sus cosas, yo no lo necesitaba, tenía de todo en el piso nuevo. Sáhara también se apuntó al viaje, ya estaba lo bastante recuperada como para poder seguir nuestro ritmo.
Al llegar allí noté el cambio del tiempo, las nubes tapaban el cielo, era difícil incluso saber en qué lugar estaba el sol. Tan solo 10 minutos después, comenzó a llover. No era intensa, pero caía con fuerza. Mientras Nea echaba un vistazo por toda la casa, yo noté la vibración de mi móvil en el bolsillo. Era un mensaje: '¡Ha venido la chica nueva, quiero que la conozcas! Cuídate, Aaron.'. Mi guardián quiso acompañarme, no quería dejarme solo, así que cogió un paraguas y no se alejó de mí. Decidimos dejar a Sáhara en casa para que la protegiera.

- Sé que tienes un gran campo de entrenamiento ahora con tanta agua, pero procura no usar tus poderes delante de los humanos – susurró tras salir de casa. Yo afirmé con la cabeza.

Las calles estaban vacías, solo se escuchaban los silbidos del viento pasando entre las ramas de los árboles. Me encantaba el sonido de las gotas al impactar contra el paraguas, en otras ocasiones me habría sentido el hombre más solitario del mundo, pero ya no lo estaba.
Ya podía ver el bar a lo lejos, qué nostalgia. Delante de nosotros entraba una muchacha delgada con el su pelo cobre recogido en una trenza. <La nueva> pensé, el delantal que llevaba le delataba. Yo también lo usé en su momento.

- ¡Oliver, qué rápido! Hace unos minutos que te he enviado un mensaje – exclamó Aaron cuando me vio. La chica se giró y nos observó durante unos segundos.

- Lo sé, he leído tu mensaje y aprovechando que estoy aquí por unos días no he dudado en venir... Aunque está empezando a llover más fuerte – dije abrazándole. - ¿Ella es la nueva?

- ¡Sí! Eh nueva, acércate y preséntate. Es su segundo día, está un poco nerviosa – comentó mientras ella se acercaba. – Ella es Gala. Gala, él es Oliver, ahora mismo estás trabajando en su puesto.

- ¡Encantada! He oído que estás tomándote un descanso, ¡haré mi mejor esfuerzo en tu lugar! - dijo dándome dos besos en las mejillas.

- Confío en ti, espero que desempeñes un gran trabajo – Su sonrisa era propia de alguien con un gran corazón. Ella volvió al trabajo y empezó a limpiar las mesas.

- ¿Has venido solo, Oliver? – preguntó mi amigo.

- No... He venido con... - me giré para señalar a Nea pero no estaba detrás de mí. Eso explicaba por qué no había dicho nada todavía. - ¿Nea? – En el momento que pronuncié su nombre entró por la puerta sacudiendo su mojado pelo.

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora