Capítulo 43.

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- No la escuches, vayámonos antes de que nos vuelva locos – pronunció el sargento Dan antes de marcharse. El otro chico se quedó allí mirándola.

- ¿Es verdad la leyenda sobre vosotras? ¿Coméis hombres humanos? – cuestionó el joven. Ella negó con la cabeza. – Entonces, ¿por qué nos raptáis?

- Nosotras también necesitamos sentir a un hombre de vez en cuando – murmuró sensualmente. Puso sus brazos en las rocas y se impulsó para quedar más cerca de él.

- Eres demasiado bella... ¿Por qué estás sola?

- Estoy buscando..., un acompañante. – Ella estiró el brazo hacia él. - ¿Vendrás conmigo?

- Iré dónde estés tú – contestó seguro el chico. La sirena acarició la cara del chico, que parecía haber caído totalmente en las redes. Poco a poco le arrastró al agua dónde consiguió ahogarlo, o al menos eso creí.

Al principio me asusté al ver la parte oscura de la chica. Pensé que el siguiente sería yo. Cuando dejó de patalear lo colocó al aire en una de las rocas, algo que no entendí.

- ¿Por qué pones esa cara? – preguntó de repente.

- Es que yo... estoy asustado – respondí alejándome de ella.

- No le he matado, tan solo está inconsciente – aclaró con una sonrisa en la boca. – No deberías de sentirte mal al ver morir a personas que quieres acabar contigo.

Asentí con la cabeza. Me sentía aliviados después de escuchar aquellas palabras, pero seguía sin saber qué pensar respecto a ella.

- Es hora de comprobar la situación del príncipe – Me hizo un ademán con la cabeza y yo le seguí.

Al comprobar que el camino que seguíamos iba directo a dónde se encontraba Nea, entendí a quién se refería con 'príncipe'.
Cuando ya estábamos cerca de la orilla, ella se quedó en el agua y yo seguí mi camino. Desde lejos me temí lo peor al ver la escena. El chico que una vez intentó capturarme, el chico de pelo largo y voz afeminada tenía cogido por el cuello a Nea y lo sostenía en el aire. Sentí mis piernas flaquear, me embargó una debilidad tan grande que no me sentía capaz de poder hacer algo para evitarlo. La mejor solución era llamar a alguien de la base, pero ¿cómo podía hacer aquello? No tenía mi teléfono ni siquiera sabía a quién llamar, pues no tenía el número de nadie e incluso desconocía si alguno de ellos tenía móvil.
Giré mi cabeza buscando a Ligeia, sin embargo, ella ya no estaba. Viendo el panorama me sentía fatal, estaba seguro de que, si Nea hubiera estado en mi posición en ese momento, se habría abalanzando sobre Tian lo más rápido posible. En cambio, yo estaba allí de pie, observando cómo el cuerpo de mi guardián colgaba de su mano como si de basura se tratara, eso era inconcebible. Cargué mi poder en la mano, el agua me empezaba a envolver y cuando me sentí preparado apunté a Tian, un disparo similar al de una flecha salió embalado hacia él. Con un movimiento de cabeza lo esquivó. Nea cayó al suelo absorbido por la gravedad. Deduje que del susto, el chico pelilargo había abierto la mano. Corrí con fuerza, tropezando y levantándome tan solo para llegar a mi guardián lo antes posible. Ignoré a Tian, centrándome solo en el Nea moribundo que tenía delante de mis ojos. Su cara estaba plagada de sangre que parecía proveniente de un gran golpe en la cabeza. Sus brazos estaban magullados, no había rastro de Yanya y Nea estaba inconsciente. Empecé a ponerme histérico, apoyé mi oreja en su pecho, gracias a los cielos todavía latía su corazón. Su respiración era muy débil.

- ¿¡Qué le has hecho!? – grité enfadado con los ojos llorosos. Él esbozó una sonrisa.

- Así que finalmente has decidido salir por tu cuenta..., chico valiente... - respondió mientras se acercaba a mí con paso lento. Me posicioné delante de Nea, estirando mis brazos para intentar protegerle. – Has aprendido mucho desde la última vez que nos vimos, no sé si alegrarme o asustarme...

- ¡Aléjate de nosotros! ¿¡Qué es lo que quieres de mí!?

- Nada. De ti no quiero nada. Me interesa lo que hay dentro de tu cuerpo, tu poder, tu esencia, eso es lo quiero.

- ¿Por qué le haces daño a él? – pregunté mientras miraba a mi guardián con ternura y tristeza.

- Se ha interpuesto en mi camino y hoy era el peor día para hacerlo – dijo observando la luna. – La luz del apogeo, daña a las bestias, ¿nunca has oído eso?

- ¿De qué estás hablando? – intervine nervioso, ya estaba en frente de nosotros y no podía parar el temblor de mis brazos.

- ¿Acaso sabes cómo se mata a un demonio? Un día como hoy, donde una luna llena ilumina el cielo nocturno, tan solo queda..., arrancarle el corazón – pronunció lentamente. – Ese guardián tuyo se ha dedicado a incordiarme, irrumpir en todos mis planes y a matar a mis sirvientes. ¡Su muerte debería de ser lenta y dolorosa! – exclamó con ira. – Le he dejado vivir para algún día poder matarle con mis propias manos.

Me hizo a un lado y volvió a coger a Nea del cuello.

- ¡No, para! ¡Déjale! – rogué corriendo a sus pies de rodillas. - ¡No le mates, por favor! ¡Él solo obedece órdenes!

- ¡Aléjate mocoso! – Con un movimiento rápido, hundió su mano en el pecho de Nea que reaccionó con una convulsión.

- ¡Iré! ¡Iré contigo, dónde sea! No me voy a resistir, lo prometo, pero déjale con vida, por favor... - Las lágrimas ya corrían por mis mejillas, era inevitable. Él parecía pensativo.

- Muy bien – respondió soltando a Nea. Conseguí agarrarle antes de que cayera al suelo. – Vendrás conmigo tal y como has dicho, y yo respetaré tu decisión si cumples tu palabra.

- Dame unos minutos, no puedo dejar que se desangre.

Puse ambas manos en su pecho y me concentré en la idea de que su herida se cerrara. Tian no dejaba de insistir, quería dejar aquel sitio lo antes posible. Me quité la camiseta y la coloqué encima de Nea como si de una manta se tratase, para evitar que se congelara. Admiré el rostro de mi guardián una última vez antes de marcharme con el enemigo, no sabía cual iba a ser mi futuro a partir de aquel momento, pero creí haber hecho lo correcto.

Silver moonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora