Eddie

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Dedicado a XimenaZurbaran

°•°

–Papá, ¿podemos irnos?–exclamé cansada al ver que mi padre no se decidía por un estúpido cepillo de dientes.

–Espera... ¿Este te parece lindo?–exclamó mostrándome uno azul.

–¿a quién le importa eso? Irá a tu boca, no a un desfile de modas.–rodeé los ojos.

–Esta bien, amargada. Ve a pagar esto, yo llamaré a tu tía Bárbara para arreglar la cena de esta noche.–tomé el cepillo y el dinero que mi padre me dio antes de salir del lugar.

Con toda la pereza del mundo, caminé hasta la caja, donde el encargado estaba atendiendo a un chico.

–Sabes que son placebos ¿verdad?–soltó la idiota de Greta, llamando la atención del chico.

–¿qué son... placebos?–

–No estás enfermo, pero con esto alguien te hace creer lo contrario.–

Uy, los padres de este chico deben ser terribles...

–¿no tienes amigos?–exclamó burlonamente la chica–. Nadie firmó tu yeso.–

–Quería... Mantenerlo limpio.–

Seh, no tiene amigos.

–Yo lo firmaré para ti.–Greta sonrió con maldad.

El chico estaba tan distraído por la increíble acción de que una chica que no sea su mamá le hable, que no notó que la maldita se traía algo entre manos.
Algo preocupada por el pobre chico miré atenta qué estupidez le escribiría Greta, y en cuanto lo deduje, decidí intervenir.

–Dame eso.–antes de que pudiera escribir una segunda letra, le arrebaté el marcador de la mano a la chica.

Greta estaba por quejarse, cuando su padre apareció con los medicamentos del chico.

–Oh, hola ____. ¿Qué te trae por aquí?–exclamó el hombre con esa aterradora sonrisa suya en el rostro.

–Lo de siempre.–sacudí el cepillo en el aire–. Al señor Muschetti le gusta tener la boca sana.–exclamé con gracia, causándole una risa al hombre.

–Ya veo, en ese caso es 1 dólar.–le dí el dinero–. Nos vemos la próxima semana, señorita. Y dale mis saludos a tu padre.–

Le dediqué una sonrisa fingida mientras tomaba al chico del brazo y lo arrastraba al exterior de la tienda.

–¿¡qué haces!?–exclamó apenas lo solté .

–Emm ¿salvarte de parecer un idiota por el resto del verano?–me miró confundido–. Estabas tan distraído mirando a la espantosa cara de vaca, que no prestabas atención a lo que te estaba escribiendo.–

–¿y qué... iba a escribirme?–

–Perdedor... Greta no es muy creativa con los insultos.–

–Pensé...–suspiró frustrado–. Como sea, gracias.–me dedicó una sonrisa de lado antes de comenzar a alejarse lentamente.

–¡espera!–el chico volteó a verme–. Aún tengo esto.–le mostré el marcador–. Déjame... Firmar tu yeso. Prometo no escribirte perdedor.–

El chico sonrió antes de acercarse a mi.
Ambos nos sentamos en un callejón cercano, sobre unas cajas de madera.

–Por cierto, soy ____.–Dije mientras tomaba el brazo del chico y lo ponía en una posición cómoda para los dos.

–Eddie.–

–Así que... No tienes amigos.–solté mientras pensaba qué escribirle.

–Sí los tengo pero... Pasó algo grave y nos separamos. Mi mamá no quiere que vuelva a verlos.–su voz era algo triste.

–Las mamás siempre quieren lo mejor para nosotros.–Eddie me miró–. Pero a veces se equivocan, y nosotros somos los que debemos hacerles entender las cosas.–

–Creo... Que tienes razón.–le dediqué una rápida mirada, dándome cuenta de que me sonreía tiernamente. Antes de comenzar a ponerme nerviosa, bajé la mirada a su yeso.

–No mires hasta que termine ¿si?–

–¿y cómo sé que no vas a escribirme perdedor?–una risa se me escapó.

–Confía en mi.–

Solo me tardé unos pocos minutos en escribirle algo y adornarlo con garabatos sin mucho detalle.

–Puedes mirar.–

El chico sonrió al ver lo que su yeso traía escrito en letra mediana.

NO MIRES A LAS VACAS QUE MASCAN, O PODRÍAN ESCUPIRTE EN LA CARA.    

TU BUENA AMIGA:

LA CHICA CEPILLO


Y RECUERDA, LOS PLACEBOS SON MENTIRAS 💊 🐄


–Quedó genial, gracias.–

–Dejé algunas partes en blanco para que las firmen tus amigos, habla con ellos ¿si?. Con sólo escucharte hablar de ellos se nota que los aprecias.–Eddie asintió sonriente–. Supongo que eso es todo...–jugué nerviosa con el marcador en mi mano.

–No tiene por qué serlo.–miré a Eddie–. Podríamos juntarnos algún día y, ya sabes, pasar la tarde juntos. ¡Si tú quieres, claro!–rió nervioso.

–Me encantaría.–una amplia sonrisa se dibujó en su rostro.

–Eso... Suena genial.–

Le devolví la sonrisa antes de comenzar a caminar.

–Oh, casi lo olvido.–me volví rápidamente a Eddie y besé su mejilla–. Nos vemos luego, chico placebo.–Eddie rió.

–Nos vemos luego, chica cepillo.–

Entre risas salí del callejón y comencé a caminar rumbo a casa.
Por primera vez en mucho tiempo, me alegraba de que papá tarde tanto en escoger un tonto cepillo de dientes.

 Por primera vez en mucho tiempo, me alegraba de que papá tarde tanto en escoger un tonto cepillo de dientes

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