Bill

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–E-es un m-maldito...–

El chico llevaba un buen rato murmurando por lo bajo mientras caminaba de lado a lado en el garage.

–Vamos, Bill. No es como si fuera la primera vez que Henry te fastidia.–soltó Richie limpiando sus gafas–. No te lo tomes tan a pecho.–

–M-me hizo q-quedar como un idiota frente a ____.–

Tal vez para Richie era una tontería, pero para Bill no. Llevaba semanas ensayando lo que diría frente a la chica que tanto le gustaba sin tartamudear, y por culpa del joven Bowers, su plan falló.

FlashBack.

El chico Dembrough entró nervioso a la biblioteca, sabía exactamente dónde y a qué hora estaba ella sentada en ese lugar, así que caminó directamente hasta la última mesa del segundo piso.

Ho-hola.–soltó al ver a la chica. Se odió a si mismo por tartamudear.

Oh, hola. Eres Bill ¿verdad?–él asintió–. Soy ____, o como todos me dicen...

La ch-chica nueva.–ella sonrió.

¿se te ofrece algo?

En ese momento, Bill se paralizó. Si antes se le complicaba hablar, ahora era imposible.
Volvió a mirarla a los ojos, buscando el valor para decir aquello que tanto esfuerzo le había llevado hacer.
Soltó el aire que tenía atrapado en el pecho y, tras decir un "escribí algo para ti", comenzó a relatar su poema.

Yo tengo cinco sentidos
y los cinco tú dominas
con la vista me apasionas
con el tacto me-

Vamos, trabalenguas. Estás pasando vergüenza frente a la bonita chica.–Bowers apareció y le dio una palmada en la nuca.

Bill no sabía qué hacer.
Bowers se carcajeaba con todo su ser, ignorando las quejas de la bibliotecaria para que hiciera silencio. Y ____...
Ella solo había estado mirándolo fijamente, todo ese tiempo. Bill no sabía si ella sentía lástima, burla o compasión, no podía descifrar sus ojos.
Después de unos segundos bajo la incesante molestia de Bowers y el silencio de su amada, el chico solo pudo salir corriendo de allí. Volvió a casa y llamó a su amigo, necesitaba su consejo.

Fin del flashback.

Hubiese llamado a Stan...

Pensó Bill al ver el poco interés que su amigo le estaba dando.

°•°

Esa misma tarde, Bill y Richie salieron a caminar.
Al pasar frente a la biblioteca, la voz de cierta chica los hizo detenerse.

–¡Billy!–el vello de sus brazos se erizó.

El nombrado volteó lentamente hacia la chica que se acercaba trotando hasta ellos con algunos libros en sus manos.

–¿qué hay, nueva?–soltó Richie levantando su mano en forma de saludo–. ¿Así que tú eres la Julieta de este Romeo, eh?–palmeó la espalda de su amigo, quien pedía internamente a gritos que la tierra se lo tragara. O que un asteroide aplastara a Richie, ambos serían útiles.

–Hola... ¿Puedes dejarnos a solas?–Richie asintió y se alejó un poco.

–Ho-hola, ____.–Bill sentía su cara arder.

–Hola, Billy ¿cómo estás?–tal parecía que la chica no sabía de qué hablar o más bien, no sabía cómo sacar cierto tema.

–Seamos hon-nestos, ____. Estás aquí p-por lo de hoy t-temprano.–Bill sentía los nervios aumentar y eso traía cierto problema: tartamudez.

–En parte sí, me preocupó la forma en que te fuiste.–la chica no mentía, realmente se interesaba en él.

–Estoy bien, s-solo que... Nada salió c-como lo planeé. Primero esta la est-túpida tartamudez que tengo y lu-luego esta B-bowers que arruina mi p-poema y-

–Eso ya no importa, Billy. ¿Qué te parece si comienzas de nuevo? Realmente me encantaría escuchar tu poema entero.–un leve sonrojo adornaba las mejillas de la chica.

–¿d-de verdad lo d-dices?–asintió sonriente–. Pero voy a trab-barme...–

–No importa, quiero oirte.–

Bill sonrió avergonzado mientras recordaba aquel poema que tanto tiempo le había costado escribir.
Miró los ojos de la chica y luego su dulce sonrisa.

Es ahora o nunca.

–Yo tengo cinco sentidos
y los cinco tú dominas
con la vista me apasionas
con el tacto me emocionas.
Por eso tú no te extrañes
si por ti pierdo el sentido
porque tú has hecho de ellos
que sean tuyos y no míos.–

Al terminar de decir aquello, Bill miró fijamente a la chica frente a él, esperando la más mínima reacción por su parte.
Su corazón latía con fuerzas, casi al extremo de pensar que saldría volando de su pecho.

–Eso fue hermoso, Billy.–la chica ensanchó su sonrisa, mientras sus ojitos brillaban de una forma adorable.

–Gracias.–

–Lo hiciste pensando... ¿en mi?–

–Cada palabra...–

____ soltó los libros que traía en sus manos y, tras ponerse de puntitas, besó la comisura de sus labios. Solo fueron unos segundos, pero para Bill fueron eternos.

–Debo llevarle estos libros a mi papá, pero más tarde estoy libre ¿quieres dar un paseo conmigo?–Bill sonrió.

–Me encantaría.–

La chica recogió los libros y comenzó a alejarse, no sin antes decirle una última cosa a Bill.

–¿te diste cuenta de que no tartamudeaste?–una sonrisa adornaba su rostro–. De todas formas, me gusta cuando lo haces.–

Bill quedó allí parado, con una sonrisa que tardaría horas en borrarse de su rostro.

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