Henry

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Siempre supe que Henry era algo intenso y que solía molestar a casi todo el mundo, pero conmigo era diferente. Era dulce, atento y se preocupaba mucho por mi.

El novio perfecto.

El fin de año escolar había llegado, así que quise darle una sorpresa al rubio. Preparé algunos sándwiches para ir al parque y fui a buscarlo.
Al llegar a su casa no me sorprendí al ver a sus amigos, prácticamente vivían con él. Pero me inquieté al ver una silueta femenina con ellos.

Tal vez es una conocida de los chicos.

Pero no, no lo era.
La chica se colgaba de Henry y besaba apasionadamente sus labios. Lo que más dolió no fue ver cómo lo besaba, sino ver que él no la apartaba.
Mis ojos ardían, las lágrimas no tardaron en salir. Solté la pequeña canasta con comida y corrí lo más rápido que pude a mi casa.

°•°

Los días pasaron y Henry en ningún momento apareció en mi casa a dar explicaciones.
A diferencia de todos mis amigos que salían y disfrutaban del verano, yo solo me limitaba a quedarme en casa y devorar un libro tras otro.
Cierta tarde, Alan, un buen amigo mío, vino a buscarme a casa. Dijo que debía salir, disfrutar del verano y que un idiota como Henry no debería arruinar mi vida.
Acepté que tenía razón, me estaba ahogando en un vaso de agua yo sola. Así que me arreglé y salí a pasear con mis amigos.

°•°

Todo transcurría con normalidad, Alan y dos de mis amigas fueron más que suficientes para que volviera a sonreír. Pasamos todo el día en casa de Alan, escuchando música y bailando en el patio trasero.
Al final del día, Alan se ofreció a acompañarme.
Caminábamos entre risas y bromas, hasta que alguien golpea a mi amigo desde atrás.

–¡¡aléjate de mi novia, fenómeno!!–gritó Henry abalanzándose sobre Alan.

–¡detente! ¡Aléjate de nosotros, Henry!–exclamé haciendo un gran esfuerzo por separarlo de mi amigo–. ¿estás bien?–Alan asintió con algo de sangre cayendo por su frente–. ¿¡Qué mierda te pasa!?–miré enojada a Henry.

–Eso te lo tendría que preguntar a ti, ¿qué haces con este imbécil?–Henry trató de acercarse a Alan, pero me interpuse.

–Es mi amigo. Y para que sepas, este "imbécil" no engañó a su novia besando a una... Cualquiera.–mi voz comenzaba a quebrarse.

Henry abrió los ojos sorprendido.

–¿tú me...?–

–¿"viste"? Claro que sí, idiota. Fui el último día de clases a tu casa y... te vi con ella. Vi como ella te besaba y como tú la aceptabas. Acaso ¿hice algo mal? ¿Te fallé de alguna forma?–otra vez, las lágrimas empapaban mi rostro.

–____, yo...–Henry trató de acercarse. Negué repetidamente mientras secaba mis lágrimas.

–Adiós, Henry.–

Tomé a un Alan algo aturdido del brazo y lentamente nos alejamos de allí.

°•°

El resto de la semana no volví a ver a Henry, pero por lo que había escuchado, nadie más lo había visto.
Un lunes por la tarde, mientras regaba las flores del frente de mi casa, Vic apareció algo agitado y empapado en sudor.

–¡____! Debes ayudarme.–el rubio apenas podía hablar, parecía que acababa de correr una maratón–. Henry-

–No quiero tener nada que ver con él, Vic. Dile que me deje tranquila.–él negó.

–Tú no entiendes, Henry está mal. Comenzó a actuar raro y a decir incoherencias y luego... Se encerró en su casa con la navaja del padre. Tengo miedo de que cometa una locura.–

Nunca había visto a Victor tan asustado, así que dejando de lado mi orgullo, decidí ir a verlo.

–Iré contigo.–negué.

–Estás exhausto, mejor descansa. Nancy esta adentro, pídele un poco de agua y quédate aquí.–

–Pero puede ser peligroso, déjame acompañarte.–

–Él no me hará daño, Vic. Descansa.–apoyé mi mano en su hombro y le sonreí.

Tomé mi bicicleta y pedaleé lo más rápido que mis piernas me permitieron, tardando solo unos minutos en llegar a su casa -la cual solo estaba a unas manzanas de distancia-
Me sorprendí al ver un globo rojo en el buzón de los Bowers, pero no le di mucha importancia.
Arrojé mi bicicleta y corrí hasta la puerta, golpeándola repetidas veces.

–¡lárgate, Victor! ¡No intentes detenerme! ¡Lo haré, no dudes que lo haré!–Henry sonaba demasiado extraño.

–Henry... Soy yo, ábreme por favor.–pegué mi mejilla a la puerta.

–____, debes irte. No quiero hacerte daño.–

–Sé que no lo harás, por favor abre la puerta. No me iré hasta que lo hagas.–

Aún con la mejilla en la puerta, escuché pasos acercándose, así que me alejé un poco.
Un Henry con el rostro rojo y ojos llorosos apareció frente a mi.

–Vete, no puedes estar aquí.–soltó desviando la mirada.

–No pienso irme.–miré la navaja en su mano–. ¿qué es lo que querías hacer con eso?–no respondió–. Henry...–tomé su rostro y lo obligué a mirarme–. No sé lo que te está pasando, pero estoy aquí para ti.–esta vez me miró.

–No merezco tu compasión.–

–Yo soy la que decide eso, Henry. Ahora escucha, solo puedo ayudarte si tú me lo permites ¿esta bien?–el chico me miró fijamente.

Como si tuviera miedo de que yo me asustara, Henry se acercó a mi lentamente, soltando la navaja que tenía en su mano. Volví a llevar mis manos a sus mejillas, deslizándolas hasta su cuello y rodeandolo. Él llevó las suyas a mi cadera y me abrazó con firmeza, hundiendo su cabeza en el hueco de mi cuello.

–Te amo, ____. Te amo demasiado. Lamento todo lo que pasó, yo... Prometo cambiar.–le devolví el abrazo.

–Yo también te amo, Henry.–susurré en su oreja.

Tal vez no sea el chico perfecto, tal vez era algo... Complicado. Pero yo lo amaba y siempre estaría a su lado para cuando me necesite.

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~° One shots y otras cosas de "IT"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora