- ¡Pues claro que estoy molesto! - grité. Nea parecía sorprendido ante mi respuesta. - ¿¡Por qué has sido tan educado con Aaron y me has dejado a mí apartado!? - Su mirada ahora despedía seguridad.
- Mira tus heridas, están bastante sanas recordando que te caíste ayer, ¿verdad? Tu poder de curación es más rápido que el de cualquier humano - explicó. - A penas podías caminar debido a tu rodilla, y mírate ahora, no te has sentado ni cinco minutos; en momentos de necesidad aumentas la velocidad de sanación sin darte cuenta siquiera.
- Pero igualmente...
- Tu amigo estaba en shock todavía por eso no tenía fuerzas ni para andar. ¿Aún estás celoso después de la explicación? - preguntó irónicamente mientras se masajeaba las muñecas.
- ¿¡Quién ha dicho que esté celoso!? Tú mismo dijiste que eras mi protector, deberías de protegerme a mí, ese es tu trabajo - recalqué mientras le apuntaba con el dedo.
- Hasta hace un segundo no creías en mí - reprochó.
- ¡Olvídalo, me voy a casa yo solo!
Tras estas palabras gruñí y continué mi camino. Aligeré mis pasos, supe que él no me seguía porque solo escuchaba el chasquido de mis zapatos en el asfalto. Emprendí el viaje muy confiado en mí mismo, pero las imágenes de todo lo que había pasado horas antes empezaron a bombardearme la cabeza; fue entonces cuando el miedo de que me tropezara con otro ser igual al del bar apareciera de nuevo. Ya estaba amaneciendo, los pájaros ya salían de sus nidos para canarle a la vida. El cielo ya se tornaba de naranja apagado. Pocos metros después ya estaba en el portal de mi dulce, aunque pequeña, casa.
Los rayos del sol ya iluminaban mi habitación, abrí mis ojos cuidadosamente, estaba acostado en la cama. ¿Acaso lo que había vivido esa madrugada había sido todo un sueño? Pero me di cuenta de que no al examinar mi ropa, mi camisa sin una manga y rasgada por doquier con manchas de sangre seca. Necesitaba una ducha de agua caliente. Al quitar los vendajes me percaté de que las heridas estaban en muy bien estado y todas habían cicatrizado, mi luna ya volvía a ser lo que era antes.
Preparé algo sencillo y fácil para comer, había dormido demasiado ya que las manecillas del reloj apuntaban las 4 de la tarde. Ordené y limpié mi casa, ya enseguida se hizo la hora de salir de casa para ir al trabajo, y a pesar de que había dormido notaba mi cuerpo pesado. Cuando agarré el pomo de la puerta para abrir, estiré mi brazo y vi que mi luna había cogido un color rojizo. ¿Qué había pasado? ¿Que significaba aquello? Puse un pie fuera de mi portal y lo primero que hice fue pegar un grito.
- ¡Ah, qué susto! ¿Tú otra vez? - pregunté confuso.
- He sentido algo, ¿qué te ha pasado, estás bien? - cuestionó agarrando mi muñeca y mirando mi señal. - Vaya, vaya, que rápido evolucionas...
- ¡No me ha pasado nada! - exclamé y quité mi mano. Nea me miró de forma seria y negó con la cabeza. - Bueno, me he quemado con el aceite al cocinar, ¿vale? Ya te puedes reír...
- Te dije que yo lo siento todo y sabía que te había pasado algo, lo que no sabía era que había sido algo tan pequeño... Al parecer tenemos un vínculo muy fuerte - explicó rozando mi señal con sus dedos, con un final esperado, un fuerte calambre.
- ¡Eso duele! Oye Nea... mi luna está rojiza hoy, ¿a qué se debe esto? - Sin decir ninguna palabra más cogió mi mano y la puso en su pecho. Sentía sus latidos relajados, cómo circulaba su respiración cuando sus pulmones se hinchaban. Sin quererlo mi cara se tornó rosada, me llevé mi otra mano a la boca y desvié la mirada.
- Cuanto más cerca estén nuestros corazones, tu luna se volverá de colores cálidos siendo el rojo el más fuerte. - detalló paseando sus ojos por mi rostro mientras mi mano en su pecho bajaba lentamente hasta notar los pliegues de sus abdominales. La aparté rápidamente.
- ¡Lo siento! - me disculpé y encogí mis brazos. Mi móvil sonó de repente. - Oh, un mensaje de... Aaron...
- ¿Por qué pones esa cara? - curioseó al ver mi rostro de indignación tras leer el mensaje. Yo le respondí enseñándole la pantalla. - <No te olvides de traer a Nea al trabajo, me divertí mucho con él ayer. Ah, ¡y buen día Oliver!> - leyó en voz alta.
- Al parecer vas desatando pasiones por allá donde pisas. Me gustaría pedirte que, ¡dejes de seguirme! - grité alterado.
Nea dio un paso hacia atrás alzando las manos. Yo me alejé de él caminando, unos pasos más adelante me giré y ya no estaba allí. Mi marca era negra otra vez. Todavía quedaba una hora de luz antes de que el sol se fuera y se notaba porque aún habían niños jugando en la calle. Eran la alegría del barrio. Me daba envidia ver lo unidas que estaban las familias. Yo podría haber tenido la mía si no hubiera sido tan desdichado. Aunque ahora no estaba tan solo como antes, de alguna manera Nea me reconfortaba.
Cuando estaba llegando al bar empecé a recordar la explosión del día anterior, todo debía de estar patas arriba. Me daba miedo abrir la puerta pero alguien lo hizo por mí.
- ¡Hola Oliver! ¿Eh, no has traído a Nea? Pero si te he mandado un mensaje - mi mirada automáticamente se dirigió a sus espaldas, el bar estaba intacto.
- ¿Has limpiado tú? - musité.
- ¡En absoluto! Estaba todo como siempre, yo acabo de llegar. Iba a salir a tirar la basura y te he encontrado aquí en la puerta. ¿Pasó algo ayer?
- ¡No, no! Solo que se me cayó un vaso y pensé que no había recogido los cristales. Que mala memoria... Mejor vamos a entrar dentro. - Qué extraño, todo estaba como siempre, no había rastro de astillas, cristales, polvo, sangre...
- Vaya, vaya... si están los dos muchachos otra vez - dijo una voz ronca desde la puerta. No podía ser, el mismo hombre que me metió los 50 euros en el pantalón la noche anterior estaba allí parado en la puerta. Tragué saliva. - Lo pasé tan bien anoche que me apetecía volver a venir. - Me dedicó una sonrisa pícara, aquello no me gustaba un pelo. Estaba empezando a tener miedo otra vez.
ESTÁS LEYENDO
Silver moon
RomanceTrabajo de camarero en un bar cerca de mi casa. Mi madre murió durante el parto y mi padre me abandonó; la única manera de que mi padre me pudiera reconocer es gracias a una marca de nacimiento que tengo en la muñeca con forma de luna menguante. Mi...