Bev: *la colorada se comportaba de manera muy distante últimamente, por lo que comenzabas a preocuparte*
–¿podrías decirme qué te sucede?–exclamé al ver que Beverly evitaba a toda costa mirarme a la cara.
–Nada.–
–Algo sucede, no me mientas. Estás así desde hace días, me preocupas.–
–¿de verdad te preocupo?–soltó ácidamente–. Si es así, te diré qué me sucede.–no me gustaba para nada su tono de voz–. Estoy harta de que me presentes como tu amiga, siento que te avergüenzas de mi. ¿¡Tan poco valgo para ti!?–exclamó con ira al borde de las lágrimas.
–¿de qué estás hablando? Te amo más que a nada en el mundo.–intenté acercarme pero ella me apartó–. Bev, ya hablamos de esto. Mis padres no aceptan este tipo de relación, si se enteran de lo nuestro, no me dejarán volver a verte.–
–Haz algo al respecto.–estaba comenzando a cansarme de su actitud.
–¿qué quieres que haga? ¿Que les apunte con un arma a la cabeza y les diga "me enamoré de una chica, aceptenlo"? Ambas sabemos cómo son mis padres, Beverly. Nada funcionará.–
La colorada secó algunas lágrimas con su mano y se alejó sin decir una palabra, para luego encerrarse en su cuarto.
°•°
Llevaba casi una hora sentaba en el sofá de la sala preocupada por Beverly. Quería darle su espacio. Entendía su enojo pero no soportaba esa reacción frente a lo de mis padres. No entiende que a mi me duele más que a ella todo esto, no poder gritar a los 4 vientos lo mucho que la amaba por miedo a que mis padres me prohíban volver a verla. Algo insegura, me puse de pie y caminé hasta la puerta de su cuarto, tocando suavemente.
–¿Bev, puedo pasar?–no recibí respuesta alguna.
Bueno, no dijo que sí... pero tampoco que no.
Abrí lentamente la puerta, encontrándome con Bev tumbada en la cama. Me acerqué temerosa hasta ella y me senté en la cama sin mirarla.
–En una escala del 1 al 10... ¿cuánto me odias?–solté casi en un susurro.
–No te odio, ____. Todo lo contrario, te amo demasiado.–la miré con una débil sonrisa–. Ven, acuéstate conmigo.–
Hice lo que me pidió, recostándome a su lado, quedando frente a frente.
–Lo siento, Bev. Si quieres que le diga a mis padres de lo nuestro...–la chica negó.
–Esta bien, tenías razón. No necesito que nadie además de nosotras sepa de lo nuestro. Mientras que te tenga a mi lado, todo estará bien para mi.–
La colorada me dedicó una hermosa sonrisa antes de abrazarme fuertemente.
–Te amo, Bev.–
–Y yo a ti, linda.–
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