Capítulo 32.

39 6 0
                                    

- No puede ser... Es imposible, ¡tan solo ha sido un sueño!

- Lo has contado tal cual pasó en la realidad. ¿Quién te lo ha contado? – volvió a preguntar.

- Nea, ¿qué estás diciendo? Ya te he dicho que nadie me ha dicho nada. – Cuando él parecía que me iba a seguir insistiendo, alguien traqueó la puerta de mi dormitorio. Era Lian.

- Chicos, Louis os espera en su despacho – informó. Nea me agarró del brazo y caminamos junto a Lian hacia allí. Nadie dijo ninguna palabra, me daba miedo hasta de respirar, mi guardián parecía muy preocupado. Lian nos abrió la puerta, Louis nos esperaba sentado en su silla de cuero y con semblante serio. En la misma habitación estaba Saturno, posicionado al lado de la mesa.

- Buenos días chicos, tengo que informaros de algo muy importante, pero antes que nada... Oliver, siéntate aquí – Señaló una silla que había en frente de Saturno. Yo obedecí.

- ¿Me permites? – Levanté mi mano y el chico de pelo anaranjado la estrechó. A los pocos segundos se apartó de mí, incrédulo. Miró a Louis y asintió.

- Nea, ¿has sentido a tu querida cerca últimamente? – soltó Louis. – Quizá cuando estás cerca de él... - Él tan solo respondió desviando la mirada. – Me tomaré eso como un sí. Oliver, cuando viniste aquí también lo noté, pero pensaba que tan solo era mi imaginación. No obstante, pedí a Lian que tomara muestras de tu sangre y las analizara. Sabes que el poder es hereditario, siempre tiene que haber descendencia para evitar que el poder desaparezca y se extinga.

- ¿Qué quiere decirme? – pregunté impacientemente, estaba poniéndome muy nervioso.

- Eres el bisnieto de Valentina. – El mundo pareció pararse. Le miré boquiabierto sin decir nada.

- ¡No puede ser! ¡Ella no tuvo hijos! No puedo ser su familia...

- Al parecer ella sí tuvo un hijo, ¿verdad Nea? – Vi como cerraba sus puños con fuerza, ni siquiera me miró o dijo algo, tan solo escuchaba.

- ¿Lo que ha dicho Louis es verdad? Nea, mírame y dímelo. ¿¡Qué es lo que me estás ocultando que no quieres que sepa!? ¿Quién es ese bebé que vi en mi sueño?

- Tu abuelo... - dijo Nea tras unos minutos de silencio.

- El bueno de tu guardián ha estado guardando todo este tiempo ese secreto. Él la ayudó a ocultar al bebé. Háblanos, ¿qué más escondes?

- ¿Acaso eres mi bisabuelo? – le pregunté con los ojos llenos de lágrimas, mirando directamente a aquella mirada plateada.

- No, parece ser que ella tuvo un hijo con un humano. Está prohibido que los seres no humanos puedan tener hijos sin el consentimiento del Superior – informó Lian.

- Así que, sí soy su familia... Por eso puedes verla, porque soy como su espejo, sangre de su sangre – murmuré cabizbajo.

- Ella nunca quiso que te enteraras – pronunció Nea mirando a Louis con los ojos llenos de furia. – Tú también estabas enamorado de ella. – Todos miramos atónitos al jefe que parecía estar aliándose con el diablo.

- ¡Cállate escoria! Nadie te ha dado permiso para hablar. – Sus pupilas se tornaron blancas, y automáticamente Nea cayó al suelo de rodillas, como si este le absorbiera y quedara pegado. – Habría sido mejor que cualquiera hubiera acabado con tu vida cuando la mataste, no mereces vivir. Ella podría seguir viva si no fuera por tu culpa. – Me alejé de aquella escena, no sabía qué iba a pasar, solo sentía mi cuerpo temblar. Todos mis sentimientos estaban mezclados, tristeza, rabia, furia, nervios, cansancio... Me alejé de aquel campo de batalla hasta toparme con Saturno, que no había apartado la mirada de allí.

- Estás confuso – afirmó. – Siento todo esto, solo tenía órdenes del presidente. Cuando te he cogido la mano he visto ese recuerdo que tienes, y he sentido como si ella viviera en ti. Por lo que he oído tienes un carácter muy similar al suyo...

- Yo... No sé qué decir. Lo que has visto no es un recuerdo, lo he soñado esta mañana. Era como si pudiera vivir todo lo que ella pasó en aquel momento, sentía como si me estuvieran arrancando el alma a pedazos.

- Ella jamás habría tenido un hijo contigo, me amaba – soltó Nea, no pude evitar prestarle toda mi atención. El líder soltó una pequeña risa pícara, se acercó a él, puso una de sus manos en el costado de mi guardián y apretó. Todos escuchamos el alarido que soltó Nea, al igual que el sonido de las costillas quebrándose. En ese mismo instante yo lo sentí todo, el dolor que me embargaba era demasiado para poder lidiar con ello. Me faltaba la respiración.

- Louis, detente por favor, vas a matar a Oliver – soltó Lian mientras corría hacia mí. No podía mantenerme en pie, me estaba asfixiando, dejé que mi cuerpo cayera con todo su peso, la cara de Nea estaba en frente de la mía. Vi como movía sus labios, pero solo escuchaba sonidos difusos, acarició mi cara con su mano y cerré mis ojos. Ya no escuchaba nada.

Me desperté en mi habitación otra vez, todavía me sentía mareado. Solo una pequeña lámpara estaba encendida en el escritorio, parecía que ya había anochecido. Llevaba puesta una mascarilla, no sabía qué había pasado. A mis pies había una bola enorme de pelo negro que ronroneaba. Solo Sáhara estaba allí conmigo, no había rastro de nadie más.
Intenté erguirme, pero sentía un gran dolor en las costillas, alguien me había vendado todo el pecho, no podía moverme. No tenía fuerzas para llamar a cualquiera que estuviese cerca para que me ayudara. <Quizá me debería de quedar aquí quieto hasta que alguien venga> pensé. Volví a cerrar mis ojos y a caer rendido.

- Quiero que veas mi futuro – dijo la chica de largo pelo. La misma mujer del sueño anterior, ¿acaso estaba en otro recuerdo?

- No puedo hacer eso, es ir en contra de las normas, señorita – le respondió Saturno, solamente tenía pelo más corto, por todo lo demás seguía igual. Parecían estar en una especie de bar, aunque no había más clientes.

- Es urgente, sé que se avecina una tormenta, ¡vamos, ayúdame! – siguió exigiendo Valentina.

- Si lo hago me pueden echar de aquí, no puedo arriesgarme.

- ¡Yo guardaré el secreto!

- Pero...

- Te compraré ese libro que quieres desde hace mucho... - rogó poniendo cara de niña buena.

- ¡Está bien, pero más te vale no decir nada! – Puso tres dedos en su muñeca y un aro dorado de luz apareció. Cuando el resplandor se disipó, Saturno no parecía tener buenas noticias

- No son buenas, ¿verdad? ¿Cuánto tiempo me queda? – Él tragó saliva, no parecía estar preparado para dar aquella respuesta.

- Un año, quizá... - Valentina parecía haberlo afirmado ya con anterioridad, ya que su cara no cambió tras la noticia.

- Entonces tengo muchas cosas que hacer. Gracias Saturno, cumpliré lo que te dije – pronunció la muchacha saliendo de aquel antro. Ella no parecía estar muy afectada, pero ¿por qué me dolía tanto el pecho?

17030114020W

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora