Capítulo 25

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- ¿Qué? – Estaba absorto, jamás llegué a pensar que me fuera a proponer semejante idea.

- ¿No te gusta? Sé que no estás enamorado de mí, y puede que no sea tu tipo ideal; eso no me importa. Solo quiero que sigamos manteniendo la misma relación que hasta ahora, pero quiero que vivas conmigo. – Sonaba como si quisiera tenerme vigilado siempre.

- Es algo difícil de responder Álex, yo ahora mismo estoy viviendo en otro lado... - Louis me empezó a llamar desde fuera.

- Oliver, este chico te conoce... - Detrás de él entró Aaron, ¡no había cambiado nada! Yo me lancé con los brazos abiertos a por él.

- ¡Aaron, te echaba de menos! – exclamé mientras le abrazaba. Su perfume seguía siendo el mismo.

- Este muchacho me estaba riñendo por fumar ahí fuera. Malditos ecologistas – murmuró mientras suspiraba.

- ¡Oli! ¡Oli! Tenía tantas ganas de verte... Te he llamado como un millón de veces, ¿por qué no me coges las llamadas?

- ¿Mi teléfono? Ni siquiera me acuerdo de cuándo lo perdí, siento no haber podido decírtelo antes. Antes de irme me compraré otro, ¡así podemos seguir en contacto!

- ¿Te vas a volver a ir? – preguntó con los ojos tristones.

- Oliver ahora vive con nosotros, y todavía tenemos que resolver unos asuntos que le conciernen. Me disculpo por tener que llevármelo por más tiempo – argumentó Louis agachando su cabeza. Tras volver a incorporarse, salió por donde había entrado

- ¿Asuntos? ¿Qué asuntos, Oliver?

- Son cosas sobre trabajo, Álex. – Realmente aquello no había sido una mentira.

- Cuando tengas una respuesta, avísame. Sabes dónde vivo – soltó antes de marcharse. No parecía muy feliz.

- Tenemos tantas cosas de las que hablar... - dijo Aaron. Antes de que me diera tiempo siquiera a responderle escuché una gran explosión que provino de fuera.

- Quédate aquí y escóndete. Voy a salir a ver qué ha pasado – murmuré dejándole atrás. Su cara me expresaba todo el miedo que sentía.

Toda la calle estaba llena de humo. No conseguía ver a Louis, y tampoco conseguía ver de dónde había venido esa explosión. Comencé a llamarle, me estaba poniendo nervioso, no obtenía ninguna respuesta. Me senté en el suelo y comencé a toser, fue entonces cuando vi los zapatos del presidente.

- ¡Louis! ¿¡Me escuchas!? – grité acercándome a él a gatas. De repente noté una gran ráfaga de viento que disipó toda la humareda

- No deberías de haber salido, tenemos compañía, y no precisamente buena. – Me cogió del brazo y me posicionó detrás de él. Estaba despeinado, su camisa ahora era gris y tenía pequeños agujeros.

- Así que era cierto, aquí tenemos al descendiente de nuestra querida Valentina – dijo una voz de hombre afeminada.

Delante de mí había un varón que sería un poco más joven que Louis, delgado y alto, con una larga melena grisácea hasta su cintura. Quedé petrificado al ver quién había a su lado, el chico que una vez casi me quita la vida. No podía quitarle los ojos de encima, estaba estupefacto. Louis me ocultó más con ayuda de su brazo. Se sacudió y remangó la camisa, se quitó la corbata y sacó de su bolsillo el mechero y el tabaco para encenderse un cigarro. ¿Cómo podía fumar en una situación así?

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora